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Dr. José de Jesús Reyes Ruiz

Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

En nuestras dos últimas colaboraciones hablamos del PAN y su futuro en el corto y largo plazo, hoy nos toca reflexionar sobre el partido que alguna vez representó los intereses de la izquierda, El PRD. Su evolución en los últimos tiempos, su estado de salud actual y hacia dónde se encamina en el futuro.

A nadie le queda duda que el PRD inicio su declive cuando los chuchos se apoderaron del partido, y no es que en otros tiempos haya estado del todo bien, siempre desde su fundación por Cuauhtémoc Cárdenas en 1989 se caracterizó por estar integrado por grupos de mentalidad diversa - en teoría de izquierda - algunos más radicales que otros, que siempre actuaron no desde la izquierda sino desde la extrema derecha, porque solo miraron por sus propios intereses y no por los de la comunidad.

El PRD fue el resultante de la coalición de fuerzas que impulsaron a Cuauhtémoc Cárdenas a la candidatura de 1988 que según nos cuenta la historia ganó pero el sistema que no estaba predestinado a ser derrotado arregló las cosas con la famosa “caída del sistema” y le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, quien después se legitimó negociando bajo la mesa con el PAN a cambio de cederle algunos espacios de poder en un acto deshonesto y criminal que desafortunadamente se les ha olvidado a la gran mayoría de los mexicanos.

Ante esta circunstancia nace el PRD y se arman unos estatutos que constituyen su reglamento interno pero que nunca fueron respetados, siguiendo los usos y costumbres de la clase política mexicana, porque la ley y las reglamentaciones que de ella derivan fueron construidas para ser pisoteadas sin el menor recato.

Es por esto que a muchos -López Obrador incluido-, se les hacía desde el inicio una tomadura de pelo la propuesta de la ley 3 de 3 por que fácilmente sería burlada por la clase política, pero no se daban cuenta que un paso -por pequeño que sea- en el sentido correcto, y más si ese paso es propuesto por y desde la sociedad con más de 634 mil firmas, debería apoyarse con todo, independientemente si la clase política encuentra la forma de saltarlo, pero; esto al final de cuentas es otra historia.

El PRD como supongo los otros partidos, perteneciendo a una clase política -educada por el PRI en sus antivalores-, nunca respeto la ley, ni siquiera la interna, desde un inicio estuvo conformado por grupos o grupúsculos que solo veían los intereses propios ya no se diga los del partido o los de la izquierda y mucho menos los de la ciudadanía, su pensamiento -lo recuerdo claramente en palabras de Amalia García- era; “EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS” es decir podían hacer y deshacer con irregularidades de por medio por que el fin era que ellos, -es decir un grupo o corriente en particular- tenía la verdad absoluta y era el que por designio divino estaba llamado a solucionar todos los problemas, tanto internos como externos.

Como lo han dicho los expertos, en estas condiciones un partido solo podía funcionar con personalidades que decidieran absolutamente todo, por caciques que estuvieran muy por encima del reglamento y de los estatutos, un poco lo que le pasa al PRI, quien tiene en el presidente al todopoderoso que decide absolutamente todo, y ante la ausencia de este personaje se comporta errático y en cierto sentido pierde el rumbo y la brújula, porque no están del todo definidas las reglas del juego que inicialmente fueron impuestas por ellos mismos.

Así este partido pudo funcionar bajo los cacicazgos de Cuauhtémoc Cárdenas primero y de López Obrador después, pero cuando soltaron el partido – AMLO, ya que Cárdenas sabía que lo dejaba en manos de alguien que lo podía controlar - no previó que pasaría después, o no le interesó y el partido quedo en manos de los chuchos y su “Nueva Izquierda”, que mil veces hemos dicho que no tiene nada de nueva ni mucho menos de izquierda, y el vacío que había quedado después de su salida fue ocupado por estos obscuros personajes, la tribu de los chuchos, sin mucha capacidad para conducir aquel errático barco a buen puerto.

Fue ese el momento en que comenzó el declive que ha continuado hasta la fecha sin que nadie haga algo para evitarlo.

Y decimos que sin que nadie haga nada porque no suponemos que existan al interior mentalidades ya no se diga de pensamiento social demócrata que les interese el futuro del país, y de la izquierda mexicana. Los que existen son personas egoístas y de pensamiento de derecha que conservadores como son -en el sentido de que todo cambie para que todo siga igual y conserven sus intereses propios y sus prebendas-, no hacen ni siquiera un esfuerzo en aparentar otros usos y costumbres, y acuerdos con los demás que impidan que el partido se les deshaga de entre las manos.

Los Chuchos liderados por Jesús Ortega -un personaje mediocre y gris desde todos los puntos de vista desde donde quiera analizarse-, de mentalidad cortoplacista no vieron el plazo medio ni mucho menos el largo plazo y se dedicaron a realizar acuerdos con la cúpula del poder, acuerdos que se ejemplifican en el Pacto Por México en donde colaboraron con el gobierno de Peña Nieto para impulsar las grandes reformas que fueron diseñadas hace más de dos décadas, con el acuerdo de libre comercio, y que sustentaban una política neoliberal que no ha dado resultados ya no se diga en nuestro país sino tampoco en el resto del mundo.

Los beneficios que recibieron a cambio ya los imaginamos, suponemos enormes recursos que ahora se encuentran en los paraísos fiscales fuera del ojo de hacienda y del resto de los mexicanos que siguen empobreciéndose un día sí y otro también.

Pero fuera de sus arreglijos, la ciudadanía que otrora les había visto con buenos ojos y que les había dado el poder en lugares progresistas como la Ciudad de México que se convirtió en su bastión, y después Zacatecas, y posteriormente algunos Estados del Sur como Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas pronto se dieron cuenta que se trataba de un poco más de lo mismo, y que ellos realizaban las mismas corruptelas que los del partido de origen - el PRI - y comenzó a desconfiar de ellos no obstante que se constituyeron casi sin querer en el tercer partido más importante rompiendo un bipartidismo que amenazaba con igualarnos a otros escenarios como el norteamericano -de demócratas frente a republicanos-, o el español del PP frente al PSOE.

Esta izquierda, que desde su nacimiento fue la verdadera oposición que el PAN nunca fue ni quizó ser, ganó en el 88 con Cuauhtémoc Cárdenas, y volvió a hacerlo con AMLO en el 2006 solo que un país con muchos intereses políticos y empresariales que se unieron para evitar entregarle el gobierno a quienes eran desde denantes un peligro para México y con un sinfín de corruptelas lograron dejarlos a un lado en un segundo lugar, que no le sirvió al país para maldita la cosa y al contrario le han hecho un gran Daño a México y a Nosotros los Mexicanos.

Habiéndose dado cuenta Andrés Manuel, que desde ese partido lleno de corruptelas y malos manejos, no podría obtener el tan deseado triunfo decide formar un nuevo partido MORENA, que desde el inicio también se configuro con algunos de los personajes malignos que provocaron su desprendimiento del PRD - pero MORENA es también otra historia - y el PRD creyó que podía nadar de muertito y mantener su importante espacio en el escenario tripartidista de nuestro país, y penso lograrlo a través de acuerdos con el gobierno priista del señor Peña, pero no contemplaron que la ciudadanía les haría pagar caro el precio de la traición y que mayoritariamente apoyaría a MORENA relegándolos del tercer lugar a posiciones menores y lo que se sume.

El PRD tenía la posibilidad de renovarse y los chuchos lo sabían en el momento en el que se propuso a Cuauhtémoc Cárdenas el tomar de nueva cuenta las riendas, pero sus exigencias resultaron ser muy elevadas e implicaban la pérdida del control por parte de los chuchos lo cual era inaceptable -no imaginaron que esto sucedería de cualquier manera- y por ello le cerraron las puertas y dejaron un dirigente de transición no mal visto por la sociedad –Navarrete- quien se reveló al no tener el control y no poder modificar la mentalidad del chucho mayor por lo que presento su renuncia mientras el partido seguía rodando cuesta abajo.

Alguien pensó en traer a un personaje académico no cercano a la cúpula del partido ni a los chuchos, un verdadero intelectual de pensamiento social demócrata y acordaron dejarlo al frente, así fue como llego Agustín Basave a quien pensaron podrían manipular, pero para entonces el poder de los chuchos había mermado tanto que se conformó una especie de impasse donde otras corrientes adquirieron la fuerza necesaria para buscar equilibrios y eso le impidió a Basave -desde mi punto de vista un personaje bien intencionado- poder tener el liderazgo que se requería para sacar al partido del bache en que los chuchos lo habían metido.

No le dejaron trabajar, estaba de adorno por qué no decidía nada, los estatutos eran violentados una y otra vez por las corrientes, la corrupción interna solo reflejaba la corrupción ya conocida en toda la clase política, y su forma de ver y de pensar fue bloqueada una y otra vez hasta que tuvo que renunciar.

Esta historia continuará…

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