Por David Eduardo Rivera Salinas
El reciente proceso electoral está viviendo sus últimos momentos y una vez que se agoten y resuelvan todos los recursos de impugnación que se presentaron, se estará dando paso -en lo formal y lo legal- a una nueva etapa en la vida pública de Zacatecas.
Sin embargo, en los hechos estamos ya inmersos en una etapa de transición entre el gobierno que concluye en breve sus responsabilidades y el que se prepara para gobernar el estado; proceso que concentra la atención de ciudadanos y medios de comunicación en la conformación del equipo de trabajo que acompañará al Gobernador electo en la compleja tarea de decidir, dirigir, administrar y hacer cumplir las leyes (De Luca, M. 2011). Pero se trata por un lado, de un interés pragmático pues resultan escasas las opiniones que profundizan en los aspectos fundamentales para configurar y organizar funcionalmente un gabinete; por otro lado, de las expresiones públicas del próximo Gobernador, es posible interpretar que él se encuentra a su vez realizando un análisis más serio sobre la necesaria capacidad y eficiencia que debe tener su administración gubernamental en el futuro próximo; es decir, está inmerso en un diagnóstico más profundo acerca del estado del estado, no sólo en términos de su capacidad, sino también y fundamentalmente, en términos del modelo y sus características de organización y funcionamiento (Campos, M. 2012).
Cualquier esfuerzo por analizar y estudiar la mejor manera de conformar un gabinete de gobierno, primero debe tener en cuenta que se trata ante todo, de una institución política de gobierno en donde se materializan un conjunto diverso de ordenamientos legales destinados a orientar el funcionamiento del Poder Ejecutivo.
Entendido así, el gobierno del estado sería un conjunto de instituciones o de estructuras de autoridad encargadas de la dirección política y de la administración pública de los bienes y de los recursos de la sociedad en Zacatecas.
En segundo lugar, al conformar un gabinete de gobierno, es posible y deseable que los ciudadanos puedan visualizar la futura dinámica del Poder Ejecutivo, al mostrar las relaciones que se estarán construyendo en su interior y con la sociedad, para inferir así en qué forma se estarán tomando las decisiones públicas y cómo éstas afectarán, en un sentido favorable o no, sus condiciones de vida.
No podemos olvidar sin embargo, que la conformación de un nuevo gabinete en el gobierno del estado, responde siempre a una lógica personal de quien asume el cargo de Gobernador, por lo que la organización y estructura del Poder Ejecutivo depende siempre y en última instancia, de la experiencia política y administrativa, además de la personalidad de quien gobernará en breve.
Finalmente, y tal vez por ello valga la pena recordar las palabras del sabio griego Demócrito de Abdera, que vivió durante el Siglo V a. C. y que escribió la siguiente reflexión que bien puede leerse con fuerza a la luz de nuestros días: “Se debe anteponer el interés del Estado a los intereses personales. Sólo así el Estado estará bien gobernado. No se deben buscar pretextos para violar la equidad, ni intentar abusos contra el bien común. Un Estado bien gobernado es el mayor baluarte porque, si queda a salvo, todo se salva, y si el Estado perece, todo perece” (Ravasi, G. 2012).