“¡Niño, tápate los ojos!” segunda parte.
Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
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Continuando hablando sobre el erotismo en el arte de esta manera tan sutil… ¿acaso podría ser de otra forma hablando de arte? Continuaré platicando de algunas obras famosas y otras no tanto. Es verdad que en todas las épocas ha habido extremos, hay obras maestras y hay adefesios ridículos y obscenos, hay artistas que viven en la opulencia y otros que no salen de perico-perro, hay camaradería y rivalidad, por tanto hay espectadores lujuriosos y corrientes y aquellos a los que la virgen les habla. Trataré de ubicarme justo a la mitad de estos dos extremos de espectadores y continuar este viaje apreciando y descubriendo detallitos en pinturas que esconden mucho más información de la que se ve a simple y llana vista. Un cuerpo desnudo o mostrando sus partes íntimas, hablando de arte, nos chismorrea de detalles de la época en que fue pintado, a veces esos desnudos son tan fríos y tan moralizantes que en lugar de alborotar la hormona la calman y la ponen en paz.
Comenzaré platicando de una bella miniatura que desde el primer momento que la vi me llenó de curiosidad, esta es una miniatura que forma parte del mejor conservado manuscrito gótico francés iluminado Très Riches Heures, creado a inicios del siglo XV. Este maravilloso libro que contiene 206 hojas y 66 miniaturas grandes y 65 pequeñas, nos ofrece vivas representaciones de campesinos trabajando y aristócratas, en un marco de arquitectura medieval. Me refiero a la miniatura nombrada “Febrero”, atribuido a Paul Limburg. El paisaje nevado se desarrolla en un granja, una iglesia al fondo, un hombre guía a un burro hacia la villa, otro tala árboles, en el ángulo inferior izquierdo vemos una casa abierta y tres mujeres sentaditas a las que no hay que perder de vista. La miniatura nos muestra una ambiente idílico, tranquilo y lleno de armonía, sin embargo el mundo en el siglo XV lucia muy diferente, durante los crudos inviernos los lobos bajaban buscando a caperucita, a su abuelita y a toda cosa comestible que se les cruzara. Si la cosecha fue pobre en primavera la hambruna dejaba a la gente más vulnerable a las epidemias y por tanto a la muerte y tantos inviernos duros seguidos dejaba a la población mermada, el libro de las Horas se pintó entre 1408 y 1416, durante estos años al menos dos inviernos fueron considerablemente crueles, los cronistas de la época hablan de inundaciones y sequias amén de las guerras… es decir, si no les llovía les lloviznaba, entonces ¿de dónde lo idílico de la miniatura? Francia en caos. Como es de esperarse las crónicas eran pagadas por los señores de dinero y la realidad de los campesinos no importaba mucho, o nada, entonces no es de esperar que estos fueran pintados como “si no pasara nada” felices campesinos trabajando en un mundo feliz, decorativos. Bueno para no hacerles el cuento tan largo me regreso a las tres señoritas que les mencioné arriba. Ellas siguen sentaditas, dos de ellas con sus faldas alzadas calentándose al fuego del hogar… sin calzones y mostrando claramente sus genitales. Las duras doctrinas de la iglesia allá por la Edad Media no estaban muy en sintonía con las normas de conducta de la gente. Viviendo en el hacinamiento en el que vivían, muy poco les importaba que la gente viera… lo que no tenía que ver. La gente de estrato bajo indudablemente consideraba la desnudes a partir del abdomen para abajo, como normal. La otra mujer no tiene su falda levantada lo cual indica que es de un estrato social más alto y solo se levanta elegantemente la falda ligeramente, las otras dos imitan burlonamente sus buenos modales levantando las manos como diciendo “¡ay si tú!”. La fuerte y notable diferencia entre ricos y pobres en esos, y en todos los tiempos, salta a la vista en todos lados, con mayor razón en el arte.
La siguiente pintura de la quiero comentar es una tríptico cargado de desnudos, pero este no es un catálogo tipo playboy, más bien es una pintura con fuerte carga moralista, y aquí los desnudos son los que van a demostrar los pecados carnales. Solamente haré una breve, brevísima introducción considerando que casi se me acaba la hoja. El tríptico maravilloso al que me refiero es el Jardín de las Delicias del Bosco y en una tercera parte, que será la última, comentaré sobre los estudios hechos sobre el significado de la pintura, sobre todo el objetivo de tanta mujer desnuda en la parte central del tríptico, ¿Misoginia-moralizante? ¿Onirismo o representación de la cruda realidad?, Ya veremos qué nos cuenta este abuelo del surrealismo y miembro de la cofradía de la Virgen de Hertogenbosch.
Sin más por el momento os dejo y espero, de todo corazón, que su mente este limpia de cualquier pensamiento impuro e insano.
Fin de la segunda parte.