NUEVA TAREA
Ivonne Aracelly Ortega Pacheco
Es totalmente comprensible que el mundo haya puesto su atención en el primer debate oficial de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, efectuado la semana pasada, pues se trata del país más poderoso del mundo y, en consecuencia, de esa elección dependen las condiciones laborales, económicas y sociales de millones de personas,incluyendo por supuesto a México.
Vimos frente a frente a Hillary Clinton y a Donald Trump debatiendo sobre economía, empleo e igualdad de oportunidades y, como era de esperarse, el candidato republicano mostró toda su intolerancia y nos dejó en claro por qué no debe ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Ante la actitud del candidato republicano, que refrendó totalmente en el debate, cabe preguntarse ¿Cómo logró ascender a la candidatura, por qué la gente lo impulsó hasta ese punto?
Los medios de comunicación, y sobre todo las redes sociales, hacen posible que todos tengamos acceso de inmediato a gran cantidad de información, lo que ha generado que la sociedad sea más exigente con sus gobernantes.
De un tiempo a acá, los datos sobre actos y obras de gobierno son obligatoriamente públicos, y cada vez cobra mayor fuerza la cultura del acceso a la información como una herramienta de la transparencia.
Así, cuanto más abierto es el ejercicio público, menos márgenes quedan a la corrupción, que, una vez descubierta, es exhibida de inmediato.
Pero esa sociedad más informada ha mostrado gran desconfianza hacia la clase política tradicional y busca alternativas al poder.
Por eso, en la falta de representatividad de los actores políticos hay una evidente crisis de legitimidad que no es un fenómeno exclusivo de nuestro país.
Esa problemática es una realidad global que entraña acciones que no pueden comprenderse si no se valoran a la luz de la molestia de la ciudadanía y su hartazgo de los esquemas políticos actuales: desde el Brexit, las crisis de gobierno en Grecia y España, hasta el reciente referéndum de Colombia, en el cual se le cierra el paso a un acuerdo de paz entre la guerrilla y el gobierno.
Por eso, Trump logró seducir a un sector de la población estadounidense que no cree en la política, ni en los partidos, y que añora tiempos también difíciles pero con menos restricciones.
Lo sedujo con una conducta de aparente rebeldía ante el sistema, aunque, como ya ha quedado suficientemente demostrado, esa aparente rebeldía es simplemente desprecio a la ley y a los demás.
Trump es producto del caos y su candidatura respondió al descontento de ese sector que encuentra explicación en los cambios habidos en los procesos sociales a nivel mundial, que no son más como los conocíamos apenas hace unos años.
A los mexicanos nos corresponde realizar una nueva tarea, trabajar para que fenómenos de ese tipo no se repliquen en nuestro territorio. Lo mejor que podemos hacer es rescatar la política del caos en que se encuentra.
Debemos retomar la ideología y los principios como elementos de identidad y fortaleza de los partidos, transparentar procesos internos y democratizar la elección de candidatos para una efectiva representatividad.
También necesitamos reestructurar las instituciones públicas para que respondan a la demandas de justicia, claridad y atención de la ciudadanía. Esa tarea entraña un gran esfuerzo pero vale la pena y podemos hacerlo.
Lic. Ivonne Ortega Pacheco
Legisladora Federal
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