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TIEMPOS LIQUIDOS (1)
Ricardo Monreal Ávila

¿Cómo caracterizar los cambios acelerados que vive el mundo contempráneo en cuestiones como las relaciones familiares, la forma de producir los bienes y servicios de un país, las nuevas relaciones de poder horizontales que desplazan a las corporaciones verticales, la revolución tecnológica en la industria y el sector servicios, el empoderamiento individual de los ciudadanos en detrimento de gobiernos, partidos, empresas y sindicatos corporativos? ¿Cómo describir la caída súbita de grandes corporaciones y empresas que lucían sólidas, por ejemplo las grandes cadenas televisivas, frente a empresas tecnológicas que nacieron en el garage de un emprendedor jubilado como el propietario de Netflix, con un capital mil veces menor que las primeras?

Zygmunt Bauman, sociólogo polaco, encontró en el término “tiempos líquidos” y “modernidad líquida” un concepto rector para describir estos cambios acelerados e impercebtibles en nuestras sociedades contemporáneas. Bauman murió hace unos días, a la edad muy sólida o poco líquida de 90 años. Con ese motivo, dedico este espacio a formular una síntesis o reseña de sus principales planteamientos.

La caracterización de la modernidad como un «tiempo líquido» es uno de los mayores aciertos de la sociología contemporánea. La expresión, acuñada por Zygmunt Bauman, da cuenta con precisión del tránsito de una modernidad «sólida» –estable, repetitiva– a una «líquida» –flexible, voluble– en la que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de referencia para los actos humanos. Pero la incertidumbre en que vivimos se debe también a otras transformaciones entre las que, en el pensamiento de Bauman, se contarían: la separación del poder y la política; el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo, o la renuncia al pensamiento y a la planificación a largo plazo: el olvido se presenta como condición del éxito.

Este nuevo marco implica la fragmentación de las vidas, exige a los individuos que sean flexibles, que estén dispuestos a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. Bauman proponía un acercamiento que no busca respuestas definitivas, como quien tantea para ver si hace pie antes de lanzarse a un río que, sobre todo hoy, nunca es el mismo. Los textos de Zygmunt Bauman sobre la modernidad líquida han cambiado la visión del mundo contemporáneo y permiten afrontar uno de los temores y miedos más inconfesables de la civilización occidental: ¿qué futuro nos espera a nosotros, a nuestras familias y a nuestros países? (reseña de Editorial Planeta).

La globalización como destino inevtiable y dominante del siglo XX y XXI es sometida a una rigurosa radiografía y disección en todas las obras de este escritor, considerado uno de los pensadores más influyentes en los movimientos sociales y de resistencia ocurridos recientmente en Europa y América (esencialmente los movimientos de globalifóbicos, indignados y liberales independientes que emergieron en las últimas dos décadas).

"La exposición de los individuos a los caprichos del mercado laboral y de bienes suscita y promueve la división y no la unidad; premia las actitudes competitivas, al tiempo que degrada la colaboración y el trabajo en equipo al rango de estratagemas temporales que deben abandonarse o eliminarse una vez que se hayan agotado sus beneficios. La “sociedad” se ve y se trata como una “red”, en vez de como “una estructura” (menos aún como una “totalidad” sólida): se percibe y se trata como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de un número esencialmente infinito de permutaciones posibles."

Si bien, nunca los contextos sociales ofrecieron una garantía total de predicción de las adversidades y el terreno fue siempre algo inestable, actualmente el progreso nos ha llevado a basar nuestras perspectivas vitales sintiendo una implacable e inexorable amenaza de cambio. En el siglo XXI la sociedad ha dejado de moverse en conceptos perdurables y duraderos, es decir sólidos, para desembocar en una realidad definida por Bauman “modernidad líquida” que no se puede planificar y que nos lleva a transitar sin saber por dónde ni hacia dónde, sin posibilidad de planificación y obligándonos a vivir en unos mundos definidos por la fragilidad, la inseguridad, lo momentáneo y lo transitorio.

Bauman justifica el uso del término “líquido” en estos contextos porque son las sustancias líquidas las que tienen dificultad para mantener su forma. Nos situamos así en una sociedad marcada por el miedo a la incertidumbre. El principio de incertidumbre que el autor aplica a los escenarios líquidos, abarca desde la separación entre poder y política y el colapso del pensamiento, hasta el sentido de la responsabilidad del individuo, en la que más que normas que rigen su comportamiento, será su capacidad de adaptación al entorno lo que guiará su conducta.

Este entorno sociocultural influye inevitablemente en el entorno tecnológico, o mejor dicho, la tecnología ha evolucionado en sinergia con la sociedad, provocando a su vez un desarrollo en la manera de entender la comunicación, la información y la educación. Más allá de las tecnofilias y tecnofobias, el papel de la mediación tecnológica en las relaciones humanas contiene un amplio espectro de grises, de luces y sombras. Debido a estas transformaciones, a estos cambios, hemos evolucionado hacia la convergencia mediática y a través de ella, nuestro presente sociocultural también ha cambiado, dando lugar a un desplazamiento del eje de gravedad y del equilibrio ya existente, que ha modificado esta sociedad que Castells define “sociedad red”, en la que se dan diferentes órdenes nuevos, la globalización de la información, la cultura de los medios de masas interconectados y una nueva forma de razonar de manera lógica. O, en sus propias palabras:

"Al ser una red global con poder de procesamiento de información y comunicación multinodal, Internet no distingue fronteras y establece comunicación irrestricta entre todos sus nodos. La única censura directa posible de Internet es no estar en la red. No se puede estar "un poquito" en Internet."

La manera de pensar de los individuos ha cambiado y es cierto que estamos en una grave crisis generada por modelos sociales basados en un sistema que ya no es eficaz, pero la red nos pone a disposición el acceso a la información y al conocimiento y, gracias a ellos, podemos transformar y en base a nuestras necesidades, construir nuevas oportunidades. A partir de aquí se nos presenta un futuro digital, una cultura social abierta a nuevos paradigmas, lo que unido a las redes sociales posibilitan una enseñanza y un aprendizaje que se sale de los muros de las instituciones y que redimensiona el hecho educomunicativo y lo saca fuera de las aulas a las que antes estaba circunscrito (continuará).

ricardomonerala@yahoo.com.mx<br /> Twitter: @ricardomonrela

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