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TUNAS CARDONAS
Genaro Borrego Estrada

A iniciativa del Gobernador Alejandro Tello y con la aprobación del Congreso del Estado, se ha establecido un llamado impuesto ecológico.  El título desde luego sugiere el destino de los recursos a recaudar, los cuales se supone se aplicarían para rescates ecológicos por daños a la naturaleza que se hayan realizado en territorio zacatecano, tales como los desmontes y apertura de tierras al cultivo temporalero de amplias superficies antes dedicadas a la explotación ganadera; o a reforestar amplias áreas de nuestros bosques, por ejemplo en las Sierras de Valparaíso y Monte Escobedo en donde se ha dado una inaceptable tala ilegal y muchas veces “tolerada”; o al tratamiento de las aguas residuales de la zona conurbada de Guadalupe –Zacatecas y el saneamiento de la Laguna del Pedernalillo; o el ordenamiento de los improvisados rellenos sanitarios donde se depositan diariamente, sin ninguna regulación ecológica y sanitaria, grandes cantidades de basura y desechos etc. etc.  Podríamos continuar señalando ejemplos de casos concretos hacia donde podría pensarse serán canalizados los recursos del mencionado impuesto ecológico.

Seguramente existe un Plan de remediación ecológica diseñado con rigor técnico para tener efectividad en la aplicación de los recursos adicionales que se obtendrán.  Lo desconozco.  Ojalá exista y se ejecute con efectividad para que valga la pena tanta polémica y compense los efectos negativos que dicha recaudación acarreará.

Si no fuese así, la pregunta obligada es: ¿En qué se van a aplicar dichos recursos?  La respuesta debe ser transparente y convincente, ya que el gasto público ha crecido enormemente, su ejercicio es opaco, la deuda del Gobierno del Estado se encuentra en niveles muy lamentables y además hay la percepción y la certeza generalizada de que se ha aprovechado para beneficios económicos particulares de los responsables de ejercerlo.  Ha habido una denigrante y agraviante corrupción en perjuicio de Zacatecas.

Surge la duda entonces de que el llamado impuesto ecológico sirva para atenuar la deuda heredada del gobierno anterior y para sostener un nivel de gasto corriente excesivo de estructuras gubernamentales obesas y repletas de intereses creados ajenos al beneficio colectivo.

Con sinceridad me hago la pregunta ¿En realidad será benéfico para Zacatecas el establecimiento del llamado “impuesto ecológico”? Concreta y claramente.  ¿En qué consiste el beneficio que se espera? ¿Mejorará el medio ambiente? ¿Ayudará a impulsar el desarrollo económico, la generación de empleos productivos y el beneficio social? ¿Ayudará realmente a mejorar las condiciones de vida de la gente? En resumen: ¿El impuesto ayudará a los zacatecanos o será al Gobierno, para mitigar sus deudas y a mantener a su burocracia?  Me parece que estas preguntas merecen un análisis objetivo y respuestas claras.

Me preocupa que el apoyo a este impuesto sea más emocional que racional y que el rechazo sea más político que analítico.  Con sinceridad y sin mediar ningún interés de mi parte, sino pensando exclusivamente en el bien de Zacatecas, me parece que generará más perjuicios que beneficios.  Se trata de una medida recaudatoria eficaz pero una decisión de política económica y social equivocada e ineficaz.  Será útil para que el Gobierno disponga de más dinero, pero será inútil e incluso perjudicial, para el desarrollo económico de la entidad y para la creación de empleos formales.  Se trata de un desincentivo a la inversión productiva y a la modernización de la economía zacatecana.  Ojala me equivoque y el tiempo me desmienta.  Veremos.

Hasta la próxima.

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