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¿Y las tradiciones?
Por: Juan Carlos Girón Enriquez

No cabe duda que la sociedad evoluciona, se transforma, todo cambia y no podemos negarnos a esa dinámica. El acceso a la tecnología, la información, el multiculturalismo, la globalidad han ido haciendo de nuestro mundo una gran comunidad.
Para hacer frente a este fenómeno globalizador, integracionista, que ha provocado en mayor o menor medida la pérdida de identidad y la transculturalización, se ha ido gestando un movimiento de reivindicación de cultura y tradiciones que no es otra cosa que rescatar aquello que en algún momento constituyo un pilar en la construcción de una comunidad y retomarlo en aras de no olvidar nuestros orígenes, no se trata de pelear con la modernidad, por el contrario de aprovechar al máximo esa modernidad y difundir las tradiciones que construyeron identidad de comunidades y pueblos enteros.
Tal es el caso del sábado de gloria en el Municipio de Jerez. En sus orígenes de esta festividad había una gran convivencia familiar, la gente en las calles, la quema de judas, la apertura de la gloria en el jardín principal, el respeto por la tradición religiosa sin dejar de lado la festividad; muchas cosas que se han dejado de lado, que la mayoría de los turistas actuales ni siquiera conocen porque la fiesta ha dejado de ser lo que era para convertirse en una gran cantina en donde al final del día solo quedan excesos, de basura, de accidentes, de alcohol y nada de cultura ni de tradiciones.
No se trata de impedir a los turistas que asistan a Jerez el sábado de gloria, pero porque no pensar en invitarlos a que conozcan de manera adecuada lo que este gran día representaba para los jerezanos, retomemos nuestras tradiciones y todo aquel que este dispuesto a conocer esa cultura sin excesos, de la manera tradicional bienvenido a hacerlo.
La venta excesiva de alcohol no es la única manera de generar recursos económicos, existen otras fuentes de ingresos que pueden garantizar una derrama económica atractiva sin necesidad de caer en los excesos y en destruir en un momento lo que tanto tiempo ha costado levantar.
No se trata de cerrar el pueblo a los turistas, sino de seleccionar que tipo de turismo queremos tener en Jerez. Mejorar los servicios turísticos, ofrecer variedad de comida, mejorar los hoteles, ofrecer eventos culturales de talla internacional que, sin bandalizar la infraestructura de la cabecera municipal, se aprecie las riquezas y bondades que este municipio tiene para ofrecer al turismo que no necesite causar destrozos para apreciar un rato de sana diversión.
No es en contra del alcohol, sino en contra de los excesos, que son, como bien lo dice la sabiduría popular, malos. Mostremos un rostro distinto de las tradiciones jerezanas y no permitamos que cada año se vayan perdiendo mas y mas las ricas tradiciones y cultura que han hecho de Jerez lo que ahora es, un pueblo mágico que tiene mucho que ofrecer: arquitectura, artistas locales, tradiciones, gastronomía típica, cultura; todo eso sin necesidad de destruir, ensuciar o arriesgarse.
Las tradiciones y la cultura son el pilar fundamental en la construcción de identidad, no dejemos que eso se pierda en los exceso de una festividad que ha dejado de ser lo que era.

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