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Ivonne Ortega Pacheco
UN CAMBIO Y UN MENSAJE
Los partidos en México necesitan un cambio que sea, ante todo, un claro mensaje de cero impunidad cuyo primer paso consista en la aplicación de una justicia ágil, transparente y ejemplar en todos los casos de corrupción y abusos de poder. Porque el reclamo social es de un cambio profundo y urgente.
Es indudable que todos los partidos en México atraviesan por una crisis de credibilidad, que sin duda afecta mayormente al PRI y que tiene su origen en la corrupción -la gran figura del espectáculo mediático al que hemos asistido los mexicanos en los últimos años-.
Ese lastimoso espectáculo, que sin duda daña al país y hace crecer la desconfianza de la gente en la política, tiene actualmente como protagonistas a los ex gobernadores de Tamaulipas y Veracruz, Tomás Yarrington y Javier Duarte respectivamente.
Ambos transgredieron la ley al servirse de la política para sus intereses personales. El primero acusado de nexos con el narcotráfico y capturado en Italia y el segundo aprehendido en Guatemala bajo cargos relacionados con enriquecimiento ilícito.
Yarrington y Duarte traicionaron a su partido, el PRI, pero en principio, al dejar de gobernar para la gente, traicionaron a quienes votaron por ellos.
Esos casos agravian a los millones de priistas que día con día ganan honradamente el alimento para su familia, porque quienes son acusados y perseguidos por los delitos que cometieron son una minoría, y no deben afectar el desempeño de la mayoría de sus militantes y del propio PRI.
Para los millones de personas que militamos en dicho partido, éste debe representar los ideales de justicia social, de progresismo y de igualdad de oportunidades, porque el PRI dio forma a las instituciones que hoy nos proporcionan seguridad social.
Por eso somos los priistas los primeros en reclamar justicia para limpiar la afrenta, ya que los escándalos son especialmente insultantes para los militantes que trabajan en las calles, quienes recorren manzana por manzana, colonia por colonia y distrito por distrito para alcanzar el triunfo para el partido.

Eso sí, para permanecer en la lucha es necesario que los institutos políticos vivan un cambio que les permita empezar a recuperar algo de la confianza perdida, que les otorgue un nuevo perfil.

El nuevo rostro de los partidos reclama menos dinero público para su financiamiento y el de sus candidatos, más participación real de sus militantes en las decisiones y una democracia real hacia su interior.

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