“Y luego… ¿qué sigue?”
Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com
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Pues bien… ¿y luego?... cuántas veces no hemos dicho esta expresión cuando estamos conversando y se nos acaban las palabras o los temas para seguir conversando. También es inevitable cuando algo se termina… y luego ¿qué sigue? Y es que no es fácil continuar cuando se rompe con la inercia, la monotonía y la costumbre, cuando suceden ciertos hechos que hacen que nuestra vida se salga de nuestra área de confort y tengamos que enfrentarnos a la toma de decisiones y debamos cambiar las reglas. No es fácil de primer momento y en muchas de las ocasiones no es nada agradable, pero como dice el viejo y conocido refrán: “no hay mal que por bien no venga”, y cuando uno voltea la vista hacia atrás se puede ver que esto es totalmente cierto.
Sucede en todo cuando termina. El cierre de un ciclo laboral son complicado, si el simple hecho de cambiar el lugar físico de las oficinas implica una contrariedad y adaptaciones, con mayor razón y con mucho más peso lo es la jubilación. No es fácil para todos, algunos brincan de alegría los primeros meses y después se hacen la dicha pregunta, otros se jubilan porque no les queda de otra y otros son como peces en océano una vez liberados de la carga de una jornada laboral. El cambio de trabajo, de compañeros, de actividades también hace que un velo de misterio aparezca delante de nosotros, la incertidumbre de lo desconocido… hasta que otra vez volvemos a la rutina y eso desconocido se vuelve para nosotros un aliado en la supervivencia diaria.
El clásico, cuando terminamos la carrera profesional. Aunque se haya comenzado a laborar antes de terminar la vida universitaria uno no puede evitar sentirse descontrolado, La Mada pensando ingenuamente que por fin podría dormir como oso hibernando… perdió el sueño una semana entera… y todo por la dichosa pregunta. Es que no es lo mismo trabajar siendo estudiante que trabajar siendo ya un profesionista, y no digo que el intelecto cambie, de hecho sigue igual, pero la cara que das no es la misma, un viernes sales del trabajo siendo estudiante y regresas el lunes con un título, es como le sucede a la recién casada (de las de antes), aunque no estoy segura si esta analogía aplique…
Una de las terminaciones más dolorosas y de las que mayor enseñanza nos deja, es cuando se termina una relación. En la infancia sucede con los amiguitos, nos queda un hueco terrible de pensar con quien vamos a jugar, sin embargo, estas pérdidas efímeras se resuelven antes de que se supere el duelo, los amiguitos vuelven rápidamente como si nada hubiese sucedido. La traición de un amigo durante nuestra vida adulta es muy dura, y entre más secretos de uno sepa el amigo perdido… más dolorosa es la pérdida. La pérdida de una pareja duele hasta que comprendemos que vacas que no dan leche… entonces la pérdida cambia de color y ese sufrimiento que calaba hasta los huesos y nos aplastaba el corazón, se torna en un dulce bálsamo que nos inunda de paz y tranquilidad, claro, si se sigue aferrado a aquel que se fue por los cigarros o aquella que se fue al gimnasio, mi estimado, no hay ni cómo ayudarlo. En el caso de un pérdida amorosa la pregunta puede manejarse desde dos puntos de vista: 1. Y luego ¿qué sigue? o 2. Y luego ¿quién sigue?, las dos preguntas son igual de eficaces y útiles y evitan que usted siga anclado en el pasado. La respuesta puede tardar en llegar pero si se relaja le aseguro que llega.
Las pérdidas de un ser querido que se nos va a otra dimensión no las voy a tocar. Esa incertidumbre es dolorosa y oscura. El día de hoy la Mada no pretende ponerse triste ni entristecer a nadie… esa es harina de otro costal.
El fin de un proyecto para el cual nos estuvimos preparando durante meses o semanas nos hace entrar en un receso tenso, aunque se libera la presión es importante y estar conscientes de la necesidad de tomar un nuevo proyecto, si no se hacen nuevos planes y se establecen nuevas metas se puede caer en un abismo del cual es muy difícil, pero no imposible, salir. El abismo del ocio y del conformismo donde se habita cuando no se tienen planes y nada que hacer, cuando la frase: “y luego ¿qué sigue?” ni siquiera entra en nuestro vocabulario, es cómo apretar las venas y evitar que la sangre circule. El torrente de vida se nos acumula y pueden suceder dos cosas: 1. Explota y circula nuevamente con más fuerza y nos vuelve a llenar de energía o 2. Se seca y se rinde.
Yo le recomendaría, por salud mental, que al menos se cuestione: “y luego ¿qué sigue?”, independientemente si la responde o no, al menos no estará estrangulando sus venas.
Fin, pa' lante y si no encuentra las palabras, se lo dejo en italiano: E dopo…che c'é?
Sucede en todo cuando termina. El cierre de un ciclo laboral son complicado, si el simple hecho de cambiar el lugar físico de las oficinas implica una contrariedad y adaptaciones, con mayor razón y con mucho más peso lo es la jubilación. No es fácil para todos, algunos brincan de alegría los primeros meses y después se hacen la dicha pregunta, otros se jubilan porque no les queda de otra y otros son como peces en océano una vez liberados de la carga de una jornada laboral. El cambio de trabajo, de compañeros, de actividades también hace que un velo de misterio aparezca delante de nosotros, la incertidumbre de lo desconocido… hasta que otra vez volvemos a la rutina y eso desconocido se vuelve para nosotros un aliado en la supervivencia diaria.
El clásico, cuando terminamos la carrera profesional. Aunque se haya comenzado a laborar antes de terminar la vida universitaria uno no puede evitar sentirse descontrolado, La Mada pensando ingenuamente que por fin podría dormir como oso hibernando… perdió el sueño una semana entera… y todo por la dichosa pregunta. Es que no es lo mismo trabajar siendo estudiante que trabajar siendo ya un profesionista, y no digo que el intelecto cambie, de hecho sigue igual, pero la cara que das no es la misma, un viernes sales del trabajo siendo estudiante y regresas el lunes con un título, es como le sucede a la recién casada (de las de antes), aunque no estoy segura si esta analogía aplique…
Una de las terminaciones más dolorosas y de las que mayor enseñanza nos deja, es cuando se termina una relación. En la infancia sucede con los amiguitos, nos queda un hueco terrible de pensar con quien vamos a jugar, sin embargo, estas pérdidas efímeras se resuelven antes de que se supere el duelo, los amiguitos vuelven rápidamente como si nada hubiese sucedido. La traición de un amigo durante nuestra vida adulta es muy dura, y entre más secretos de uno sepa el amigo perdido… más dolorosa es la pérdida. La pérdida de una pareja duele hasta que comprendemos que vacas que no dan leche… entonces la pérdida cambia de color y ese sufrimiento que calaba hasta los huesos y nos aplastaba el corazón, se torna en un dulce bálsamo que nos inunda de paz y tranquilidad, claro, si se sigue aferrado a aquel que se fue por los cigarros o aquella que se fue al gimnasio, mi estimado, no hay ni cómo ayudarlo. En el caso de un pérdida amorosa la pregunta puede manejarse desde dos puntos de vista: 1. Y luego ¿qué sigue? o 2. Y luego ¿quién sigue?, las dos preguntas son igual de eficaces y útiles y evitan que usted siga anclado en el pasado. La respuesta puede tardar en llegar pero si se relaja le aseguro que llega.
Las pérdidas de un ser querido que se nos va a otra dimensión no las voy a tocar. Esa incertidumbre es dolorosa y oscura. El día de hoy la Mada no pretende ponerse triste ni entristecer a nadie… esa es harina de otro costal.
El fin de un proyecto para el cual nos estuvimos preparando durante meses o semanas nos hace entrar en un receso tenso, aunque se libera la presión es importante y estar conscientes de la necesidad de tomar un nuevo proyecto, si no se hacen nuevos planes y se establecen nuevas metas se puede caer en un abismo del cual es muy difícil, pero no imposible, salir. El abismo del ocio y del conformismo donde se habita cuando no se tienen planes y nada que hacer, cuando la frase: “y luego ¿qué sigue?” ni siquiera entra en nuestro vocabulario, es cómo apretar las venas y evitar que la sangre circule. El torrente de vida se nos acumula y pueden suceder dos cosas: 1. Explota y circula nuevamente con más fuerza y nos vuelve a llenar de energía o 2. Se seca y se rinde.
Yo le recomendaría, por salud mental, que al menos se cuestione: “y luego ¿qué sigue?”, independientemente si la responde o no, al menos no estará estrangulando sus venas.
Fin, pa' lante y si no encuentra las palabras, se lo dejo en italiano: E dopo…che c'é?