“¿Gooooooool?… ¿goool?”
Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com
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El domingo pasado, La Mada estaba tranquilamente tomando un té y disfrutando de la tarde-noche… de repente escuché muchos cláxones y cornetas, sin necesidad de pensar mucho me di cuenta de que se trataba de un partido de futbol, debía ser algo grande debido a tanta euforia, aunque usted lo dude, La Mada no tenía ni la más mínima idea de que torneo se trataba y mucho menos de que equipos jugaban. Verifique en mis grupos de WhatsApp y una agobiante cantidad de mensajes e imágenes hablaban tan solo del tema. Eso parecía una lucha campal en una especie de selva-granja, me explico: tigres y chivas enfrentándose a la par. La verdad, y con toda honestidad, la cuestión del futbol es una de las tantas cosas que no me quitan el sueño, es más, solo logro conmoverme un poco con los partidos de la Selección Nacional y esto es solo por las cuestiones nacionalistas que traigo muy atoradas en mi psique. La verdad esta cuestión de tigres y chivas no logró emocionarme en lo más mínimo. Bueno si algún fan me hubiese invitado a su casa a una carne asada con cerveza fría, es muy probable que hubiese emitido un efusivo grito de ¡gooooo!, aunque existía la alta probabilidad de que lo gritara en un gol del equipo contrario y tuviese que salir de la casa del anfitrión con la cola entre las patas.
Cuando algunos hacemos evidente que esta emoción por el futbol rebasa los límites de la cordura y de la lógica ante aquellos fanáticos que van narrando cada una de las jugadas en las redes o andan por tres días con la camiseta de su equipo algo terrible puede suceder. La catástrofe. Una furia acumulada sale y te hacen saber que eres un verdadero tonto al declarar semejante barbaridad. Al escribir esto sé que me expongo un poco como Salman Rushdie con sus versos satánicos y también sé que no soy, ni años luz, un Umberto Eco quien hacía públicos, a nivel internacional, sus opiniones sobre el futbol y sobre todo sus fanáticos. Aclaro, cada quien sus gustos y sus locuras, yo tengo las mías, pero no puedo evitar escribir sobre el asunto, si no lo hago, reviento… ¿y no queremos eso verdad?
Ante lo anterior, me ampara en la siguiente frase de Eco: “No me gusta el hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres e insiste en hablar contigo como si lo fueras.” Y ¿sabe usted qué? esto es verdad. Hace algunos años, en un libro de texto de enseñanza del idioma italiano leí por primera vez un artículo de Umberto Eco titulado “Cómo no hablar de futbol”. Me pareció bastante cómico además de genial. Ilustra lo anterior con un maravilloso ejemplo, una conversación entre un músico, un ejecutante de flauta dulce y un fanático durante una trayectoria en tren:
-¿Ha oído el último CD de Frans Brüggen?
-¿Cómo, cómo?
-Me refiero a la Pavane Lachryme. A mí me parece que ataca demasiado lento.
-Perdone, no lo entiendo”.
-Hombre, le estoy hablando de Van Eyck, ¿no? (silabeando) El Blockflöte”.
-Mire usted es que yo… ¿Se toca con arco?
-Ah, ya entiendo, usted no…
-Yo, no.
-Curioso. ¿Pero usted no sabe que para tener una Coolsma hecha a mano hay que esperar tres años? Entonces es mejor una Moeck de ébano. Es la mejor, al menos de las que pueden encontrarse en las tiendas. Me lo ha dicho incluso Rampal… Y oiga, ¿llega usted hasta la quinta variación de Derdre Doen Daphne D'Over?
-La verdad, yo voy a Parma…
Bueno, es muy claro que mi querido Umberto se nos fue demasiado elevado en la conversación, pero hubiese dado la misma, con alguien cuyo único tema de conversación es el futbol, es como hablar con pared, me escucho ruda pero creo que es verdad. Si usted trata de decir que en nuestro país hay temas mucho, pero por mucho más importantes para hablar y comentar y sobre todo “preocuparse” el interlocutor se bloquea.
El futbol como deporte me parece interesante y admiro a quien lo juega, de hecho hay bastante jugadores que me gustan y no les diría que no. He estado tentada a tomar los intensos entrenamientos, jugar un partido la verdad no es lo mío, me fascina el hábito que se crea en los niños y en los jóvenes por practicar un deporte, ver la convivencia familiar en los partidos camperos, digo, La Mada tampoco es un grinch que vive amargada y quejándose de todo. No, sin embargo, no puedo cerrar los ojos, taparme los oídos y hacerme pendeja al no decir lo que pienso, el futbol en nuestro país algo así como el mito Guadalupano (ojo, hablo del mito, mi fe no es motivo de cuestionamiento, La Mada es Guadalupana pero eso no quita que sea crítica) Han usado para manipular mantener sedado al pueblo.
Mi padre decía: “panem et circenses”, en realidad mi padre no hablaba latín, él decía: “Pan y circo”, querido lector, usted bien sabe a qué me refiero.
Final esperando la carne asada, aunque solo sea para ver el fut.
Cuando algunos hacemos evidente que esta emoción por el futbol rebasa los límites de la cordura y de la lógica ante aquellos fanáticos que van narrando cada una de las jugadas en las redes o andan por tres días con la camiseta de su equipo algo terrible puede suceder. La catástrofe. Una furia acumulada sale y te hacen saber que eres un verdadero tonto al declarar semejante barbaridad. Al escribir esto sé que me expongo un poco como Salman Rushdie con sus versos satánicos y también sé que no soy, ni años luz, un Umberto Eco quien hacía públicos, a nivel internacional, sus opiniones sobre el futbol y sobre todo sus fanáticos. Aclaro, cada quien sus gustos y sus locuras, yo tengo las mías, pero no puedo evitar escribir sobre el asunto, si no lo hago, reviento… ¿y no queremos eso verdad?
Ante lo anterior, me ampara en la siguiente frase de Eco: “No me gusta el hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres e insiste en hablar contigo como si lo fueras.” Y ¿sabe usted qué? esto es verdad. Hace algunos años, en un libro de texto de enseñanza del idioma italiano leí por primera vez un artículo de Umberto Eco titulado “Cómo no hablar de futbol”. Me pareció bastante cómico además de genial. Ilustra lo anterior con un maravilloso ejemplo, una conversación entre un músico, un ejecutante de flauta dulce y un fanático durante una trayectoria en tren:
-¿Ha oído el último CD de Frans Brüggen?
-¿Cómo, cómo?
-Me refiero a la Pavane Lachryme. A mí me parece que ataca demasiado lento.
-Perdone, no lo entiendo”.
-Hombre, le estoy hablando de Van Eyck, ¿no? (silabeando) El Blockflöte”.
-Mire usted es que yo… ¿Se toca con arco?
-Ah, ya entiendo, usted no…
-Yo, no.
-Curioso. ¿Pero usted no sabe que para tener una Coolsma hecha a mano hay que esperar tres años? Entonces es mejor una Moeck de ébano. Es la mejor, al menos de las que pueden encontrarse en las tiendas. Me lo ha dicho incluso Rampal… Y oiga, ¿llega usted hasta la quinta variación de Derdre Doen Daphne D'Over?
-La verdad, yo voy a Parma…
Bueno, es muy claro que mi querido Umberto se nos fue demasiado elevado en la conversación, pero hubiese dado la misma, con alguien cuyo único tema de conversación es el futbol, es como hablar con pared, me escucho ruda pero creo que es verdad. Si usted trata de decir que en nuestro país hay temas mucho, pero por mucho más importantes para hablar y comentar y sobre todo “preocuparse” el interlocutor se bloquea.
El futbol como deporte me parece interesante y admiro a quien lo juega, de hecho hay bastante jugadores que me gustan y no les diría que no. He estado tentada a tomar los intensos entrenamientos, jugar un partido la verdad no es lo mío, me fascina el hábito que se crea en los niños y en los jóvenes por practicar un deporte, ver la convivencia familiar en los partidos camperos, digo, La Mada tampoco es un grinch que vive amargada y quejándose de todo. No, sin embargo, no puedo cerrar los ojos, taparme los oídos y hacerme pendeja al no decir lo que pienso, el futbol en nuestro país algo así como el mito Guadalupano (ojo, hablo del mito, mi fe no es motivo de cuestionamiento, La Mada es Guadalupana pero eso no quita que sea crítica) Han usado para manipular mantener sedado al pueblo.
Mi padre decía: “panem et circenses”, en realidad mi padre no hablaba latín, él decía: “Pan y circo”, querido lector, usted bien sabe a qué me refiero.
Final esperando la carne asada, aunque solo sea para ver el fut.