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Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
ANDY WARHOL DARK STAR, SUPER STAR… II parte

Para documentar; ahora no mi pesimismo sino por una vez optimismo… y alimentar el de los demás

Hace una semana escribí sobre mi aventura lúdica de pasar un fin de semana en la Ciudad de México olvidando un poco los difíciles momentos que vivía en estas tierras donde la lluvia no se decide mojar, y donde las temperaturas se encuentran en niveles que difícilmente soportamos los que radicamos aquí en Zacatecas.

Comentaba que después de recorrer tanto el Museo de Arte Moderno como el Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo, me dirigí a Polanco muy cerca del Hospital Español en la avenida Ejercito Nacional en el cruce con Antiguo Ferrocarril a Cuernavaca donde a unas cuadras se encuentran el imponente museo Zumaya de Carlos Slim, y frente a él el Museo Jumex también de arte contemporáneo y post moderno.

Lo había visitado con anterioridad encontrándome con colecciones difíciles de valorar desde la perspectiva de alguien que si bien está interesado en el arte, difícilmente comprende a las personalidades que actualmente se dedican a la obra plástica como el mayor de ellos - de origen mexicano - Gabriel Orozco.

Recuerdo que en alguna ocasión tuve la oportunidad de visitar al Museo de Arte Moderno de la Ciudad de San Francisco y la obra de este artista tapatío – nada que ver con el muralista - tenía como centro de su muestra; literalmente un elevador obviamente descompuesto, es decir la cabina de un elevador. Para entender al autor años después vi un documental en la televisión sobre sus proyectos y entendí la estética que lo envolvía y recordé – claro – la descontextualización del arte desde los tiempos de Duchamps.

Creí que no volvería a entrar al Jumex estando frente y a unos pasos el Zumaya repleto de arte de Dalí, Rodan así como los ya clásicos tanto en el círculo mexicano como internacional, pero estaba ahí la exposición de Warhol que había que apreciar.

Debo reconocer que tal vez por mi edad no entiendo muy bien a estos neoyorkinos que ocuparon el sitio central del arte contemporáneo en la segunda mitad del siglo XX, uno de ellos Jackson Pollock con su pintura literalmente a brochazos de mezclas de pinturas que sin tocar el lienzo apoyado en el suelo me había llamado la atención porque el resultado era - si - algo estético digno de admirar, pero además porque su propuesta era la de no dejar que el espacio consiente interviniera en el acto creativo, y no solo eso el hecho de haber sido admirador de Diego Rivera y el de haberse desplazado a México a estudiarlo regresando a Nueva York con una propuesta original y diferente, tan diferente de otros como por ejemplo Pablo Ohigin s quien joven viajo desde el noroeste de los Estados Unidos para conocer al grande de aquellos tiempos Diego Rivera y se quedó en México con una obra realista tan diferente de su contraparte que recién mencionamos.
Pero de ahí a entender a Warhol y sus imágenes características desde las latas de sopa Cambells etc. debo reconocer que no llamaba mi atención.

Las cosas cambiaron radicalmente cuando me vi dentro de una línea que de haberla entendido desde el inicio jamás la hubiera seguido, la espera era – como lo comente – de hora y media a dos horas, el sol caía al plomo a las 3 de la tarde y si la temperatura estaba por arriba de los 33 grados la sensación térmica era de 40, la línea serpenteaba una y otra vez hasta que me di cuenta que lo hacía en 20 o 30 arcos cada uno con 30 a 40 personas lo que implicaba algo que jamás había visto, desde la línea para entrar a ver la colección de Frida en el Palacio de las Bellas Artes que claro al estar extendida y abarcar varias cuadras determino mi renuncia a la espera y modificar mis planes del momento.

M afición no llega a tanto.

Ya en la línea y después de media hora, las asistentes me prestaron un paraguas para cubrirme del sol y así decidí esperar, algo tendría que tener esa exposición que los jóvenes esperaban pacientemente con todo y las inclemencias del tiempo.

Y los tiempos de espera me permitieron percatarme de algo que aún no logro entender del todo, el 99 % de quienes hacían la línea eran jóvenes de alrededor de los 20 años, es decir Milenians nacidos alrededor del 2000, 5 años más 5 años menos, una generación que ha sido fuertemente desacreditada por algunos aparentemente por su falta de interés en algo que no sean sus celulares. Ahí estaban como si estuvieran en la espera de un concierto de Rock con algún conjunto deslumbrante - y no - venían a ver la exposición de un artista que tuvo su clímax medio siglo antes, algo difícil de entender.

Cuando al fin pudimos entrar al recinto y subir al tercer nivel en un elevador amplio algo más llamo mi atención, los jóvenes además de ver los cuadros y la obra que ahí se exhibía, se concentraban más en leer cuidadosamente los textos que describían las distintas partes de la exposición lo que difícilmente sucede con otra muestra.

Yo había visto - como cualquier otra persona que haya vivido los años que yo he vivido - la obra de Warhol mas conocida, las clásicas latas de sopa o las imágenes de artistas, pero jamás había apreciado lo primero que nos presentó el curador, la imagen de la muerte, accidentes automovilísticos y en ellos las imágenes de quien en ellos habían perecido.

Si hoy en día esto puede ser considerado algo de mal gusto, ya me imagino como fueron recibidos en los sesentas, un carro con las ruedas para arriba y varios cadáveres que quedaron tanto bajo del mismo con alrededor manipulados – me refiero a las fotografías – con una intensión creativa que solo a Warhol se le pudo ocurrir que resultaron en una experiencia a todas luces estética.

“Antes de que me dispararan, solía pensar que nunca estaba completamente presente. Siempre sospeché que estaba viendo la televisión en lugar de vivir la vida…
En el momento del disparo, y a partir de entonces, supe que estaba viendo la televisión. Los canales cambian,
pero todo es televisión”.
—Andy Warhol

Warhol, originario de Pittsburgh donde estudio en la Carnegie Institut of Techology, fue un publicista exitoso en Nueva York a mediados del siglo, tenía sueldos exorbitantes pero de repente sintió que podía emigrar del diseño gráfico al arte y así lo hiso, pero al hacerlo logro lo que solo los grandes pueden hacer, romper los paradigmas del arte y crear un arte nuevo que comenzó a conocerse como Pop Art donde tomaba las fotografías que salían en las revistas o los medios impresos y las manipulaba creativamente creando sus famosas Serigrafías.

A nadie se le hubiera ocurrido utilizar la fotografía de un producto de consumo masivo como las latas de cambells y reproducirla 32 veces con características diversas para convertirla en una de las obras de arte más importantes que el mundo haya visto, y de ahí saltar a las imágenes de artistas y de personalidades de la política y dirigentes de todas partes del mundo (Elizabeth Taylor, Marlon Brando Elvis Presley, Jaqueline Kennedy, Mao etc.( pero también escenas de desastres y accidentes y de la muerte misma suicidios, represión policiaca, la silla eléctrica etc.)

Al final su adicción a las drogas sintéticas (anfetaminas) terminaron con su vida, murió a los 28 años dejando en su célebre SILVER FACTORY, su sello, que fue la trasgresión y la ruptura, una ruptura similar a los artistas que se resistieron a seguir la línea de los muralistas aquí en México, solo que Warhol fue más lejos, su evolución es una revolución de su propio destino, en uno de sus grandes obras “donde está la ruptura” muestra una imagen publicitaria de un ser humano consumista, la manipula la agranda y al tiempo mismo la degrada y se pregunta, ¿Dónde está la ruptura?

Y esto - estoy seguro - es lo que ven los jóvenes, revolución transgresión y ruptura, rechazo profundo al mundo en que viven y su deseo de modificarlo, de cambiarlo

“Si quieres saberlo todo sobre Andy Warhol, sólo tienes que ver la superficie: de mis pinturas, de mis filmes y de mí, y ahí estoy. No hay nada detrás”.
—Andy Warhol

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