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Inutilidad de la Evaluación de Desempeño Docente
Betty Luevano
Toda evaluación se realiza con la intención de mejorar aquello que se evalúa: un proceso, un producto, la prestación de un servicio, en suma, todo aquello que tenga que ver con el concepto de calidad. Pero cuando dicha evaluación no consigue tal objetivo, se convierte en un acto inútil.
Desafortunadamente, la mayoría de la población desconoce el funcionamiento de la tan llevada y traída evaluación docente y algunos, producto de esa ignorancia, la defienden sin detenerse a pensar que lo que validan es la necesidad de una evaluación en sí, no la que actualmente se realiza.
La inutilidad, el absurdo de esta evaluación radica en que quienes han conseguido acreditar el procedimiento, sea como destacados, buenos o idóneos, que son los menos, se encuentran con la desventura de una oferta de crecimiento laboral tan limitada que no consiguen satisfacer sus aspiraciones de un cambio de centro de trabajo o bien, un incremento de horas.
Para colmo de males, la vigencia de dicha evaluación es de tres años, por lo que durante ese tiempo, la lista de aspirantes se incrementa, teniendo mejor derecho para las vacantes que vayan surgiendo, la primera tanda de evaluados. A esto, hay que agregar, el que se evalúa a dos grupos de profesores por año.
En el caso de la Evaluación de Desempeño Docente, por más que sus autores intelectuales la defiendan, no hay por dónde encontrarle la utilidad.
A penas el pasado martes 4 de julio, la Seduzac convocó a los profesores que resultaron destacados y buenos en la evaluación de este ciclo escolar en el nivel de secundarias generales para la asignación de espacios. Luego de hasta cuatro o cinco horas de espera, la mayoría de los maestros se fueron bastante molestos por no poder ejercer su derecho debido tanto a las limitantes de la nueva normatividad, como a la raquítica oferta.
En el caso de la asignatura de Historia, ni siquiera el profesor que obtuvo el lugar de destacado, es decir, el primero de la lista, consiguió incrementar su carga horaria. Las vacantes disponibles eran de cuatro u ocho horas, en menos de diez espacios y en lugares muy apartados. En la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe, no se ofertaron vacantes. Sin embargo, muchos de los profesores que fueron evaluados en esta oportunidad lo hicieron de manera voluntaria sin que su esfuerzo haya valido la pena.
Otro de los absurdos se aprecia en que quienes realizan cada año el examen de oposición para ingresar al sistema y lo aprueban, pueden ser contratados con una carga horaria mucho mayor, hasta por más de 20 horas, que quienes tienen años o hasta décadas como maestros, pues para los que están dentro del sistema, por muy buena calificación que obtengan en la evaluación de desempeño, sólo pueden crecer dos grupos, es decir, desde cuatro a 10 horas, dependiendo de la asignatura. Hay casos de profesores con más de diez años de antigüedad que no han logrado incrementar una sola hora.
Con estos resultados, es apropiado decir que la evaluación de desempeño docente es poco menos que inútil, infructuosa, ineficaz o cualquier otro calificativo que denote la sinrazón de esta medida que, aunque es necesaria, la mecánica para darle aplicabilidad la demerita dramáticamente.

Mientras tanto, el magisterio y los alumnos pagamos los platos rotos.

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