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Pensiones
Martha Chapa
En México las pensiones para jubilación son limitadas, escasas e insuficientes para garantizar un decoroso nivel de vida una vez que un trabajador decide retirarse tras largos años de actividad laboral.
Además de ese de por sí acuciante problema, al paso del tiempo se ha ido generando un reto enorme, no sólo para cubrir financieramente el monto total de las pensiones por jubilación, sino por lo que significa su acumulación año con año.
La esperanza de vida en nuestro país se ha incrementado y en la actualidad es de más de 75 años en promedio (72.6 para los hombres y 77.8 para las mujeres), cuando en 1970 era de sólo 60.9 años en promedio. Por ende, el número de pensionados ha sido gradualmente mayor. Las crisis económicas que se han ido encadenando en las administraciones recientes complican el panorama.
Por eso, debemos estar alertas ante el problema que se avecina, pues ya de por sí la situación actual es preocupante. Más aún cuando el reto no termina ahí, en la cobertura de las pensiones para quienes se jubilan –y que han tenido la fortuna de laborar en el sector formal–, ya que se requiere también invertir en infraestructura adecuada y suficiente para la atención médica y social de ese importante segmento de la población que va en crecimiento constante.
A la vez, hay que considerar que a pesar de recibir su pensión, miles y miles de jubilados se ven obligados a buscar otras tareas remuneradas que complementen sus ingresos para apenas llegar a subsistir, pues la realidad es que en nuestro país las pensiones en general son exiguas, además de que no contamos con los empleos que se requieren y menos aún con salarios remunerativos para vivir de manera digna.
De igual forma, cada vez son más los casos de ancianos que son abandonados por sus familias, que prefieren deshacerse de ellos y mirar hacia otro lado en lugar de prestarles apoyo y solidarizarse con ellos afectiva, económica y socialmente.
Entre las soluciones que se barajan ante este complejo problema están alentar el ahorro voluntario, ampliar las prestaciones, aumentar el salario y las contribuciones o bien homogeneizar el propio sistema de pensiones.
Ya se comenta desde ahora que pronto surgirán dificultades por el mecanismo vigente de pensiones y que eso ocurrirá en un corto plazo, cuando se jubile la llamada primera generación de las Afores derivada de las reformas que entraron en vigor en julio de 1997. Todo ello también se complica porque nuestro país tiene bajas tasas de reemplazo y contribución de los trabajadores respecto a otras naciones.
En todo caso, urge adoptar una visión integral para resolver y afrontar estos retos que ya son asunto cotidiano en nuestros días pero que serán mucho mayores –se diría que gigantescos– en unos pocos años más. Es indispensable aplicar de manera simultánea y anticipada una serie de criterios, medidas y políticas públicas que subsanen los vacíos, deficiencias y carencias en el muy importante tema de las pensiones. De no hacerlo, no sólo se estará fomentando una grave injusticia, sino que se alimentarán el descontento y la desestabilización política y social.

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