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Ivonne Ortega
Necesitamos líderes que no olviden su origen

Esta semana he visitado Tabasco y he vuelto a estar en contacto con su gente, gente trabajadora y que lucha cada día por hacer que su estado mejore; que busca las situaciones que puedan darle mayor bienestar a su tierra y a su propia familia, a pesar de la desigualdad y la falta de oportunidades.
Me reuní con priistas como parte de mi tarea y objetivo en la democratización interna de mi partido. En esa lucha, compartida con muchos militantes, siempre busco ensanchar las vías de participación de la gente, que se cedan los micrófonos para que cada expresión se escuche fuerte y clara.
En tiempos pasados, así era el PRI en su interior, un partido con la forma y el color que le daba la gente, que concentraba la voz y el pensamiento popular en ideales y en principios. Ese es el PRI que creo hay que recuperar.
En el PRI, como en todos los partidos, debe haber conciencia de que el motor es la militancia, porque es la gente la que hace el trabajo diario, que enfrenta el día a día con los aciertos y errores de la dirigencia y de los gobiernos que emanan de sus filas.
Por eso no puede ser un partido de una sola persona, ni de un pequeño grupo de personas. Debe ser de su gente, de la gente. Gente que puede reunirse en una Asamblea como la XXII Nacional que está en curso, y debatir sobre los temas que interesan sobre la organización y sobre el país.
De ese PRI, que en Tabasco está vivo y combativo frente a un gobierno que no ha generado condiciones de seguridad para la ciudadanía, fue parte el propio Andrés Manuel López Obrador. Fue incluso presidente estatal del partido, aunque esa etapa de su vida se le haya olvidado.
Salió del PRI y ahora tiene un partido propio en donde sólo manda él. Donde no hay tolerancia para quienes piensan distinto y donde prefieren el azar a la democracia. Qué bueno que se fue del PRI.
México necesita líderes que no olviden su origen, que rechacen el autoritarismo y que escuchen la voz de los demás, más que la suya propia.
Líderes que pongan atención en los pensamientos de todos y puedan conjuntarlos, para formar un país en el que prevalezca la igualdad sobre los privilegios, el respeto sobre los ataques, la libertad sobre la censura y la unión sobre la división.
Líderes que entiendan que México no es un proyecto personal sino que es un país de todos, de todos los mexicanos.

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