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El Dr. José Antonio Meade: cambiar para seguir iguales.
Sabino Luevano
El Gatopardo, novela del escritor italiano Giuseppi Tomasi di Lampedusa (1896-1957), fue publicado postumanente en 1958. Lampedusa la había escrito muchos años antes, pero fue rechazada por varias editoriales debido a su tema y estilo. El tema es básicamente el conflicto entre la tradición y el progreso en una familia aristócrata siciliana. Novela, en parte, autobiográfica, ya que el señor Lampedusa pertenecía a esa aristocracia en decadencia retratada en su novela. Cualquiera que haya leído la novela estará familiarizado con una frase lapidaria pronunciada por un aristócrata progresista: hay que cambiar para seguir iguales.
Ahora dejemos Sicilia y volvamos a México, específicamente al PRI, un tema igualmente siciliano. El paralelismo no deja de ser elocuente. El PRI es ese gatopardo (dinosaurio) en decadencia que tiene dos opciones: un cambio real o cambiar para seguir iguales. En la política mexicana, salvo en el periodo Cardenista, los cuentos de hadas no funcionan. Cuando el país le estalló a Salinas de Gortari, con ese paquete de fraude patriótico y crisis económica severa, el descontento popular era tal que eligieron a un priista a medias, un profesional de la economía más que un político que se labró su ascensión al Partido a base de mérito. Ernesto Zedillo terminó exiliando a Salinas y metiendo a la cárcel a su hermano. Dos sexenios después, cuando el viejo PRI regresa, Raúl y hasta Caro Quintero salen de la cárcel y se les pide una disculpa por las inconveniencias. El Gatopardo, por primera vez, utilizó la estrategia de la aristocracia siciliana en decadencia para seguirse perpetuando: cambiar para seguir iguales.
Este sexenio pronto llegará a su fin. La situación es un poco parecida a la de Salinas: el país enfrenta la mayor crisis de violencia desde la Revolución Mexicana. Los niveles de corrupción e impunidad son surrealistas. Y así podemos hacer una larga lista de los múltiples cánceres que padece la Nación. El Gatopardo, otra vez, ha elegido, mientras se rasca la adiposa barriga, un cambio para seguir iguales: el dedazo ahora cayó sobre otro economista neoliberal con la clásica formación ITAM-Yale, el bonachón Dr. Meade. Veamos si por segunda vez Sicilia se entrega a las garras del Gatopardo.

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