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DEL PERDON AL PAREDON
Ricardo Monreal Ávila

AMLO, presidente nacional de Morena, pronunció 15 palabras que desataron una tormenta mediática.  “Vamos a explorar todas las posibilidades (para pacificar al país), desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas”.

Amnistía es un vocablo de origen griego, amnistía, que significa olvidar. Y si se trata de olvidar un agravio, un delito por ejemplo, la consecuencia jurídica y política es perdonar.

Sin embargo, no todo perdón implica olvidar, ni tampoco todo olvido implica perdonar. Por eso la amnistía es un acto de autoridad que implica perdonar los delitos cometidos por alguien, para liberarlo y reinsertarlo en la vida normal.

¿A quién se trata de amnistiar? La propuesta de AMLO está dirigida a los diversos integrantes de los grupos criminales, desde halcones hasta capos, para que dejen atrás la violencia y regrese la paz al país.

Pues bien, por proponer perdón, el gobierno llevó a AMLO al paredón mediático para lincharlo y crucificarlo por semejante “disparate”.

Algo similar ocurría hace algunos años con aquellos que se atrevían a proponer la legalización de las drogas, y ahora es política pública en varios países del mundo, incluido México, donde se permite la mariguana para usos medicinales.

De hecho, una propuesta integral para disminuir la violencia causada por el combate al narcotráfico debe incluir medidas como la amnistía, la legalización de las drogas, el fortalecimiento del Estado de Derecho y el combate a la corrupción que es la gasolina de esa guerra inhumana.

Al dirigente de Morena lo llevan del perdón al paredón por tres razones principales: es el puntero en todas las encuestas presidenciales; es el único aspirante que se ha atrevido a cuestionar la estrategia de seguridad basada en la militarización; es el primero que ofrece una opción diferente, aunque controvertida, para concluir con la violencia que desangra al país.

¿Qué hay detrás de esta ruta que empezó con el perdón y busca concluir en el paredón? En primer lugar, distraer la atención sobre la Ley de Seguridad Interior que está por aprobarse y que ha sido cuestionada hasta por la ONU.

¿Por qué se cuestiona esta Ley? Porque está diseñada para proteger a las fuerzas armadas más que a la ciudadanía. Lo que han señalado los expertos nacionales e internacionales en materia de derechos humanos y del debido proceso, de manera especial el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, son los siguientes 14 puntos: ambigüedad de conceptos; 2) violación al principio de necesidad; 3) papel indebido de las fuerzas armadas; 4) sometimiento de la autoridad civil al mando militar; 5) ausencia de controles; 6) ausencia de políticas de fortalecimiento de las instituciones; 7) indebida regulación del uso de la fuerza; 8) indebida protección y garantía de los derechos humanos; 9) afectaciones a la protesta social; 10) ausencia de transparencia; 11) lesión a la autonomía; 12) inconstitucionalidad e inconvencionalidad; 13) ámbito de excepción del derecho procesal administrativo; 14) ausencia de explicitud de los principios rectores.

La amputación de los derechos humanos que implica la Ley de Seguridad Interior se quiere anestesiar centrando la atención pública en una declaración de AMLO sobre la posibilidad de amnistiar a grupos criminales. “Vamos a explorar todas las posibilidades (para pacificar al país), desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo en ese país”.

Lo del dirigente de Morena fue una declaración de 15 palabras. La expresión de una intención personal de realización incierta. En cambio, la ley de Seguridad Interior es un ordenamiento punitivo de 49 artículos, de observancia obligatoria, coercitiva y sin posibilidad de amparo. Sin embargo, se pretende hacer pasar como más dañina, letal y catastrófica una declaración mitinera que un ordenamiento legal. El colmo de la manipulación: buscar convertir la amnistía en anestesia, para generar amnesia colectiva.

Con esta burda manipulación se busca evitar lo inevitable: que la fallida estrategia de seguridad pública seguida en los últimos once años (los gobiernos de Felipe Calderón y el actual), con casi un cuarto de millón de víctimas fatales, más de un millón de víctimas colaterales, más de 300 mil desplazados y cerca de 50 mil desparecidos (una auténtica crisis humanitaria), pase por la prueba de las urnas el 1 de julio del 2018.

La próxima elección presidencial será precisamente eso: un plebiscito sobre la política de seguridad seguida en dos sexenios de PRIAN y, de manera especial, un plebiscito sobre las reformas, especialmente tres, energética, fiscal y educativa. Reformas sí o reformas no. Más inseguridad y violencia, o pacificación y conciliación.

Ahora bien, la propuesta de amnistía a criminales no es una locura. Es una política pública que han seguido diversos países para controlar las epidemias de violencia que han padecido en diversos momentos de su existencia. Colombia, Italia y los Estados Unidos la han practicado en diversas modalidades.

De inicio, no es una medida aislada. Es parte de un proceso que sigue al menos tres etapas: desarme, desmovilización y reinserción (grupos guerrilleros); o desarme, desarticulación y reconversión económica (grupos delincuenciales).

Se olvida que para amnistiar a alguien, primero debe estar en la cárcel o entregarse. No se amnistía a los que están en libertad, huyendo a salto de mata o tres metros bajo tierra.

Los criminales se entregan o se rinden bajo protocolos o reglas establecidas. El procedimiento puede seguir las siguientes etapas: se decreta oficial u oficiosamente una tregua, se entregan de manera voluntaria, proporcionan información estratégica de sus modus operandi, entregan parte de sus bienes económicos, se comprometen a una actividad lícita y permanecen bajo un régimen de supervisión y observación bajo un período de tiempo.

La propuesta de AMLO incluye un elemento inédito adicional: el perdón de las víctimas o sus familiares. Es decir, la reconciliación personal y social.

Ciertamente a los criminales que se someten a este procedimiento judicial o extrajudicial no se les llama “amnistiados”, término que sigue estando reservado a los que se alzan en armas por razones políticas, ideológicas o sociales. En Italia se les llama Pentiti (arrepentidos) y “testigos protegidos” en América.

Locura es seguir insistiendo en una estrategia de militarización que ha demostrado su inoperancia. Sensatez es ensayar otras políticas de seguridad para pacificar y reconciliar a la nación mexicana.

ricardomonreala@yahoo.com.mx<br /> Twitter: @ricardomonreala

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