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La Casa de los Perros:

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Y sí, Cuauhtémoc Calderón Galván se convierte ahora en el futuro candidato a la Presidencia Municipal de Zacatecas, propuesto por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), como parte de los tejes y manejes que tiene con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la conformación de la coalición con la que esperan ambos enfrentar el 2018.
Hoy, el restaurantero que durante años trabajó en contra del PRI, de su gobierno y su militancia con una “licencia por tiempo indefinido” bajo el brazo que, dice, entregó el 2 de abril del 2016 cuando era el coordinador de la bancada del Verde en el Congreso del Estado, hoy regresa con la mano en la cintura a su partido, como si nada hubiera pasado. Qué tanto es tantito.
Calderón Galván, desde esta columna lo dijimos, se mantuvo en grosera comunicación con el PRI, que no con el Verde, a espaldas de Morena, Encuentro Social (PES) y el Partido del Trabajo (PT), que le propusieron ser su candidato a la alcaldía de Zacatecas. Él feliz aceptó, se retrató con el candidato a la presidencia, el puntero Andrés Manuel López Obrador, y comenzó a jugar doble partida. Cuando sus constantes reuniones con el inquilino de La Casa de los Perros no pasaron desapercibidas, se prendieron los focos rojos en la coalición Juntos haremos historia que de inmediato abrió su abanico. Sabían que de un momento a otro, el candidato perdedor a la gubernatura del estado por el Partido Acción Nacional, se marcharía solo.
Él, jugando siempre con dos caras, buscó martirizarse ante la sociedad, lloró con unos y otros y acusó a Los Monreal de ser quienes lo bloqueaban, lo hacían a un lado y no le permitían transitar como candidato, cuando, la única verdad, es que ya tenía amarrado su lugar en el PRI.
Con lo que no contó Cuauhtémoc Calderón fue con el hecho de que los priistas, los verdaderos priistas, no lo quieren y no aceptaron apoyarle. El no rotundo a que fuera el candidato resonó por el rumbo de La Encantada. Pero, como en la democracia mexicana todo se puede, sus impulsores que a toda costa no quieren perder la capital a manos de Morena, no sólo le dieron atole con el dedo a la titular de la Sedatu, Rosario Robles, haciéndole creer que Marcos Ibarra sería el candidato, sino que movieron por aquí y por allá y, con la complicidad del senador Carlos Puente Salas, revivieron esa idea loca de la “licencia por tiempo indefinido” y listo. Ya tienen candidato.
La llegada al Verde del ex panista levantó ámpula, enojo y revivió viejas rencillas. Los priistas aliados del ex gobernador Miguel Alonso Reyes se han rebelado y, fuerte y quedito, ya han dicho que nunca jamás apoyarán al empresario restaurantero. A las palabras quizás se las lleva el viento, pero los agravios se quedan ahí, bien grabados.
Para el PVEM, Calderón Galván, lo dijeron ayer en los pasillos del Hotel Santa Rita, no significa ganar la alcaldía de la capital, sino sólo superar los mil 500 votos que actualmente tiene ese partido, y evitar con ello, a toda costa, perder el registro como partido político en Zacatecas.
A Cuauhtémoc Calderón, quien con el simple hecho de haber cambiado de siglas bajó de manera estrepitosa las preferencias que lo favorecían, le han hecho creer que ganará de calle en Zacatecas capital, cuando sólo lo utilizarán para salvar las prerrogativas de las que Carlos Puente, su familia y sus amigos cercanos gozan.
De regreso
Para el PRI, lo saben los tricolores, la candidatura de Marcos Ibarra significaba un aliento, una bocanada de aire fresco. Y es que desde su llegada a la coordinación de delegaciones de la Sedatu, el joven zacatecano trabajó mañana, tarde y noche no sólo para recomponer la relación entre el gobernador Alejandro Tello Cristerna, y la poderosa secretaria Rosario Robles, sino para atraer una cantidad impresionante de recursos para favorecer a la entidad.
Varios alcaldes, lo dicen tras bambalinas, han sido olvidados por el Gobierno del Estado y su único rescate estuvo a cargo del joven funcionario federal que, de manera muy grotesca, fue hecho a un lado para darle paso al multipartidos Calderón Galván.
Por lo pronto, Marcos Ibarra, quien siempre dijo no se le iba la vida en la candidatura, como a otros, ya pronto estará de regreso en la Ciudad de México, en sus oficinas de la Sedatu, para trabajar por México, aunque quien sabe si lo siga haciendo por Zacatecas. Nadie lo culparía.
Lo que sí es seguro, el embate de Rosario Robles pronto se dejará sentir, todos en La Casa de los Perros lo saben.
En la opacidad
De manera por demás contradictoria, la selección por parte de los diputados de la LXI Legislatura, del comisionado vacante del IZAI, se lleva a cabo con una opacidad que no sólo da miedo, sino que acrecienta el rumor de la intromisión del Gobierno del Estado para mellar la autonomía del órgano de transparencia mejor calificado a nivel nacional.
La diferencia entre el proceso de selección que se lleva acabo en la Ciudad de México, y en Zacatecas, es abismal. Mientras allá la sociedad está plenamente involucrada, aquí no se conoce siquiera la lista de los aspirantes, la cual guardan celosamente los diputados, como si no se tratara justamente de información pública.
Mientras en la Ciudad de México las entrevistas se realizan a plena, luz, aquí no se sabe siquiera quién se encargará de cuestionar a los aspirantes, porque los diputados, seamos sinceros, saben de transparencia lo mismo que de legislar, es decir, nada.
Por lo pronto, varios aspirantes ya se comenzaron a mover, y las llamadas a los diputados y a los funcionarios del Gobierno del Estado, para pedirles su apoyo, no cesan. En este supuesto está, por ejemplo Enrique Dávila del Real, Erika del Carmen Velázquez Vacio, Octavio Macías Zamora, Samuel Montoya, Julio Segura Morales, Salvador Villa Almaraz, Pedro García y Víctor Hugo Hernández.
De lo que sí podemos estar seguros es que al leer estos nombres, que no son todos los aspirantes, hay que aclararlo, es que la caballada no está flaca, sino famélica.

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