Divagaciones de la Manzana
De ida y vuelta
Martha Chapa
Las precampañas electorales en México tienen como fin establecer un espacio en el que puedan competir quienes aspiran a obtener una candidatura a un cargo de elección popular. En el caso de las precampañas para la Presidencia de la República debemos reconocer que los cuestionamientos ante su inutilidad son fundamentados, pues al final de estas largas semanas la ciudadanía se hartó, sobre todo porque todo resultó una simulación pues no había competencia alguna ya que en todos los casos los partidos postularon precandidatos únicos.
Sin embargo, de esa experiencia que se antoja estéril debemos extraer una lección a fin de generar una energía social de los ciudadanos frente a los que ya hoy son los candidatos oficiales que contenderán en la etapa de las llamadas campañas, que inician en abril.
Se trata, entonces, de que los ciudadanos no estemos atenidos a lo que nos digan los candidatos ni nos mantengamos pasivos frente a sus propuestas. Menos aún, que lleguemos a julio sin una participación más activa.
Así que es preciso que la ciudadanía se organice más y mejor, que exijamos un mayor grado de claridad y compromiso y averigüemos cuáles son los diferentes proyectos de nación, si es que los tienen, desnudando ocurrencias que no son factibles por la falta de sustento o de recursos presupuestales; es decir, acabar desde ahora con propuestas demagógicas, engañosas y populistas.
Porque cada uno de los candidatos debería sentir que sobre ellos hay una mirada real y exigente de la ciudadanía. Para eso, podemos acercarnos a sus mítines y desde ahí levantar la voz, o bien participar a través de la redes sociales y en todo espacio posible en los medios de comunicación. Se trata, en fin, de aprovechar tanto los programas de radio abiertos a las opiniones ciudadanas como las encuestas por vía telefónica. Y están, claro, los demás recursos, como las cartas individuales o las firmas en desplegados colectivos, los performances o cualquier otro vehículo de podamos aprovechar echando mano de la imaginación.
Lo sustancial es hacerles llegar a los candidatos el mensaje de lo que queremos y necesitamos, ya sea en nuestra calle, barrio o colonia, en el lugar donde trabajamos, en el ramo al que pertenecemos, en nuestra entidad y en el país mismo.
El asunto es, en todo caso, cambiar una relación de dependencia –que se reduce a sólo dar seguimiento a lo que dicen y proponen los candidatos– por una relación de equidad, donde quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular pasen de emisores a receptores de nuestras demandas para que podamos enterarnos si se comprometen públicamente en el sentido que a nosotros nos interesa.
La idea es hacer cada vez más real, más actuante esa sociedad civil a la que nos referimos desde hace muchos años y que queremos que salga de la comodidad, de la pasividad o de la resignación para tomar en sus manos de manera más directa las campañas y llevar a los candidatos por los senderos que urge transitar en el país.
Sólo así, usando estos tiempos a nuestro favor, contrariamente a como los atestiguamos en las precampañas, los ciudadanos podremos afinar nuestras ideas, propuestas y preferencias. Y, sobre todo, ir más allá en la ruta de una sociedad exigente, que no permita ya ni la corrupción ni la impunidad o la violencia creciente que contamina todas las regiones de la patria.
Vayamos a buscar ese camino común mediante un análisis plural y comprometido con la verdad para saber a fin de cuentas si lo que ofrecen los candidatos y sus partidos garantiza estabilidad, realismo, credibilidad, unidad y seriedad institucional, además de una comprobada capacidad y experiencia para desarrollarlos y culminarlos en tanto un proyecto de nación que tanto necesitamos en el presente y el futuro inmediato.
De pensar y actuar así, quizá le sacaríamos alguna utilidad al tiempo que se destinó a unas precampañas fútiles y aprovecharíamos los espacios de las campañas que vienen. Es indispensable tener una visión clara y actuar con responsabilidad para entregar nuestro voto en julio, más allá de inercias, ocurrencias y engañifas, vengan de donde vengan.
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Sala-Museo Martha Chapa:
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