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“JUEGO DE DAMAS”
primera parte
Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com
El sábado pasado, intentando hacer  circular la energía en mi hogar, saqué el baúl de los recuerdos, y sin temor a abrir una caja de Pandora, desempolvé la madera y los hermosos herrajes que  le daban cuerpo. Lo abrí cuidadosamente y ahí estaban, intactos y sorprendentemente fuertes todos los recuerdos que tan cuidadosamente había guardado. Lo primero que saqué  fue aquel “tostón”, lo observé, mantenía el brillo, es más, podría asegurar que estaba más brillante, no sé si fue ese rayo de Sol que entró por la venta entreabierta, no me interesó averiguar ese mínimo detalle, lo que brilla… brilla, no  importa de dónde le venga la luz. Después, saqué el juego de damas, ese con el que pasé mi niñez y gran parte de mi adolescencia.
Lo acomodé y  me dispuse a jugar muy al estilo de un cortometraje de Pixar, yo sola, era mi propio  contrincante, no había prisa, y  con la concentración que  requeriría un juego de mesa, brincaba de un lado  a otro, moviendo y analizando cada una de las piezas. Con cuidado fui tomándolas una por una  planeando bien el siguiente movimiento. Para que usted pueda entender, tendré que describirle cada pieza de este juego de damas, lo iré haciendo según las vaya acomodando, al azar,  dentro  del tablero.
La primera pieza es valiente y asume su realidad con honestidad con el mismo amor con el que recuerda y admira la vocación de su hijo mayor desde que era un niño. La siguiente dama es una chispa que dio luz a tres estrellas al mismo tiempo, tres estrellas que continúan brillando, ahora, con su propia luz. La siguiente pieza, es   incondicional, que igual le da desayunar contigo a las 9 de la mañana que  rescatarte del llanto  a las 3 de la madrugada. La siguiente pieza traía el instructivo en inglés y en español, es de esas piezas que aunque se salgan de la caja, sin tu darte cuenta, sabes que cuando armes el tablero nuevamente, la pieza estará ocupando su lugar de siempre como si nada hubiese pasado. La siguiente es una pionera, de esas piezas que tienen el valor de iniciar y moldear con dedos, y uñas, lo  que no existía, arriesgarse y  lograrlo. Hay piezas que aunque cambien de tablero siguen manteniendo su esencia, esta pieza así es, libre, natural y se mueve como pez en cualquier casilla. Hay una dama que en algún momento fue reina con corona, cetro y trono, ahora ya no los usa pero sigue teniendo una amabilidad que te hace sentir de la realeza. Hay piezas que salieron de una casa de  cuento en la esquina de un boulevard, esas damas que en la distancia tienen una palabra bonita para ti y sientes que nunca has dejado de verlas. Hay una  dama, una pieza que se ha dedicado a cuidar tesoros que sin ser propios, forman parte de su vida y  de historia, puliendo los restos del carbón de diamantes únicos. Hay  damas que nunca olvidan portar un detalle de  elegancia en su sonrisa, que toman de la mano una hoja de vid y se adornan el cabello y el intelecto con ella.
Divertida y entusiasmada continué sacando más piezas de este maravilloso juego de damas. La siguiente pieza es la mejor contadora de chistes de la historia, es una dama que brilla tanto que algunos temieron ser opacados por su brillo. La  siguiente pieza es una pieza que sus ojos profundos de niña,  ahora continúan siendo los ojos de una mujer que te miran fijamente y llenos de solidaridad. Había una pieza que por años no había encontrado, fue sorprendente  volver a verla y con el gusto, como si la hubiese dejado de ver ayer, la acomodé en su lugar de siempre en el tablero. Una dama se me escabullía de las manos, entre un maratón y un triatlón pude pescarla y feliz, se acomodó en el tablero. La siguiente dama me sorprendió con su poesía de antaño, igual, sin ser alterada y esa educación tan fina que nunca se pierde. La siguiente pieza me mostró una inteligencia emocional y la complicidad que compartimos desde la primaria, sus piernas tipo Dorian Gray seguían sosteniendo sus pasos siempre seguros. Hacia tanto tiempo que no veía la siguiente pieza y fue sorprendente como la reconocí inmediatamente, su gusto por los pequeños detalles, seguían conservándose en ella. Tomé una pieza pequeña, tal vez la más pequeña del estuche, sin embargo era una pieza que pesaba como la más grande, no me equivoqué, su  sonrisa maravillosa era más grande y poderosa que cualquier pena  que pudiese haber detrás de ella.
Quedan más piezas dentro de la caja de este estuche de damas, pero al haber llenado ya este tablero especial me dispongo a jugar la primer partida, las demás las reservo para una segunda parte y una segunda partida que será igual de especial que esta primera, igual de especial como lo son cada uno de los recuerdos que se guardan en los baúles que habitan dentro del corazón.
Final de la primera parte esperando la segunda partida con las damas que se quedan dentro del estuche.

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