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Jose de Jesús Reyes Ruiz

LOS PASOS DE LOPEZ VII

DE TLALTELOLCO EN EL 68 AL 2018 (medio siglo de ostracismo)

Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Finalmente; llego el año tan esperado, la tercera es la vencida, es la importante, es la decisiva es la definitoria. Si lo fue para Lula y Brasil por que no había de serlo para el eterno caminante - el Sr. López - y para México. Todas las encuestas le daban la ventaja desde el momento que el año se inició, este año en el que cumplimos el 50 aniversario de Tlatelolco y el movimiento estudiantil que termino en un genocidio por que no podía - en nuestro país que se asomaba al mundo a través de las Olimpiadas - mostrar al exterior,  un rostro de protestas y levantamientos urbanos, si fueran rurales había forma de esconderlos  pero no  se daban en la ciudad de México donde en octubre comenzarían a llegar los turistas internacionales habidos de la competencia deportiva, y ; claro los jóvenes deportistas que poco se interesaban por asuntos de la equidad y la justicia social, venían a competir aunque algunos de ellos traían su propia agenda como los competidores afroamericanos procedentes de los Estados Unidos que continuaban bajo la bandera de las panteras negras su propia lucha en contra de la discriminación.

Si bien era cierto que los conflictos se dieron en todo el mundo y se iniciaron temprano en la primavera cuando la Unión Soviética invade Checoslovaquia para calmar la insurrección estudiantil que solo buscaba la libertad, o en Francia donde estudiantes de la Sorbona  buscaban  por su lado; una mejoría en la calidad educativa, o en los Estados Unidos donde los jóvenes – hipies – se pronunciaban en contra de la guerra de Vietnam. Y mientras eso sucedía en otras latitudes los estudiantes del Politécnico y la UNAM con sus costumbres añejas de ser oposición entre sí, unos en un norte de clase baja otros en el sur procedentes de la clase media y alta, unos dedicados a la tecnología mientras que los otros se dedicaban a las ciencias y a las artes. Ellos con frecuencia se enfrentaban entre sí en el marco de un partido de fut bol americano PUMAS VS BURROS BLANCOS  y fuera de algunos cuantos golpes las cosas no pasaban a mayores.

Uno de esos enfrentamientos se dio no entre los niveles superiores de educación de ambas casas de estudio sino en los niveles medios, alumnos de una Prepa de la UNAM se confrontaron con los de una vocacional del POLITECNICO, las cosas no hubieran pasado de ahí porque en aquellos tiempos las armas no existían dentro del arsenal de los estudiantes, fuera de sus puños y unas bocas gritando improperios no se pasaba de ahí, pero el conflicto incomodo a las autoridades que intervinieron  - con todo -  para acabar con el altercado. Estas  sin embargo si utilizaron la fuerza desmedida y si bien en un inicio no las armas, si los toletes y la fuerza bruta que era  - en ellos al menos –muy superior a su inteligencia.

El resultado fue simple, los antes enemigos se unieron contra las fuerzas del poder y las enfrentaron, y la bola de nieve solo creció con las semanas y con los meses hasta que se dieron actos de una fuerza desmedida en contra de los estudiantes como el bazucaso que destrozo la puerta de San Ildefonso la PREPA NACIONAL, ¿cuantos murieron en este desafortunado evento? nunca se supo, las autoridades ni siquiera admitieron la autoría del incidente y culparon a los estudiantes rojos y comunistas, pagados e infiltrados por las fuerzas del comunismo internacional – sí, de esos que se comían a los niños vivos – como los culpables de todo lo que estaba mal en este país, con claros intereses de boicotear los juegos de la paz.

La respuesta no se hiso esperar, el Rector de la máxima casa de estudios de México ordeno poner la bandera de Ciudad Universitaria a media asta y después encabezo la impresionante MARCHA DEL SILENCIO, que apenas conmemoramos hace unas semanas, una marcha que quedara para siempre como parte central de nuestra historia y en la que cuando vemos sus imágenes aun y cuando no hayamos vivido el momento no podemos evitar derramar unas lágrimas al ver 300 mil jóvenes caminando con las bocas tapadas en protesta en contra del AUTORITARISMO ENCABEZADO POR DIAZ ORDAZ.

La contestación fue prácticamente inmediata. En su informe el 1 de septiembre DIAZ ORDAZ menciono frente al aplauso magnánimo y prolongado de sus diputados - prácticamente todos priistas - así como sus acompañantes, como las elites de la clase Empresarial y de la Iglesia Católica, que aplaudieron a rabiar hasta que les sangraron las manos cuando el presidente menciono que habían sido permisivos en extremo, pero que no lo serían más, que si había que utilizar la fuerza pública en contra de los “provocadores armados” lo harían sin lugar a dudas, el destino estaba claro, la masacre sucedería tarde que temprano y …. Sucedió.

Hasta la fecha  nos duele tanto los jóvenes caídos, masacrados por la lucha que los agarro en medio de las armas del ejército y la de los paramilitares apostados en los edificios de Tlatelolco, (como en La Toma de Zacatecas donde se bloqueó inhumanamente la retirada por el camino a Guadalupe a las fuerzas federales que huían derrotadas, en un acto  que provoco la separación de Felipe Ángeles del ejercito Villista) como – y sobre todo – la indiferencia de la mayoría de los mexicanos. En Tlatelolco a los jóvenes no se les permitió huir serian asesinados vilmente en la plancha de la plaza de las tres culturas, o tendríamos que decir de las cuatro culturas, por que el PRI es una forma de cultura – mala pero cultura al fin de cuentas – porque el presidencialismo imperial que existía antes y después de ese evento también implicaba usos y costumbres una forma de cultura nefasta pero cultura al fin de cuentas, porque los medios al servicio siempre del gobierno se les permitió – o se les ordeno - un día más tarde ignorar total y absolutamente los eventos tristes de la víspera, y el manejo de los medios sobre todo en el nivel de sus elites también fue y es una forma de cultura, son usos y costumbres que hasta la fecha no han podido ser extirpados de nuestra sociedad, la prueba es que fueron ellos los que impusieron en gran medida al último presidente del tercer sexenio trágico al Sr. Peña Nieto.

Alguna vez pensé que si un mexicano no podía leer más que dos o tres libros entonces tendría que elegir primero por Pedro Paramo de Rulfo, después por alguno de las grandes novelas de Carlos Fuentes La Región más Trasparente o la Muerte de Artemio Cruz, pero tercero y no por ello menos importantes tendrían que leer La Noche de Tlatelolco de Elena Poniatowsca.

Una plaza donde después de media noche solo habían quedado los recuerdos y aquí  y allá las manchas de sangre por doquier, sangre joven de existencias coartadas mucho antes de tiempo solo por el hecho de protestar, solo por el hecho de cuestionar, una plaza en donde solamente quedaron regados por todos lados los zapatos que horas antes habían calzado los estudiantes caídos en manos del “Glorioso Ejercito Mexicano” y de los paramilitares ahí apostados con toda premeditación alevosía y ventaja.

Yo no viví esos momentos que por mi edad tendrían que haberme correspondido, estaba demasiado ocupado en la Escuela de Medicina de Zacatecas de donde forme parte de la segunda generación esperando la posibilidad de entrar a la UNAM que en el 68 estaba por razones obvias en huelga.

Pero asistiría a las Olimpiadas, con meses de anticipación había logrado conseguir boletos más o menos económicos para todos los eventos, mi padre que nunca me negaba nada me ayudo y me financió mis sueños que me impedían ver la triste realidad, llegue tal vez una semana después del 2 de octubre y las autoridades habían realizado una limpieza quirúrgica para que ningún visitante se diera cuenta de los actos inhumanos – del genocidio - sucedidos apenas unos días antes.

Quisiera comentar, porque me conmueve hasta las lágrimas, que mi Hija que claro no vivió esto pero que aprendió a resentirlo en el fondo de su alma, hace tal vez una década fue a meditar – así me lo dijo – a la plaza de Tlatelolco en una especie de peregrinación cuasi religiosa, lo hizo después de leer muchos libros al respecto, el de Elena Poniatowska entre otros, y según  cuenta después se sentó y comenzó a llorar pensando en todos aquellos estudiantes caídos, en ese momento se le acerco una persona ya mayor que la vio llorando y comenzó a consolarla y a explicarle que ese momento tan negativo había sido el inicio de la transformación de nuestro país a escenarios mejores escenarios verdaderamente democráticos donde la justicia social y la libertad fueran las  banderas más importantes.

Platicaron según me cuenta por casi una hora y mi hija le pregunto su nombre y lo escribió en algún lado, esta persona se fue y mi hija siguió su recorrido, cuando llego a la gran placa donde en los nombres de algunos de los jóvenes ahí caídos, se encontró con que entre ellos estaba el nombre de aquel con quien solo unos momentos antes había platicado.

Yo solo lo cuento como ella me lo platico si es o no es verdad realmente no es el punto importante, los que ahí  perdieron la vida no fueron víctimas de un sacrificio sin frutos, y ahora en el 2018 esos frutos se cristalizan, México es nuevamente libre y sin lugar a dudas nuestra aventura se inicia en un marco verdaderamente democrático, de nosotros depende – no solo del caminante López – que el sacrificio de Tlatelolco sirva para bien de nuestro país, para bien de todos.

Esta historia continuara…

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