¿De quien es la culpa?
Por: Jenny González Arenas
Los cuestionamientos sobre la función de las Universidades Públicas y su responsabilidad en la formación de los profesionistas que el país requiere se hacen reiterados en estos momentos convulsos en los que el país esta atravesando por una coyuntura que pone en tela de juicio el rol de cada uno de los actores involucrados en la educación superior, llámese autoridades universitarias, autoridades gubernamentales, docentes, alumnos, padres de familia y sociedad.
En esa encrucijada y deslinde de responsabilidades, no podemos hacer oídos sordos ante los reclamos sociales de la labor docente en las Universidades Públicas, en particular la del Estado de Zacatecas, que es la que nos incumbe, puesto que mucho se dice de los profesores universitarios, pero poco se detienen a analizar a profundidad la situación.
En primer lugar, nunca ha sido sano generalizar, puesto que no todos somos malos y tampoco todos somos indiferentes. La percepción ciudadana puede estar construida de vivencias propias, al mismo tiempo que se fortalece por rumores muchas veces infundados o posturas parciales sobre situaciones particulares. En este sentido, afirmar que todos los maestros son malos o flojos o no están capacitados sería una percepción bastante subjetiva y carente de fundamentos, ya que muchos docentes hacen doble o triple esfuerzo por cumplir con su labor docente, de investigación además de sus responsabilidades familiares, no menos importante, además incluso de hacer un esfuerzo adicional para seguirse formando con maestrías y doctorados que permitan no solo mejorar sus condiciones a título personal, sino también el proceso de enseñanza aprendizaje, ya que el alumno se vera favorecido si su maestro se prepara día con día.
En segundo lugar, no podemos afirmar que todos los que trabajan fuera de la universidad son irresponsables, o que la existencia de una clausula en el contrato colectivo de trabajo sea suficiente para satanizar a los docentes que, en aras de mejorar sus condiciones de vida, tienen otro empleo, ya que el contrato también habla de otras prestaciones como los años sabáticos para investigaciones de los cuales los profesores deberíamos gozar y no gozamos porque las autoridades universitarias hace mucho que los eliminaron de facto por, supuestamente, no contar con los recursos para poder garantizar al profesor ese derecho, no podemos exigir a rajatabla el cumplimiento de una sola cláusula cuando muchas otras se violentan por parte de las propias autoridades. Sería mas justo que en lugar de satanizar a todos aquellos que trabajan en dos lugares se hiciera una correcta labor de auditoria sobre quienes hacen y quienes no hacen su trabajo, ya que hay muchos que tienen plaza dentro y fuera de la universidad y cumplen perfectamente en ambos trabajos y otros que son exclusivos y ni por eso hacen su trabajo.
Relacionado con lo anterior tenemos que mencionar que los sueldos de los docentes no son suficientes, por lo que en muchos de los casos es necesario buscar otras fuentes de ingreso, como el libre ejercicio de la profesión u otro empleo, por lo que no podemos juzgar a los maestros que buscan mejorar las condiciones de vida propias y de su familia buscando complementar sus ingresos para acceder a un nivel de vida dignos.
Otro tema que no se puede dejar de lado es la actitud tanto de los alumnos como de las autoridades tanto al interior de la universidad como las de gobierno, que pretenden que el docente universitario cargue con toda la responsabilidad, cuando son los alumnos los que deben hacer un esfuerzo extra para compensar la deficiencia de los programas que por burocracia administrativa o por falta de recursos no se han podido actualizar, sin embargo muchas ocasiones son los mismos alumnos o las autoridades quienes buscan culpables donde no los hay.
Muchos temas quedan en el tintero, sirva solo para iniciar la discusión.