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A lo mejor, Ricardo no entendió la señal beisbolera de Andrés Manuel
Quito del Real
Cuando Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la fracción de Morena en el Senado de la República, sostuvo que las comisiones y las tasas de interés que cobran los bancos en México “son un abuso cercano a la usura”, muchos desatendimos lo que estábamos haciendo para escuchar, por fin, algo cercano a nuestros intereses y preocupaciones. Él estaba diciendo la verdad.
Cómo no. Los bancos actúan a capricho por encima de nuestros intereses. Literalmente, nos limpian cada mes con el cobro de comisiones por aquí y comisiones por allá. No tienen llenadera. Mario Di Constanzo, titular de la Condusef, ya había afirmado anteriormente que los ingresos de los bancos en México por el cobro de comisiones fueron de 108,000 millones de pesos y hay productos que ni siquiera deberían tener comisión. Esta es una ratería que nadie ha parado y aun así no han metido a los banqueros al bote.
Como todos sabemos, tal declaración de Ricardo levantó una tolvanera en los ambientes de los bancos y, sobre todo, en la Bolsa Mexicana de Valores, donde los buitres que nos amagan todos los días respondieron asustados y de inmediato movieron sus mecanismos propagandísticos para repeler algo que, desde mi punto de vista, podría ser la primera iniciativa popular que nos puede mostrar, por fin, un auténtico remedio en defensa de la ciudadanía.
Pero el gusto duró poco. Al día siguiente, Ricardo Monreal visitó la casa donde despacha Andrés Manuel López Obrador. Ante las preguntas de los periodistas, aseguró que los senadores del Morena no siguen órdenes de nadie y que la iniciativa va a continuar ininterrumpidamente. Mentía. Así mostró que su propuesta podía caer en saco roto, porque una cosa es que la iniciativa continúe y otra es que prospere.
La voz de AMLO fue la importante. Con un regaño discreto a Monreal, afirmó a propósito de la iniciativa: “Los legisladores tienen esa facultad, son representantes del pueblo. Y pueden presentar iniciativas de ley, proyectos de ley. Nosotros garantizamos la libertad, además se trata de un poder independiente, el poder legislativo”.  A partir de ahí, la oleada a favor de la iniciativa de Ricardo Monreal cayó de los sitios preferentes en la prensa nacional. Ya se sabe, los periodistas mexicanos desechan con la mano en la cintura lo que les ordenan los poderosos, para eso están.
Y uno no termina de conjeturar que acaso el exgobernador de Zacatecas tiene la encomienda de abrirle camino a los temas peliagudos de López Obrador. Si esto es así, el derrotero de Monreal irá internándose por terrenos secos. Lo van a quemar muy pronto.
Queda claro que el coordinador del Morena en el senado, Ricardo Monreal, no es un personaje afín a los miembros del círculo preferente de AMLO. El zacatecano no es de los señoritingos privilegiados que rodean acríticamente y con lambisconería al próximo gobernante; no le tocó la gracia de ser un fifí de la política de izquierda, a la manera de Claudia Scheinbaum y Martí Batres, por ejemplo, ni tiene el poder económico de Romo.
A mi juicio esto determina la sevicia con que Andrés Manuel  ha actuado en esta segunda ocasión contra las posturas de Ricardo Monreal. La primera fue cuando rechazó su candidatura para el gobierno de la CdMx.Ya chole.  Ahora apareció este asunto de las comisiones y Monreal ha tenido que guardar una postura discreta. Él es un político que ha corrido la legua política y conoce los intríngulis y símbolos secretos del poder. Él no se avienta de manera atrabancada; con seguridad, en este asunto de las comisiones actuó bajo las instrucciones del jefe. Sería aventurado afirmar que lo hizo de motu propio.

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