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LA CRISIS DE PEMEX

Por: Arturo Nahle G.

México es uno de los 10 países con mayor producción de petróleo en el mundo y uno de los 20 más con más reservas petroleras, por eso durante décadas PEMEX ha sido un pilar fundamental de nuestra economía. Sin embargo algo grave pasó con esta empresa estatal durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Veamos: en el año 2000 México producía 3 millones de barriles diarios de petróleo, en 2013 bajamos a 2.5 millones y para noviembre del 2018 la producción fue de solo 1.7 millones de barriles diarios, o sea que la producción ha caído casi a la mitad. El 80% de nuestra producción la exportamos.

Desde 1990 y hasta el 2013 las 6 refinerías de Pemex producían más de 400 mil barriles diarios de gasolina e importábamos 358 mil barriles, para noviembre del 2018 nuestras refinerías solo producían 177 mil barriles (o sea la mitad) y las importaciones se incrementaron casi un 65% (586 mil barriles diarios).

Y en cuanto al Diesel la situación es peor, en el 2013 producíamos 313 mil barriles diarios  e importábamos 107 mil barriles, en noviembre del 2018 la producción cayó más del 70% (88 mil barriles diarios) y las importaciones subieron más de lo doble (251 mil barriles diarios).

En cuanto a Gas LP, en 2013 PEMEX producía 206 mil barriles diarios, en noviembre del 2018 solo 108 mil (prácticamente la mitad). No obstante la caída dramática en la producción de Gas LP las importaciones no se han incrementado, lo que se disparó fue la importación de Gas Natural, antes de Peña Nieto no importábamos Gas Natural, en su sexenio compramos a Estados Unidos un promedio de 1.3 millones de barriles diarios.

Esta crisis se debe, fundamentalmente, a que PEMEX ha sido una vaca a la que se le saca y se le sigue sacando toda la leche pero no se le da de comer, sus utilidades no se reinvierten, se las queda Hacienda a través de impuestos excesivos.

A esta terrible problemática debemos agregarle tres cosas más: la privatización y desmantelamiento de la industria petroquímica, la deuda brutal de la empresa (más de 104 mil millones de dólares que equivalen al 97% de sus activos) y el llamado “Huachicol”.

El robo de gasolina empezó con Fox, se incrementó con Calderón, pero con Peña Nieto se disparó a niveles impresionantes; la gasolina no solo se ordeña en los más de 17 mil kilómetros de ductos de Pemex, sale clandestinamente en pipas de las refinerías de Salamanca, Coatzacoalcos, Salina Cruz, Cadereyta, Tula y Madero con el contubernio de trabajadores y funcionarios, cárteles y un buen número de gasolineros.

Así recibió López Obrador -hace apenas mes y medio- la petrolera mexicana, como puede verse el reto que tiene es gigantesco: aumentar la producción de petróleo; aumentar la producción de gasolinas, diésel, gas licuado y gas natural; reducir las importaciones y la deuda; rescatar la industria petroquímica; avanzar en la generación de energías alternas (eólica y solar); y por si fuera poco resolver el problema del “Huachicol”.

Pues el Presidente ya empezó, metió al Ejército y a la Marina a controlar los accesos de las refinerías y cerró temporalmente los ductos donde se detectan fugas, esta medida ha ocasionado desabasto en algunos Estados de la República, compras de pánico y la molestia de mucha gente, pues sí, era de esperarse, pero era peor no hacer nada.

Los que critican la estrategia no proponen otra, simplemente critican; yo estoy totalmente a favor de lo que se está haciendo, el robo descomunal a PEMEX es un robo descomunal a la Nación; si resolver este saqueo multimillonario implica que nos quedemos un rato sin coche, ni modo, es el precio que deberemos pagar por la pasividad y complicidad de los vencidos.

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