Riesgo estudiantil.
Por: Jenny González Arenas.
Hace ya casi un año y medio del homicidio de Cinthia Nayeli, una joven universitaria que perdió la vida rumbo a la escuela. Después de ella y antes de ella muchos otros jóvenes universitarios han sido víctimas de las condiciones de inseguridad en las que nos encontramos en la entidad y en el país.
Varios jóvenes han perdido la vida o han desaparecido, unos tienen la fortuna de regresar a sus hogares con sus seres queridos, otros, lamentablemente, no pueden correr esa misma suerte.
Esta semana, un joven de la Unidad Académica de Derecho desapareció, al momento de circular la noticia y propagarse en los medios de comunicación comienza también a correr rumores que no tendrían porque comentarse, independientemente de muchas cosas, todos somos personas y es obligación del Estado garantizar la seguridad de todas las personas independientemente de cualquier situación.
Es lamentable que ni las autoridades universitarias, ni las de la Unidad Académica hagan una manifestación pública de inconformidad por la situación de inseguridad en la que nos encontramos, que se permita que se siga poniendo en riesgo a los jóvenes estudiantes al no mejorar las condiciones de iluminación de las calles o dele transporte público. Para poner un ejemplo, la Avenida Preparatoria, a lo largo de la cual, encontramos diversas unidades académicas, inclusive la escuela secundaria y el CECIUAZ, pero que si se transita por esa vialidad antes de que salga el sol, vemos que no hay alumbrado público suficiente, poniendo en riesgo a centenares de estudiantes que ingresan a las siete de la mañana a sus planteles educativos.
El Campus siglo XXI es otro foco rojo en materia de seguridad, porque no hay señalética suficiente ni alumbrado público en las afueras que permita brindar seguridad a los jóvenes que día a día acuden a sus aulas para formarse como profesionistas en diferentes áreas del conocimiento.
No podemos dejar de mencionar la mala calidad del servicio de transporte, que además de ser insuficiente, pone en riesgo la integridad física y seguridad de los estudiantes y usuarios del servicio y así podemos seguir enumerando una gran cantidad de debilidades que convierten a los alumnos en un blanco fácil de la delincuencia.
Es imposible que le pidamos a la juventud que se encierre en su domicilio para que no corra peligro alguno, porque no se trata de limitar las libertades de las personas para evitar los riesgos, sino de garantizar que se pueden desarrollar las actividades cotidianas y al mismo tiempo gozar de seguridad para desarrollarse de manera optima. El ser estudiante tiene que dejar de ser una actividad de alto riesgo, las autoridades universitarias deben ser mas insistentes con el gobierno local y recordarle todos los compromisos que se establecieron cuando Cinthia Nayeli fue asesinada.
No se trata solo de un compromiso adquirido en lo que pasa la indignación de la sociedad, porque lamentablemente los riesgos no han desaparecido. Ni las autoridades universitarias, ni las autoridades estatales se han preocupado ni ocupado de la situación de inseguridad de los estudiantes. Tal parece que ellos solo existen cuando son periodos de elecciones tanto al interior de la universidad como al exterior, pero de sus derechos, de sus necesidades nadie esta poniendo real atención.
Sirvan los aproximadamente 23 alumnos universitarios que están desaparecidos en estos momentos para hacer un llamado de atención tanto al interior de la universidad como al exterior, a las autoridades del Estado, para que atiendan la problemática de seguridad y dejen de aprovecharse de los estudiantes universitarios.