“EN LA VALENTÍN” segunda parte
Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
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Hablar de “La Valentín”, de esa maravillosa escuela pública para niñas en la Avenida Juárez de la ciudad de Zacatecas, es irnos atrás, mucho más atrás. Es hablar del hermoso edificio y es hablar del hombre al que le fue tomado el nombre para nombrar la escuela… la Mada se avienta un “de tin marín de do pingué, cura mácara, títere fue” … y empezaré con… ¡Don José María Valentín Gómez Farías! (1781-1858) La verdad a veces me gusta presumir de mi ignorancia y admirarme de los nuevos conocimientos brincando y dando vueltas, mire usted, para serle sincera no tenía ni idea del tipazo, intelectualmente hablando, que fue Don Valentín. Yo he admirado siempre a esos hombre y mujeres que se atreven a pensar diferente, actuar diferente, opinar diferente. Hablo desde los artistas, escritores, que han revolucionado el mundo de las artes hasta aquellos pensadores y luchadores políticos que han movido el eje que las costumbres han trazado como natural para crear un nuevo rumbo. Valentín Gómez Farías fue uno de ellos, y es que no ha de haber sido fácil cambiar, enfrentar a la iglesia, por mucho poder que el Estado tenga… oiga usted, la gente habla…
Generalmente los estudios en torno a Valentín Gómez Farías, que en adelante será llamado Valentín, hablan de él como el personaje político. Investigando sobre él, me encontré un artículo que responde justo a la primera necesidad de estos articulines: la educación. El Artículo de Carmen Castañeda (Castañeda, 1987) se enfoca en la formación profesional de Valentín, en sus días de escuela, considero que mucho de la perspectiva que tenemos de la vida depende de cómo aprendemos. Comentaremos pues del ambiente cultural que vivió Valentín en Guadalajara, su ciudad natal. Consideremos que le tocó vivir durante el periodo colonial, la guerra de Independencia, el México independiente. Valentín, haciendo gala de las costumbres de la época nació un 14 de febrero y le tocó Valentín, muchos somos afortunados y en nuestra familia no se siguió esta costumbre, La Mada seria Leandra… Valentín era español, hijo de españoles y su padre no sabía escribir, queda constancia de ello cuando no pudo firmar cuando solicitó al alcalde ordinario de segundo voto de Guadalajara, una constancia de legitimidad, cristiandad y limpieza de sangre para su hijo José Valentín Gómez en 1808. (Castañeda, 1987) Algo que es notable es que pese a que su padre no sabía escribir procuró que su hijo tuviese una educación y llegara a la universidad, obvio es de imaginar que Valentín aprendió sus primeras letras en alguna de las escuelas que estaban, por aquellos tiempos, únicamente bajo la tutela de la Iglesia, aunque fuesen particulares. El horario de Valentín era el siguiente: de lunes a sábado, de 8:00 a 11:00 a.m. y de 2:00 a 4:30 p.m. los sábados salían a las 4:00 p.m. La educación aparte de enseñar las letras y “echar cuentas” incluía la doctrina católica, por la mañana y por la tarde. Sus primeras letras fueron tal vez en la Real Escuela de la Compañía o en la Escuela para niños del Santuario o en alguna particular.
A los 14 años entró al Colegio Seminario Tridentino, ahí estudió humanidades, gramática y retórica latina, al no vivir en el colegio no pagaba nada, era lo que se decía “estudiante secular”. Pero no era así de sencillo entrar a dicho colegio, Valentín tuvo que comprobar lo siguiente: Su legitimidad, limpieza de sangre y costumbres con suficientes informaciones. Estaba prohibido que se admitiera a “hijo o nieto de hombre infame o afrentado por la justicia, o de mal linaje como descendiente de hebreo, moro o hereje, que fuera cojo, contrahecho, baldado, ciego o tuviera gota coral (epilepsia) u otra enfermedad o fealdad notoria, o hubiere cometido algún delito”. (Castañeda, 1987) Entonces aquellos chamacos aparte de una carta de antecedentes no penales (un, dos, tres por mí y mis generaciones pasadas) tenían que demostrar una sarta de estupideces como esa de no estar feos de más… Por suerte Valentín cumplió carta cabal con todas. Dentro de sus maestros figura el doctor presbítero Don José de Jesús Huerta, que entre sus alumnos tuvo a estudiantes como Juan de Dios Cañedo, que llegó a ser diputado federal, a Juan Cayetano Portugal, que sería obispo de Michoacán, a Anastasio Bustamante, que sería presidente de la República y a Valentín Gómez Farías. (creo que antes los diputados si estudiaban).
Después Valentín, en 1800, entró en la Real Universidad de Guadalajara, probando primero, adivinó usted, su legitimidad y algo parecido a un examen de admisión donde tuvo que demostrar sus estudios anteriores obteniendo el grado de bachiller en Artes o Filosofía, inició así sus estudios de medicina en 1801. Pero no se quede usted tan tranquilo que aquí Valentín tuvo que demostrar alguito más: Que no había sido penitenciado por el Santo Oficio de la Inquisición, ni sus padres, ni abuelos y que ni él ni su familia tenían alguna nota de infamia, juró obediencia al rector y pagó 4 reales. (Castañeda, 1987)A partir de este momento amo la burocracia actual.
El 23 de mayo de 1805, solicitó junto con don Anacleto Herrera y don Pedro Ramírez licencia al rector y al Claustro de la Real Universidad de Guadalajara para “sustentar un acto mayor”. Valentín presentó su examen el 8 de agosto de 1805. El médico titular del Real Hospital Señor San Miguel y del cabildo del Hospital de Guadalajara certificó que Gómez Farías era “ de bastante aplicación, pues lo dio a conocer en lo lucido de sus funciones previas a su grado, que… recibió habiendo sido aprobado nemine discrepante por todos los señores doctores synodales, quienes lo alabaron y elogiaron, en vista de su instrucción”. Pagó 18 pesos y 4 reales por los derechos de bachiller en medicina.
Lamentablemente la hoja se terminó y aún vale la pena saber cómo fue el examen para su licencia como médico, esto ya en la ciudad de México porque en Guadalajara estaba más caro y no “ajustaba”. Espero que usted haya disfrutado tanto como yo este rápido viaje por la educación durante la colonia, preparándonos ya para el giro y sacudida que les dio Valentín a estos asuntos.
Fin de la segunda parte presentando mi fe de bautizo, las de mis padres y las de mis abuelos, manifiesto que soy mujer de bien, nunca he sido señalada por el Santo Oficio de la Inquisición y no tengo fealdad, al menos notoria.
Bibliografía
Castañeda, C. (Enero-Marzo de 1987). Don Valentín Gómez Farías, su formación intelectual. Historia Mexicana, 36(3), 507-525. Recuperado el 26 de marzo de 2019