Cultura de la discriminación.
Por: Jenny González Arenas
La discriminación es un asunto delicado, sobre todo por lo delgada que puede ser la línea entre las acciones afirmativas y los actos de discriminación. La autoridad, cualquiera que sea su ámbito de competencia, debe estar atenta a que sus acciones no sean discriminatorias, porque algunas medidas, por más buenas que parezcan, al ser discriminatorias pueden, además de dañar la imagen de la autoridad, provocar confrontaciones que fácilmente pueden ser evitadas.
En el Festival Cultural Zacatecas, en su edición 2019, se esta implementando una medida discriminatoria, disfrazada de programa de hospitalidad. Antes de profundizar en el tema es pertinente señalar que no tenemos nada en contra de los turistas, ni mucho menos, al contrario, el turismo en Zacatecas es una de las actividades económicas que mayor derrama económica genera y que por ese motivo se deben implementar políticas públicas que fomenten el turismo, pero nunca a costa de la discriminación de los propios zacatecanos.
El seleccionar lugares para los turistas, bajo el argumento de que esas dos o tres horas formados para obtener un buen lugar en los conciertos las pueden utilizar en consumir en la capital, es un argumento con una alta carga de discriminación a los zacatecanos, como si los residentes no pudiéramos invertir esas dos o tres horas también en consumir productos y servicios en la capital.
El concepto de discriminación, desde la perspectiva del concepto socialmente construido, es la acción de dar trato desigual a una persona o grupo de personas, seleccionar excluyendo, según la Real Academia de la Lengua Española; desde la perspectiva de los Derechos Humanos, implica menoscabo en el ejercicio de los derechos de las personas, en razón de su origen étnico, racial, sexo, preferencias políticas, condición física o mental, etc.
En el caso de los eventos culturales, era muy frecuenta que se seleccionaran lugares, los de más fácil acceso, para las personas con algún tipo de discapacidad, para permitirles disfrutar de los eventos culturales de una forma segura, sin los riesgos que pudiera traer consigo el aglutinamiento de personas. Sin embargo, organismos internacionales y nacionales han señalado que el apartarles lugares a personas con alguna discapacidad en eventos culturales puede ser equiparable a la segregación, puesto que no pueden acceder a ellos sus familiares o amigos, por lo que tienen que disfrutar de los eventos de manera aislada. Por lo que la sugerencia es que los espacios en los que se llevan a cabo eventos culturales multitudinarios tengan todas las facilidades físicas que permitan que todas las personas, sin distinción alguna, puedan acceder al lugar de su preferencia a disfrutar de los eventos culturales.
Lo anterior implica una evolución, avanzar de la exclusión, la segregación, la integración hasta llegar a la inclusión, este último concepto como la aspiración de una sociedad democrática capaz de fomentar la convivencia de todos con todos, sin hacer diferencias.
Pareciera que ahora el Gobierno del Estado de Zacatecas, en particular, sus secretarios de Economía y de Turismo, les ha dado por dar un paso atrás en el tiempo y pensar que los turistas y los Zacatecanos no deben estar juntos, ni compartir los mismos espacios, que los turistas tienen mas derechos que los zacatecanos, a lugares apartados, a no perder tres horas en la fila y a estar sentados, mientras los residentes en zacatecas, por preferir pasar sus vacaciones en Zacatecas y dejar su dinero en Zacatecas ellos si se tienen que ir a formar tres horas, y dejar de consumir productos locales por estar formados aunque ello implique que tengan que disfrutar del evento de pie.
Que el gobierno ayude a los turistas no tiene nada de malo, lo que es cuestionable es que menosprecie a los zacatecanos y sus derechos, lo mas preocupante es que ni la Comisión Estatal de Derechos Humanos ni el Conapred, hagan algo para evitar la discriminación de la que están siendo objeto los zacatecanos que en lugar de irse a gastar su dinero en otros lugares, se quedan en Zacatecas a ser tratados como si su dinero, su tiempo o su gusto por los eventos culturales fuera de menor importancia que el de los turistas.