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Prevención.
Por: Jenny González Arenas

En estos momentos de crisis sanitaria, es importante no satanizar, pero si ser objetivos en cuanto a las medidas que se han tomado y que se deben seguir tomando para prevenir la proliferación del Covid-19.
No soy epidemióloga, pero la lógica es muy clara, si la enfermedad viene del extranjero, una medida de prevención inicial era el limitar el acceso a las personas que venían del extranjero, principalmente de las zonas con presencia del virus.
Si las personas ya se encontraban en territorio nacional o en tránsito, otra opción era limitar la movilidad de esas personas, sugerirles no era suficiente, obligarles a permanecer en estadio de aislamiento hasta determinar si eran o no portadoras del virus parecía ser el paso siguiente para evitar la proliferación del virus en territorio nacional.
Otra opción era inminente, el evitar que las personas viajaran a los lugares en donde la infección se encontraba ya presente, se puede limitar la movilidad de las personas, si, siempre y cuando sea para proteger la salud de la población.
Todo esto implica una limitación temporal al derecho humano a la libertad de tránsito, pero es libertad se ve limitada por el derecho a la salud de la mayoría de la población, no se trata de que el derecho que pueda ser vulnerado sea el que afecte a menos personas, o que se defienda mas al que afecta a mas personas, porque en materia de derechos humanos no se trata de cantidad de personas, sino de equilibrio de derechos y evitar el mayor daño posible.
Si limito temporalmente la libertad de tránsito, como bien se dice la limitación es temporal; sin embargo, si expongo a la población a la propagación de un virus que pondrá en peligro a ciertos sectores de la población que pondrá en riesgo no solo la vida de las personas, sino la viabilidad de los servicios médicos exponiendo innecesariamente al personal médico y de salud, así como a muchas personas que se ven en riesgo por formar parte de una cadena indirecta de contagio, y con indirecto me refiero a un grupo de personas que no viajaron al extranjero pero que estuvieron en contacto con personas que si lo hicieron, entonces el daño es muchísimo mayor, pero es un daño que se puede evitar, limitando temporalmente el tránsito de las personas.
Una vez mas, se trata de poner en la balanza dos derechos, el de libertad de tránsito y el de la salud. Uno de los dos se tiene que ver vulnerado; el Estado debe tomar las medidas necesarias para que el menos se vulnere aquel que cause menor daño, ya sea a las libertades personales y, como en este caso, a la vida de las personas.
Disculpen mi honestidad, pero las personas que viajaron al extranjero y regresaron al país, por las causas que hubiera sido, pudieron o haber esperado o haberse quedado en cuarentena una vez que regresaran y no poner en riesgo a toda la población. El Estado pudo haber adoptado medidas para cerrar las fronteras. Nada de eso se hizo. Ahora el sistema de salud esta en un serio riesgo, la salud de muchas, muchísimas personas se encuentran en riesgo. La historia juzgara si las medidas fueron o no las adecuadas, sobre todo si fueron oportunas o no lo fueron.
Como mencioné al principio, la lógica dice que, si nos hubiéramos aislado antes, eso hubiera permitido detener el brote y no poner en riesgo la salud de las personas. A lo mejor no era necesario detener la economía, hubiera sido suficiente con cerrar las ciudades, detener la entrada de personas que vinieran del extranjero, todos pudiéramos haber seguido con nuestra vida normal, con la certeza de que nadie traería el virus a nuestra ciudad. Las medidas llegaron tarde. Las consecuencias las pagaremos todos.