Skip to main content

Quién fastidia a quién.

Por: Jenny González Arenas.
Las tecnologías de la información y la comunicación han adquirido gran auge ahora en
tiempo de pandemia, a tal grado que hora la educación, el trabajo, el comercio y muchas
otras cosas más, dependen de ellas. Pero también son un arma de doble filo.
Muchas veces hemos hablado de libertad de expresión y de su doble aspecto, el
derecho a expresarse vinculado al derecho a recibir información.
Aunque cabe preguntarnos si toda la información que circula en los medios debe estar
amparada bajo ese derecho o si se vale hablar por hablar solo porque tenemos el derecho a
la libre expresión. Todo eso viene al caso por que últimamente a los gobernantes en turno,
ya sea a nivel federal o estatal y uno que otro municipal, les ha dado por andar haciendo
declaraciones matutinas, vespertinas, nocturnas, en redes o medios de comunicación
diversos en donde más allá de informar lo que están haciendo como gobernantes se dedican
a desprestigiar movimientos sociales, o a confrontar a la población o a repartir culpas, sin
asumir un verdadero liderazgo, no solo en marcar la agenda política, sino en la definición de
estrategias claras para la consolidación del desarrollo al nivel que a cada uno le corresponde
gobernar.
Se vale hacer declaraciones que se basen en información, en datos claros y precisos,
con elementos que permitan a la población asumir una postura a favor o en contra, porque la
libertad de informar se trata de eso, de proporcionar datos claros, precisos y objetivos sobre
algún suceso cuyo análisis le permitirá a la ciudadanía asumir una postura.
Lo que hacen los gobernantes no es informar, es expresar su punto de vista es criticar,
es ofender, es desgastar a la población y a los intereses de muchos ciudadanos y eso puede
ser considerado libertad de expresión, pero no pueden, bajo ninguna circunstancia perder de
vista que como figuras públicas se deben a la voluntad popular que emitió un sufragio y que,
ante esa situación, ellos se vuelven gobernantes de toda la población no solo del sector que
presumiblemente voto por ellos.
Ante estos escenarios, declaraciones desafortunadas como el dejar de fastidiar a la
ciudadanía, o que los docentes están tocando en la ventanilla equivocada o que le vayan y le
exijan a la Federación, lo que – dicho sea de paso – el no ha podido gestionar, no es otra
cosa que una postura de provocación para que la sociedad se confronte entre si y eso no es
lo que debe hacer un gobernante porque su libertad de expresión no es absoluta, por el
simple hecho de no ser un ciudadano cualquiera, es el representante popular y como tal, le
debe respeto a la población, no solo a la que votó por él sino a toda la sociedad en su
conjunto.
El pensar que los derechos son absolutos es una postura arcaica, porque ya se ha
establecido en diferentes legislaciones y a través de distintos criterios jurisprudenciales tanto
nacionales como internacionales, que ningún derecho es absoluto, todos tienen límites y, en
el caso de las figuras públicas, los límites de los derechos son todavía mas estrictos, porque
no hablan a título individual, sino que lo hacer con la envestidura que representan y para ello
se requiere una mayor responsabilidad.
Dejemos de buscar culpables en el pasado y actuemos en consecuencia con miras al
futuro, resolviendo los problemas independientemente de quien los haya generado, puesto
que no se trata seguir aventando la piedra y escondiendo la mano, sino de asumir la
responsabilidad que buscó cuando andaba recorriendo el Estado pidiendo el voto.
Los maestros no fastidian a la sociedad zacatecana, tienen una lucha legítima por un
derecho que les corresponde y si el día de mañana, la burocracia zacatecana que hoy ve
amenazado su trabajo también sale a la calle a manifestarse, tampoco estarán fastidiando a
la sociedad zacatecana, porque quien está fastidiando a los maestros y quien está

amenazando con fastidiar a los trabajadores es el gobierno cuando deja de pagarles su
salario y sus pensiones.