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El conflicto universitario tiene nombre y apellido.

Por: Jenny González Arenas

Cuando una persona, quien quiera que sea, se postula para un cargo público, tiene que tener una característica muy importante: apertura al dialogo. Esa característica debe ir aparejada de una capacidad, la de reconocer cuando no se respetaron las funciones para las cuales fue electo. Aunado a lo anterior, se deben asumir las consecuencias de los actos, aunque dichas consecuencias impliquen separarse del cargo para el cual fue electo.
Bajo esas premisas, está más que claro quien es el responsable del conflicto por el que atraviesa el Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas. El aún secretario general se postuló para el cargo y lo obtuvo, en un proceso muy irregular, en parte por la pandemia y en parte por la abierta intervención de la parte patronal en un proceso sindical.
El problema inicia cuando los sindicalizados nos percatamos que el aún secretario general no cuenta con capacidad de dialogo, porque parece que él y nadie más que él tiene la razón, trata de imponer su discurso de manera repetitiva y su guion perfectamente aprendido, aunque esté en un error. Ha denostado a compañeros sindicalizados, acusado a otros compañeros, incluso ha afirmado que todos estamos en un error menos él, porque somos nosotros quienes no entendemos los procedimientos laborales.
Esa afirmación es bastante criticable, sobre todo viniendo de una persona que firmó un conjuramiento de huelga a espaldas de los sindicalizados y pretendiendo llevar a cabo un plebiscito simulado, a sabiendas que él, en contubernio con la patronal, ya habían dado por concluido el proceso de emplazamiento a huelga.
No se necesita ser un letrado en derecho para leer un encabezado que claramente señala “CONVENIO DE CONJURAMIENTO DE HUELGA 2022” y seguir con el discurso de que es un proyecto. Peor aún cuando quien lo está firmando ha estado tres años antes en un comité ejecutivo ocupando una cartera – por lo que se presume participó en tres emplazamientos previos – además de ser su segundo emplazamiento ya como secretario general. El discurso de que fue un error no es creíble, mucho menos aceptable.
Conjurar una huelga sin consultarlo a los sindicalizados es un error grave, independientemente de si se cometió con dolo o con culpa, y los errores tienen consecuencias que se deben asumir, aunque ello implique ser removido del puesto para el cual fue electo.
Pero si quien cometió el error, en primer lugar no lo reconoce y luego cambia de discurso y señala que fue un error, pero que no fue con dolo, estamos ante una persona que su incapacidad de dialogar lo motivan a cambiar el discurso y acomodar el que cree más le favorece siempre y cuando su solución implique que todos hagan lo que el dice sin asumir las consecuencias de sus actos.
El aún secretario general es el responsable del problema de la Universidad, y se ha sumado al problema la intromisión deliberada del Rector, con la publicación de información personal de los docentes que pone en riesgo su integridad y su seguridad personal y la de sus familias, además de enviar a funcionarios universitarios a confrontar a los maestros cuando estamos ejerciendo nuestro derecho a la manifestación pacífica.
No caigamos en el error, este problema se hubiera resuelto hace mucho tiempo ya si quien se ostenta neciamente como secretario general del SPAUAZ hubiera actuado conforme a lo que los estatutos le mandatan y hubiera convocado ya a Asamblea General o hubiera renunciado, pero contrario a toda normatividad, le va sumando a sus acciones cada vez más irregularidades e intromisiones arbitrarias de la patronal, que en lugar de abonar a la solución del conflicto lo van haciendo cada vez más grande.
Los sindicalizados no retrocederemos en nuestro objetivo, porque nuestros derechos laborales sobrepasan los intereses personales de los grupos en el poder. Tenemos un contrato colectivo que defender y no vamos a permitir que nos dividan y mucho menos que pongan en riesgo el futuro de todos los integrantes del SPAUAZ solo por su incapacidad de dialogar, de reconocer sus errores y de asumir las consecuencias de los mismos.

Docente-Investigadora UAZ