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Están matando estudiantes.
Por: Jenny González Arenas

En un giro desafortunado de eventos, los últimos años han sido devastadores para la juventud zacatecana. Primero una pandemia que los llevó al encierro y ahora, sin importar si eres hombre o mujer, el riesgo es ser joven y aspirar a tener una vida digna, porque ahora les ha dado por privar de la vida a estudiantes universitarios.
No es un problema de hoy, la inseguridad en Zacatecas ha venido en aumento en las últimas dos décadas y no se ve para cuando se pueda resolver el problema. Coincidencia, no lo sé, pero en nuestro Estado la inseguridad inició con un Monreal y se está acrecentando con el otro.
En un Zacatecas con tanta pobreza y marginación, con un alto índice de migración, es digno de reconocer que los jóvenes aspiren a concluir sus estudios universitarios, muchos de ellos con un gran esfuerzo y sacrificio por parte de su familia, pero esos sueños, desde hace ya algunas generaciones se han estado truncando a manos de la violencia generalizada que padecemos.
No había concluido la marcha por la muerte violenta de 4 jóvenes universitarios, cuando ya estábamos llorando la muerte de uno más. Estudiantes con metas en la vida, con un objetivo trazado, con la intención de forjarse un futuro mejor, algunos incluso sorteando las dificultades de la vida estudiando y trabajando, para que alguien sin escrúpulos les arrebate la vida y con ellos se lleve sus sueños, sus aspiraciones, sus anhelos, dejando no solo una butaca vacía, sino un lugar en la mesa del comedor de su casa o una cama de su recamara y muchos corazones destrozados por su prematura partida.
Lo que estamos viviendo es un proceso antinatural, porque los padres no deberían estar viendo morir a sus hijos e hijas, mucho menos en estas condiciones de violencia y delincuencia. Aunque al gobierno, eso parece no importarle. Nadie es capaz de escuchar el clamor de la ciudadanía que a gritos exige paz, tampoco la exigencia de los padres de jóvenes estudiantes que han perdido la vida en los últimos años, víctimas de la delincuencia.
El Estado, por omisión, es cómplice de esas muertes. Si, el estado también está matando estudiantes. Es indiferente, apático, no ha diseñado estrategias claras para acabar con la delincuencia, eso es complicidad. La sangre derramada por todos esos jóvenes, hombres y mujeres, también está en las manos del Estado, porque su ineptitud los está matando.
Las y los jóvenes tienen derecho a soñar, a vivir, a reír, a disfrutar plenamente de la etapa de desarrollo por la que están atravesando en estos momentos, no deben vivir con miedo, no deben estar enclaustrados entre cuatro paredes, tienen derecho a divertirse, a ir a la escuela, a caminar libremente por las calles sin temor, sin inseguridad, sin mayor riesgo que el que la propia vida representa.
Desde hace ya algunos años he visto grupos de compañeros estudiantes llorar la muerte de alguna o alguno de sus compañeros y no, ningún joven debe sentir el dolor que han sentido ellos al ver desaparecer o morir a sus compañeras y compañeros. Los maestros no estamos preparados para ver morir a nuestros alumnos, nosotros queremos verlos crecer, convertirse en profesionistas exitosos, desarrollarse en su profesión, formar una familia y disfrutar de la vida, porque así debería de ser.
Los padres y los abuelos tampoco están preparados para ver morir a sus nietos e hijos, porque eso atenta contra todo instinto de supervivencia.
El Estado no debería estar permitiendo que los maten, pero no hace nada para evitar que suceda.
No podemos privar a los jóvenes de lo que nosotros vivimos, el actual gobernador pudo caminar libremente por las calles cuando era joven, ¿por qué los jóvenes de ahora no pueden tener esa libertad?