8 de Marzo: Seguimos en la Lucha
Dra. Verónica Arredondo
Cuando nuestras abuelas, por decirlo de alguna forma, se organizaron para exigir que sus derechos fueran reconocidos, que sus decisiones fueran escuchadas y respetadas, que se fijara un contexto donde pudieran participar de la vida política del país, en esa agenda de lucha feminista, se plantearon como objetivo la participación de la mujer dentro de las instituciones; no solo como altas funcionarias, o como representantes en cargos de elección popular, sino literalmente, que las mujeres conformaran las plantillas laborales de las instituciones públicas que guían las riendas de este país.
Las conquistas laborales, sociales, culturales, económicas, de las mujeres han ocurrido gradual y lentamente, quizá tan lentamente como el movimiento de las placas tectónicas, aunque de vez en vez, causen algún terremoto. Lentamente pero siguen ocurriendo, y eso hay que tenerlo en cuenta, apuntarlo y hasta celebrarlo. La lucha feminista en este país ha logrado que nosotras en 2023, gocemos algunos de los derechos que las mujeres de anteriores generaciones soñaron y plantearon. Pero no quiero decir que vivamos en el mejor de los mundos o que hayamos triunfado, todavía no.
Muchas de las instituciones públicas o todas, actualmente están obligadas a tener en cuenta dentro de su operación y planeación que se debe trabajar con perspectiva de género; hay oficinas dentro de las mismas instituciones que se encargan de supervisar que ello ocurra. Asimismo, están obligadas a manejarse dentro de la paridad de género, es decir, que las mujeres tengan oportunidades de acceder a puestos de trabajo, y que no sean discriminadas. Esto está sucediendo y así se tienen que conducir los órganos gubernamentales, y esto ha sido posible por la vía de la lucha feminista.
Estos logros que he descrito, los hemos alcanzado porque hemos luchado juntas, porque nos hemos escuchado con respeto y reflexión. Nadie nos ha regalado nada. Cualquier centímetro que hemos logrado avanzar en cuestión de conquistas de derechos, ha sido posible porque así lo exigimos y nos arriesgamos.
Lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, impactará directamente en las generaciones venideras. No solo lo hacemos para cambiar el presente sino también, para construir el futuro. Es probable que algunas de nosotras no estemos de acuerdo con la ruta que ha tomado la lucha feminista, porque, o no la entendemos o porque, la vemos desde un lugar donde nos encontramos cómodas. Tampoco en las generaciones anteriores de mujeres había un consenso, y a veces el disenso se hace pertinente porque solo así puede evolucionar la lucha. Quizá tú, o yo o ella, no comprendamos las necesidades actuales y futuras de la lucha, pero creo que podríamos apoyar a nuestras compañeras de muchas formas. Entiendo que la crítica hacia los movimientos es necesaria para la reflexión y el análisis de los procedimientos y las demandas, la crítica es hasta obligatoria. Sin embargo, considero que la lucha o luchas feministas se nombren como se nombren, son súper necesarias para continuar construyendo el camino que van a encontrar las niñas y mujeres del mañana.
Como ya lo dije antes, nadie nos va a regalar nada.
En este momento en que muchas mujeres formamos parte de las instituciones, podemos y debemos trabajar para el bien de las mujeres. Es decir, que podríamos operar con una perspectiva feminista; podríamos hacer de otra forma las cosas, porque es necesario que aseguremos una realidad más benigna para nuestras compañeras.
De algún modo, todas somos compañeras de lucha. Nos enfrentamos a los mismos obstáculos vengamos de donde vengamos, seamos del color que seamos, porque somos mujeres y el sistema no está organizado para hacernos las cosas fáciles. Es importante que entendamos eso. Sí, algunas somos privilegiadas, por alguna razón, pero ese privilegio, no impide que no podamos ser empáticas; además, si nos comparamos con los privilegios que tienen los hombres, entenderíamos de verdad qué es ser una persona privilegiada. Insisto, todas somos compañeras de lucha, tenemos que jalar parejo y apechugar la lucha feminista.
Desde nuestros lugares de trabajo, de estudio, de recreación, de organización, desde donde estemos y nos encontremos, nos toca allanarle el camino a las otras. Las unas y las otras, tenemos que ayudarnos, cooperar para que este embrollo de país y mundo, no se oponga como obstáculo para continuar o comenzar a desarrollarnos. Lo que quiero decir es que debemos de ser aliadas entre nosotras, cómplices, compañeras, no enemigas.
Sé que hechos horrendos ocurren a lo largo y ancho del país, que las mujeres padecemos la brecha de género: somos las que peor las llevamos. Pero las cosas están cambiando, han ido cambiando. Sé que ese cambio ocurre y ha ocurrido porque las mujeres hemos presionado y empujado para que ello pase. La lucha feminista de hace cien años se planteó algunas demandas, quizá en la realidad no hemos alcanzado ese panorama que nuestras abuelas imaginaron que podría ocurrir, pero algo hemos hecho, algo hemos ganado. Es nuestro deber mantener viva la llama del movimiento feminista, estemos de acuerdo o no, porque es el camino que nos ha abierto otros caminos. Es la ruta que nos ha liberado, que ha hecho posible que podamos estudiar, trabajar, vivir solas, elegir nuestra carrera, elegir si queremos casarnos o no. El movimiento feminista ha sido un parteaguas en la historia humana. Es necesario que lo mantengamos vivo, desde el lugar que nos encontremos tanto física como socialmente.
Por otro lado, debemos reconocer los avances que se han logrado dentro de las instituciones, sin embargo, es necesario que se siga trabajando tanto en su interior como en la función que cumplen en gobernanza y atención ciudadana. Las instituciones, las cámaras, el ejecutivo, deben continuar arengando a que funcionarios y funcionarias de cualquier nivel, sirvan a la ciudadanía con perspectiva de género, con perspectiva feminista si es necesario. Porque la brecha que padecemos, todavía es del tamaño de un canal que parte en dos a un continente.
Decía Louise Michel “Cuidado con las mujeres cuando se sientan asqueadas de todo lo que les rodea y se subleven contra el mundo viejo. Ese día nacerá un mundo nuevo”. Eso es lo que tenemos que hacer, es la ruta que seguimos, es ineludible. El movimiento feminista se encuentra sobre unos rieles que lo van a llevar a terminar con la estructura social tal cual la conocemos. Una estructura donde nos metemos con calzador porque no está acondicionada para las mujeres, nunca fue pensada para que la habitáramos nosotras. Una estructura que ni nos abraza ni nos acoge, y nos expulsa cada vez que queremos integrarnos.
El 8 de marzo tiene muchos significados, uno de ellos es constante: la lucha continúa; no nos podemos detener un día. La lucha, el movimiento, se lleva y pone en práctica con cada decisión que tomemos, en las acciones más cotidianas y en las acciones directas, simbólicas, o las que afecten contundentemente a la realidad.
Lo bueno es que nos tenemos unas a otras, lo bueno que en el trabajo, en la casa, en la escuela, tenemos a nuestras compañeras que nos escuchan y nos abrazan, que nos aconsejan y caminan a nuestro lado. Eso es esperanzador. Tenemos que seguir construyendo esas redes, que consolidar las que ya tenemos. Sabemos que no estamos solas, y que si podemos tener opiniones diferentes, eso no obstruye que tengamos algo claro: somos mujeres que estamos construyendo un mundo nuevo.