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COCINAN UN FRAUDE

El gobierno preparó el terreno para capturar al Consejo General del INE. Construyó con ayuda de Morena un procedimiento opaco y sesgado para que los nuevos consejeros sirvieran a los intereses de Palacio.

Logró colocar cuando menos a dos aliados: a la presidenta Guadalupe Taddei y al consejero Arturo Montaño. Ella y su familia, cercana al Presidente de la República. Él, apadrinado por el secretario de Gobernación.

Taddei y Montaño van a hacer las veces de un Arturo Zaldívar o de una Yasmín Esquivel en la Corte. Fueron colocados ahí para inclinar la votación a favor de lo que electoralmente convenga a López Obrador.

A menos, claro, está, que Guadalupe Taddei opte por ser la Norma Piña que necesitaría en este momento el INE. Una consejera presidenta decidida a defender la autonomía del órgano electoral frente a un régimen enemigo de la democracia.

La pregunta es simple: ¿A quién le va a servir Taddei en un momento en que López Obrador busca construir una escenografía electoral que lo favorezca? A su amigo el presidente o a la ley?

El encargo más importante que tiene hoy el Secretario de Gobernación Adán Augusto López es capturar a los consejeros del INE para que avalen el fraude que permitiría a Morena ganar en el 24 las presidenciales.

¿Qué hace un gobierno cuando duda poder ganar las elecciones? Recurre a todos los artilugios inconstitucionales para mantenerse en el poder. La forma dudosa con que fueron electos los cuatro nuevos consejeros muestra el interés de tener piezas leales a sus objetivos.

Los cuatro fueron tibios en sus posicionamientos a la hora de tomar protesta. Llamó la atención que ninguno de ellos, especialmente la consejera presidenta, saliera a defender la autonomía del INE, el respeto a la Constitución y al voto de los ciudadanos.

Taddei reflejó en su primera intervención la misma preocupacion que López Obrador: “Abaratar la democracia” Lo que significa- ya sabemos- desmantelar la estructura del INE para debilitarlo e impedir que pueda llevar a cabo procesos electorales confiables.

Guadalupe Taddei merece, por supuesto, el beneficio de la duda. Tal vez nos llevemos una sorpresa y resulte ser una guerrera decidida a ponerse frente a los lanza cohetes con los que el gobierno apuntará a los consejeros para chantajearlos y obligarlos a aceptar urnas embarazadas por la delincuencia organizada.
El Secretario de Gobernación anunció una nueva relación entre el gobierno con el INE. Dijo que había llegado la hora de trabajar de manera coordinada porque esa era la demanda ciudadana.

Adán Augusto está tergiversando como su jefe las cosas. En la “marcha rosa” del 13 de Noviembre y en la concentración en el Zócalo del 26 de febrero la ciudadanía exigió con toda claridad respeto a la autonomía del INE. “El INE” no se toca, fue la demanda. Cosa contraria es hablar de coordinación cuando en realidad se busca su captura o secuestro.

Mientras caminaba la estrategia para imponer consejeros la oposición estuvo ausente. Tal vez no ha entendido que López Obrador ha puesto el acelerador a su deriva autoritaria para robarse la elección del 24.

El nuevo consejero del INE puede convertirse en el epicentro de una crisis constitucional si la Corte invalida el Plan B y los consejeros leales al gobierno y al presidente deciden no acatar el fallo del tribunal constitucional.

La tómbola que arrojó los nombres de los cuatro nuevos consejeros no es garantía de confianza e imparcialidad. Ese método no impide que al INE haya llegado el “caballo o la yegua de Troya” para reventar desde adentro su autonomía y entregarlo al dictador.

Hay señales y sombras amenazantes que anuncian una nueva guerra para defender la democracia electoral.