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Derechos Humanos en la vejez.

Por: Jenny González Arenas

El día mundial de toma de conciencia de abuso y maltrato en la vejez es un día para reflexionar sobre la forma en la que los adultos mayores son tratados en los diversos entornos de la vida en sociedad.
Hablar de abuso y maltrato a la vejez se refiere no solo a la violencia física, sino a diferentes acciones que, pudiendo no parecer violentas, repercuten en la vida digna de los adultos mayores. Mecanismos indirectos que, disfrazados de medidas razonables, menoscaban, dañan, impactan de manera directa o indirecta en la forma en la que se ejercen los derechos de este grupo de personas.
Es necesario señalar que los adultos mayores son un grupo considerado como vulnerable por la situación de desventaja que se encuentran frente a distintos grupos de edad; la vida laboral ya ha concluido, pero las condiciones económicas para hacer frente a esta etapa de la vida no son necesariamente favorables. Las condiciones de salud física y mental disminuyen por el simple paso de los años y, de igual forma, no siempre se cuentan con las condiciones económicas suficientes para hacer frente a una enfermedad o al deterioro de la salud propio de la edad. A lo anterior podemos agregar las condiciones de soledad o compañía que enfrentan muchas personas adultas mayores que los colocan en una situación de mayor vulnerabilidad.
Ante todos los factores que afectan la vida de los adultos mayores, encontramos algunas políticas públicas que, lejos de beneficiar este grupo etario, perjudican su desarrollo y afectan sus condiciones de vida digna.
Vemos por ejemplo un programa de apoyos económicos a adultos mayores que se entrega de manera universal, lo que pudiera parecer favorable, pero cuando analizamos su manera de implementarse nos damos cuenta que se entrega de forma bimestral, en instalaciones bancarias que distan mucho de ser adecuadas para que las personas adultas mayores puedan acceder o llegar, los hacen formarse por mucho tiempo, ante las inclemencias del clima, lo que dista mucho de tomar en consideración las condiciones de vulnerabilidad en la que se encuentran.
Por otro lado, mientras vemos la implementación de este programa universal, nos damos cuenta como desaparecen otros programas como aquellos que garantizaban el acceso a medicamentos a bajo costo o apoyos para la adquisición de productos de la canasta básica para personas en situación de vejez y precariedad, si calculamos los gastos que se hacen en medicamentos para tratar enfermedades crónico degenerativas y el costo de la alimentación y lo comparamos con el monto recibido de manera bimestral por los adultos mayores, nos damos cuenta que es más lo que se pierde que lo que se gana.
A lo anterior, tenemos que agregar las políticas de precarización de las pensiones y jubilaciones que son insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de las personas que se encuentran en posibilidad de jubilarse, lo que alarga cada vez mas el tiempo de vida laboral y retrasa la jubilación, no necesariamente por ganas de seguir trabajando, sino por la dificultad que enfrentarían los adultos mayores al dejar de percibir parte de su salario e intentar sobrevivir exclusivamente con su pensión.
La realidad es que muchas medidas que parecieran ir encaminadas a mejorar las condiciones de vida de las personas en la vejez, han precarizado cada día más la situación de este grupo de personas que, habiendo entregado toda su vitalidad y juventud en sus diferentes labores, se ven abandonados en una etapa de la vida en la que mayor apoyo necesitan para vivir con dignidad.

Maestra Investigadora y Secretaria General del SPAUAZ