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LAS CANDIDATAS

Por: Isadora Santivañez Ríos

Desde el inicio del periodo de la administración gubernamental de Andrés Manuel López Obrador, se decantó la posibilidad de que una mujer pudiera ser la siguiente aspirante a la Presidencia de la República y la que daría continuidad a las políticas obradoristas de la Cuarta Transformación y fue así como desde hace casi 5 años se ha construido la futura candidatura a la Presidencia de la República de Claudia Sheinbaum.

Trabajando con el sistema federal y con toda la maquinaria y el recurso público de la Ciudad de México, para lograr su posicionamiento y mantenerla en la delantera de las encuestas internas, para así simular la generación de una candidatura legítima y apoyada por las bases, lo que en realidad se traduce en ser la elegida por el Presidente de la República.

Y esto en términos generales, es positivo, ya que el involucramiento de las mujeres en la vida pública de nuestro país es indispensable, principalmente en cargos de este nivel, en los que llegan a influir de manera directa en la toma de decisiones y pueden generar un rumbo claro y preciso en favor de las causas de las mujeres.

Así mismo, es destacable el hecho de que a las mujeres en muy pero muy pocas ocasiones nos toca llegar a este tipo de posiciones desde la comodidad que te otorga un respaldo presidencial con tan altos niveles de aprobación ciudadana, es decir, el hecho de que una mujer sea considerada y respaldada en tantos aspectos y sentidos es total y completamente novedoso en la política mexicana.

Sin embargo, la preocupación respecto a una representación simulada, prende los focos de alerta de los diversos colectivos feministas, que ven en la futura e indudable candidatura de Claudia Sheinbaum, por el partido en el poder, una condición patriarcal bastante retrógrada y lacerante.

Ya que la simulación de la apertura hacia las mujeres ha sido una de las principales problemáticas que hemos vivido quienes nos dedicamos a la actividad política.

En México, las posiciones para las mujeres no dejan de ser designadas bajo un sistema patriarcal que acomoda a conveniencia las cuotas de género, considerando a las cercanas, a quienes son familiares o bien, a quienes pueden manipular políticamente, es decir, siguen basándose en los sistemas de autoridad machista que mantiene a las mujeres en un perfil bajo.

Y esto es lo que se refleja en la candidatura de Claudia Sheinbaum, una legitimación de las viejas prácticas patriarcales que simulan la participación de las mujeres en la política, acomodando perfiles a conveniencia, para poder manipularlos y con ello mantener la toma de decisiones, ya sea de manera oculta o incluso descarada, como probablemente lo sería en el caso de Andrés Manuel.

Es aquí en donde surge una figura que desde las bases está considerando una legitimidad apremiante y ha marcado con el paso de los días una posibilidad de respaldo por parte de las fuerzas opositoras, manteniendo una actitud más genuina y representativa y sirviendo como punta de lanza para el verdadero posicionamiento de las mujeres en la vida pública de nuestro país.
No es que se quieran adelantar tiempo ni procesos, sin embargo, para nadie sería sorpresa ver en la próxima boleta electoral para la Presidencia de la República a Xóchitl Gálvez, quien desde el ámbito meramente feminista y sin dejar de lado a la mujer representativa del Partido en el que milito, Beatriz Paredes Rangel, la realidad es que la próxima contienda está muy decantada y lo más probable es que ambas mujeres, Xóchitl y Claudia, sean las que encabecen las principales fuerzas que disputarán el triunfo electoral.

La diferencia entre ambas mujeres es que Xóchitl Gálvez viene desde las bases y cuenta con una legitimación más representativa del género femenino, ya que es ejemplo de resiliencia y constancia y de que las mujeres, aún contra las adversidades, pueden resurgir y generar aires de esperanza para consolidar un triunfo electoral, incluso contra toda la maquinaria morenista y la probable implementación del recurso federal. Ya que aquí el respaldo de las bases es real, la candidatura está construida desde la aceptación de la gente y la facilidad de empatía, reconocimiento y conexión con el pueblo.

La legitimación de la candidatura de Xóchitl puede ser la diferencia entre una verdadera representación de nuestro género, o caer en la simulación del impulso a las mujeres, retrocediendo en el tiempo y dañando las causas que tanto nos ha costado hacer valer.