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LA NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA ESFERA PÚBLICA

Por: Isadora Santivañez Ríos

Las mujeres que participamos en la política estamos expuestas a un sin número de acciones que pueden ser constitutivas de violencia, por lo que nuestra posibilidad de sufrir situaciones que vayan encaminadas a denostar nuestra actividad laboral así como nuestra integridad personal están a la orden del día, por ello debemos generar esquemas de sororidad y apoyo que nos permitan salir avante de las diversas embestidas que a lo largo de nuestra trayectoria política se van presentando.
La realidad de las mujeres en nuestro país está sujeta a la segregación, minimización, invisibilización, maltrato, degradación y muchos otros actos de violencia.
Los ataques que sufrimos desde el ámbito laboral, generalmente se personalizan y es común que busquen poner en tela de juicio nuestra imagen y credibilidad, incluso nuestra reputación.
Así mismo, es importante precisar el hecho de que este tipo de ataques personales dejan una huella a futuro que se refleja como una marca negativa que socialmente es muy difícil de borrar. Es como si les pusieran a las mujeres un sello con fecha de caducidad.
Todo ello nos afecta en nuestro crecimiento laboral y profesional y obstaculiza nuestro posicionamiento dentro del ámbito público y social, ya que esta “insignia violentadora”, generalmente, nos acompaña por el resto de nuestras vidas y traspasa lo público, hasta llegar a incorporarse en lo privado y con ello a generar reacciones negativas en nuestras vidas personales.
Y no es que todo lo que nos ocurra desde un aspecto negativo o de señalamiento a nuestro actuar público, lo queramos evidenciar como un acto de violencia política en razón de género, pero la realidad es que la violencia está tan normalizada en nuestro país, que para muchos llega a ser “exagerado” acusar a alguien de ejercer violencia. Es tan común que se nos ofenda, degrade, maltrate o menosprecie que pareciera que el alzar la voz es un acto de rebeldía.
Y es más común encontrar situaciones que minimicen nuestro actuar, ante estos señalamientos, que reacciones por parte de alguna mujer que está siendo violentada, por ello se ha posicionado tanto la frase “calladita te ves más bonita”.
Además, se han vuelto comunes las expresiones “como eres exagerada”, “para ti todo es violencia”, “ni que fuera para tanto”, cuando las mujeres alzamos la voz ante los ataques. Es decir, no conformes con agredirnos, todavía les molesta que no nos quedemos calladas, así de mal estamos.
Y de verdad es lamentable que incluso exista presión social para que ante las envestidas las mujeres tengan que “guardar compostura” y no generar ningún tipo de comentario, por el contrario, se pide que no “hagan más grande un problema”.
Y debe tomarse en cuenta que minimizar el dolor ajeno representa otro tipo de violencia que genera grandes conflictos emocionales para quienes sufren y viven la censura de sus sentimientos.
Debe quedar claro que minimizar el dolor o sufrimiento de cualquier víctima y que acusarla o señalarla por sentirse afectada es otro acto repetitivo de violencia, que comúnmente se define como revictimización, la cual consiste en generar cualquier acto que afecte el estado físico o mental de la víctima, convirtiéndola de nueva cuenta en una víctima.
Es decir, si te difaman te victimizan, pero si te acusan por defenderte de una difamación, entonces te están re victimizando, ya que no te permiten sanar la herida emocional que puedas tener, sino por el contrario, de minimizan e invalidan socialmente.
Es por ello, que el estudio y conocimiento respecto a los procesos que debemos llevar a cabo ante cualquier acto de violencia, son indispensables para no afectar aún más a la víctima, pero lo más importante es visibilizar lo normalizada que tenemos la violencia y con ello realizar acciones precisas y concretas que puedan generar mejores condiciones para quienes se desenvuelven dentro del ámbito público y que puedan realizar sus actividades de manera normal y cotidiana, sin estar viviendo y padeciendo la violencia desde cualquier esfera o estrato social.