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Libertad sindical.

Por: Jenny González Arenas.

La reforma laboral de 2019 tiene como uno de sus principales ejes rectores la libertad sindical, un principio que pareciera que es común pero que es muy extraño para muchas personas que pertenecen a los sindicatos.
En los principios del sindicalismo mexicano, la lucha de clases y la confrontación de los intereses económicos era una de las motivaciones principales para agruparse en sindicatos que permitieran hacer frente al ejercicio del poder de quien ostenta la capacidad económica. La desigualdad existente entre el patrón y el trabajador fue uno de los motores principales para lograr la consolidación de los sindicatos de trabajadores, porque solo la unidad de toda la fuerza de trabajo podría hacerle frente a la ofensiva del capital.
Los sindicatos universitarios obedecen a una naturaleza un tanto compleja, porque quien ostenta el poder económico no se encuentra dentro de la Universidad, sino fuera de ella, es el Estado, y quien dirige o administra la Universidad es un grupo de personas que no representan al Estado, al menos no de forma directa, y que, al mismo tiempo, forman parte de la comunidad universitaria, muchas de las veces, si no es que todas, agrupados en sindicatos. Esta dualidad, en ocasiones, hace que quien dirige pierda noción de a quien representa porque, por un lado, son sindicalizados universitarios, por otro lado, cuidan los intereses económicos de la institución y las relaciones con el Estado.
Esa dualidad, en ocasiones, hizo que quienes dirigieran las universidades públicas perdieran noción de su origen universitario o que se olvidaran que al concluir el plazo para el cual fueron electos o designados, regresarían a las aulas. Ese regreso a las aulas y las labores docentes los lleva a regresar a sus orígenes y lucha sindical, una dualidad que no muchas personas aceptan, puesto que mientras dirigen espacios universitarios han pisoteado los derechos de sus propios compañeros de gremio.
Así, la naturaleza dual del sindicalismo universitario ha ido tomando matices que tristemente han ido borrando la independencia sindical de las autoridades universitarias, hasta llegar al punto en el que nos encontramos hoy, en el que quien dirige una universidad pública quiere, a un mismo tiempo, controlar a él o los sindicatos al interior de la universidad.
Mecanismos que se han incorporado a la legislación laboral en fechas recientes van encaminados a combatir el corporativismo en los sindicatos obreros, también en los universitarios, al establecer la libre afiliación como el medio al alcance de los sindicatos para que sus integrantes no los defina el patrón sino cada persona.
La libre afiliación permite a cada persona manifestar sin intervención de nadie, su interés de pertenecer o no a un sindicato, sin que el patrón o el propio sindicato lo obliguen, tan es así que su afiliación al sindicato no implica la pérdida de derechos colectivos, solo la posibilidad de participar o no en la vida política del sindicato al que libremente se decide integrarnos o no. Recordemos que un sindicato es una asociación y nadie nos puede obligar a pertenecer o no a esa asociación.
Pero toda asociación es autónoma, es decir, se organiza de manera independiente a otras organizaciones o asociaciones, por ello la importancia de que la organización sindical goce de autonomía en relación con las autoridades universitarias, porque son independientes la una de la otra, con relaciones laborales que los unen, pero con formas de organización autónomas.
Bajo esa premisa, de la autonomía e independencia sindical, quienes decidan afiliarse o ratificar su afiliación podrán, en unidad, luchar por alcanzar mejores condiciones laborales para todas y cada una de las personas que conformen ese sindicato.

Secretaria General del SPAUAZ