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Con la Cuarta Transformación, educación de quinta

Por: Claudia Anaya Mota

La Organización para el Desarrollo Económico (OCDE), es una organización internacional que tiene como labor esencial, diseñar políticas públicas para que las sociedades vivan mejor. Tiene una estructura organizativa que está encabezada por un consejo conformado por los representantes de un selecto grupo de 38 países que lo integran y está presidido por un Secretario General. Sus labores se concentran en 300 comités que abordan diversas áreas y se reúnen periódicamente con representaciones de sus integrantes para intercambiar experiencias, evaluar las políticas públicas y a partir de ahí, innovar; además cuenta con un consejo asesor que está conformado por expertos en políticas públicas, sociedad civil y académicos que comparten sus opiniones precisamente para poder cumplir su misión.

Para que un país pueda ser miembro de la OCDE, debe superar con éxito un proceso altamente exigente, porque quienes son aceptados, debieron presentar su candidatura para el proceso de adhesión. En dicho proceso, se determina la modalidad, las condiciones que debe cumplir el país aspirante y respetar las reglas del mismo, ello significa aceptar todo un proceso de revisión y evaluación de las políticas públicas y verificar que dichas políticas van acorde con los principios de la OCDE, es decir, de ofrecer una vida mejor; además, también se toma en cuenta la capacidad del país y su apertura para poder aplicar las experiencias exitosas internacionales. Nuestro país logró pasar este exigente proceso y desde 1994, es integrante.

La OCDE sostiene que la educación, es el principal pilar que permite a las sociedades mejorar el nivel de vida y dejar atrás el subdesarrollo; para evaluar las políticas públicas en materia educativa, se diseñó la llamada Prueba Pisa, que son las siglas en inglés del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes y evalúa 3 competencias fundamentales: capacidad lectora, matemática y científica entre los estudiantes de 15 anos de edad que viven en los diferentes países miembros de la OCDE.

En términos llanos, Pisa mide lo que los estudiantes adolescentes saben y son capaces de hacer al finalizar su Educación Secundaria, es decir, más allá de conocimientos, mide habilidades; por ejemplo: La capacidad de nombrar con exactitud las partes de las células y su función no es algo importante en las pruebas PISA, pero sí la capacidad de diferenciar entre un texto con rigor científico que hable de la investigación con células madre y una propaganda fraudulenta y pseudocientífica que promete “regenerar la piel con células madre”.

La prueba se aplica cada 3 años en sus países miembros, con el objetivo de que las naciones evalúen el desempeño de su política educativa, a partir del resultado de sus estudiantes. El examen se aplica en una muestra de entre 4 mil y 10 mil estudiantes, dependiendo del tamaño de su población total, dura máximo dos horas y sólo se usa lápiz y papel.

Si bien es cierto que los resultados en general mostraron un retraso debido a la pandemia, los resultados para México en este primer examen bajo la administración de la 4T, no es alentador: 2 de cada 3 estudiantes no lograron realizar operaciones matemáticas simples, mientras que uno de cada dos no comprendió una lectura y en ciencias uno de cada dos se ubicó en el nivel más bajo de competencia. De manera global, nos ubicamos en el penúltimo lugar de un total de 28 países y tenemos uno de los peores promedios.

En matemáticas, el descalabro es tal que lo avanzado hasta 2012, en este administración de la 4T, las puntuaciones promedio se acercaron a las observadas en 2003 o 2006.

Estos fueron los puntos obtenidos: en matemáticas 395 puntos (14 puntos menos que en 2018); en ciencias, 410 puntos (9 puntos menos que en 2018) y en lectura, 415, es decir 5 puntos debajo que en la anterior evaluación.

Esto significa que los Programas de Educación a Distancia que estableció este gobierno durante la pandemia, resultaron ineficaces, porque lejos de que todos los estudiantes contaran con programas que realmente respondieran a las particularidades de sus condiciones y regiones para al menos, refozar lo aprendido, se optó por cerrar los ojos y una vez que se regresó a las aulas, se ordenó desde la Secretaría de Educación Pública Federal a través del acuerdo número 16/06/21 publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), que no se reprobara a ningún alumno y hubo opiniones divididas, porque una parte consideraba que a los alumnos “no se les debía castigar manteniéndolos en el mismo grado” y otros, señalaron que esta determinación “no beneficiaba a los educandos, era un autoengaño del sistema educativo, un engaño a padres de familia y a los propios maestros” y que además, traería repercusiones a futuro. El tiempo y la prueba PISA, demostraron quién tuvo la razón.

*Secretaria de la Mesa Directiva del Senado de la República