Beatriz Pagés
“A LOS JÓVENES NOS ESTÁN MATANDO”
“Aquí ya no se puede vivir”. Frase lapidaria con la que se despidió de sus tierras un granjero de Petatlán, Guerrero, amenazado por el crimen organizado.
Frase que se repite cada vez con más frecuencia a lo largo y ancho del país y cuya veracidad quedó confirmada con la masacre de 11 jóvenes en Salvatierra, Guanajuato.
Días después, un grupo de estudiantes llegó a las puertas de Palacio Nacional para decirle al presidente: “A los jóvenes nos están matando”, su estrategia de “abrazos, no balazos” deja impunes a los criminales y a los jóvenes nos está sepultando.
Sólo en 2022 -de acuerdo a INEGI- el 35% de los homicidios en México se cometieron contra personas de entre 15 y 29 años de edad. Salvatierra se suma a la desaparición de cinco jóvenes en los Altos de Jalisco y al asesinato de estudiantes de medicina en Celaya, Guanajuato.
Para el régimen los jóvenes sólo sirven para llenar urnas. “Jóvenes Construyendo el Futuro” no fue pensada como política de Estado para resolver su pobreza sino como mera estrategia electoral incapaz de impedir que los jóvenes sean víctimas y al mismo tiempo victimarios del crimen organizado.
La Red por los Derechos de la Infancia habla de 30 mil menores reclutados por la delincuencia. Lo mismo señala la organización Reinserta. La delincuencia aprovecha la inmunidad que tienen niños y adolescentes ante la ley para convertirlos en sicarios y arrojarlos como “carne de cañón” a los adversarios.
Un gobierno que profesa humanismo y asegura ser distinto no ha tipificado en cinco años el reclutamiento de jóvenes como delito. Tampoco ha hecho nada para resolver estructuralmente la miseria y la desintegración familiar que los obliga a dejarse enganchar por pandillas y grupos delincuenciales.
Peor aún, no hay cifras oficiales ni políticas públicas para prevenir la utilización de niños y adolescentes por parte del crimen. Hay ahí una enorme vacío que no llenan los cacareados programas sociales.
Salvatierra es el México sangriento que ofrece Morena a los jóvenes. Ellos representan el 30% de la lista nominal y tendrán que pensar si votan en el 2024 a favor de un proyecto que sólo les ofrece balazos.
Quienes murieron en una fiesta de posada fueron damnificados de una política de seguridad fracasada. La siete armas de fuego que se utilizaron para acribillar a 11 jóvenes habían sido utilizados en otros hechos delictivos. Para decirlo pronto: los muertos fueron víctimas de la impunidad.
Salvatierra es un claro mensaje para los jóvenes votantes. Esa masacre es un llamado a la indignación, a manifestarse a favor de una propuesta de nación que les ofrezca seguridad y en contra de un proyecto que acepta, tolera y permite callar sus vidas con balas.
Cada vez que un joven mexicano cae bajo el fuego de los criminales el país pierde un cacho de mañana. La oposición debe colocarlos, a partir de ya, a la vanguardia. Su grito: “Nos están matando” debe ser un llamado a defender la patria.