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"Las damas se sientan con las piernas cerradas", dicen manuales de buenas costumbres.
Una mujer con las piernas abiertas es una amenaza para quienes tienen temor del cuerpo, de las sensaciones, de la libertad.
Las piernas abiertas suben escalones, dan zancadas, avanzan de prisa hacia las metas.
Las piernas abiertas despiertan el sexo, lo que no quiere decir que por eso lo compartan con cualquiera.
Las piernas abiertas multiplican la vida, aminoran el miedo y nos devuelven el equilibrio que durante tantos años nos convencimos de otorgar a cambio de castillos de arena.
Las piernas abiertas provocan deseo, permiten la entrada de corrientes de aire, impiden la irrupción de imposiciones absurdas.
Sí, una mujer con las piernas abiertas tiene bien colocados los pies en la tierra.
Abre los ojos y observa cómo conquistamos nuestro lugar en el mundo.