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Formar ciudadanía.

Por: Jenny González Arenas.

Cuando se habla del derecho a la educación, lo primero que se nos viene a la mente es un salón, un laboratorio, un espacio en donde contamos con varias personas que son alumnos y una que es docente.
Esa es la educación tradicional, pensamos que esa es la manera de transmitir conocimiento, pero esa no es la única manera y el conocimiento que se recibe en el aula tampoco es el único.
Así, un docente que se comunica con sus alumnos en el aula de manera efectiva, que participa en múltiples actividades académicas y profesionales que comparte con sus estudiantes de manera tal que se explique las actividades que se realizan, el impacto que éstas tienen en la vida profesional del docente, pero que también se comparta en el contexto tanto favorable como desfavorable, eso permite que la juventud que hoy se forma en las aulas tenga un escenario más claro del futuro profesional que les espera.
Las y los docentes universitarios tenemos esa responsabilidad, porque la juventud que está hoy en las aulas enfrentará un futuro complicado, con una economía adversa, falta de empleo, dificultades con el relevo generacional dada la precariedad del sistema de pensiones, mayor población y con ello escases de recursos naturales para satisfacer las demandas sociales, crisis alimentaria, ello sin contar el sinnúmero de situaciones en materia de seguridad pública, drogadicción, incidencia delictiva, precarización laboral, entre otras muchas cosas que, lejos de ser un futuro prometedor es amenazante.
Por eso la importancia de generar estrategias de enseñanza aprendizaje que nos permitan fortalecer la formación que ahora brindamos a nuestros jóvenes. Enseñarles que la defensa de los derechos es necesaria, que el respeto de los roles y funciones que realizan todas las personas dentro de la sociedad son fundamentales, que la responsabilidad es un valor fundamental y que la participación colectiva en la toma de decisiones es necesaria porque una sociedad no puede seguir siendo un conjunto de individuos aislados que luchan por sus propios intereses, porque eso es lo que está haciendo al futuro más complejo.
Tenemos que asumir un rol colectivo, no de movernos todos en el mismo sentido, sino de movernos hacia un objetivo, pero a partir de nuestras habilidades y nuestras potencialidades, porque todos tenemos algo que aportar a esta sociedad.
Son procesos complejos y una gran responsabilidad para la docencia, pero esa sería nuestra aportación a la formación de ciudadanía, una ciudadanía responsable que se forma conociendo de cerca, de las y los profesionales que le enseñan, no solo la problemática planteada en un plan de estudios, sino que los forman para la vida. Una vida en la que pueden ser empleados o empleadores, en la que pueden formar parte de la iniciativa privada o del sector público; una vida en la que puedan elegir de manera responsable, no solo por quién votar, sino también que callarse o aguantarse a un mal gobierno no es la única opción; que los procesos democráticos no son una ficción sino una realidad, que nadie que se encuentre en un nivel jerárquico superior tiene el derecho a menospreciar el trabajo de los demás.
Formar ciudadanía no es lo mismo que formar ciudadanos, la primera lleva implícito la identidad colectiva, la segunda se inclina por la identidad personal. La identidad colectiva nos fortalece como personas y como sociedad; la identidad persona nos identifica a cada uno, pero también nos atomiza y nos divide, debilitando nuestro poder de acción. Al final, tenemos dos opciones, seguir siendo una sociedad dividida o ser una sociedad verdaderamente colectiva.

Secretaria General del SPAUAZ