Beatriz Pagés
ELECCIONES SANGRIENTAS
¿Quién va a garantizar que el 2 de junio no haya muertos?
Con 30 candidatos y alcaldes asesinados en menos de un año, el proceso electoral 2024 va a pasar a la historia como el más sangriento.
Faltan ocho semanas para que terminen las campañas y los asesinos operan cada vez con más impudicia , a la luz del día y buscando tener toda la publicidad.
Lo que más llama la atención es que las autoridades,- empezando por el presidente-, no muevan un solo dedo para poner un alto a la ola de violencia.
Peor aún, el señor Andrés Manuel López Obrador, opera como el principal golpeador de la campaña. Él y su candidata ya se dividieron los papeles: mientras él lanza balas de saliva todos los días, atiza el encono y la división, ella, en su papel de “buena”, recorre despreocupada el país haciendo propuestas.
Los muertos los han puesto todos los partidos políticos, pero el principal beneficiario de la violencia es Morena. Detrás del no hacer nada, del dejar pasar a los sicarios, está la intención de que el miedo inunde las urnas e inhiba el voto.
Morena y el gobierno lo saben. Entre menos participación haya en las urnas, más posibilidades tienen de ganar con el voto duro y el dinero repartido a través de los programas sociales. Están tratando de impedir, a toda costa, que sufrague el 63% del electorado para que sólo voten los acarreados del régimen.
La ruta electoral del oficialismo es clara: utilizar al crimen organizado no solo para robar y alterar urnas- como lo hicieron en 2021-, sino para crear un clima de zozobra; que sean las balas y no los votos, los que terminen imponiendo a Sheinbaum en la presidencia.
El asesinato de la candidata Gisela Gaytán, candidata a la alcaldía de Celaya, Guanajuato, fue usado por Morena para aparecer como la víctima principal de la violencia. El partido en el poder no tiene ninguna autoridad política, ni moral para acusar a un gobierno de oposición de los hechos.
No la tiene porque los “abrazos, no balazos” es el pasaporte a la impunidad que entregó López Obrador al crimen organizado. Gracias a ese pasaporte, cárteles y grupos delincuenciales tiene sumido al país en un escenario de guerra que hoy es utilizado por Morena para poner cercos a la elección.
¿Quién va a garantizar que el 2 de junio no haya muertos? En lugar de estar dedicado a la demagogia, AMLO debería comportarse, al menos una vez, como Jefe de Estado. Encabezar un plan de seguridad con los tres niveles de gobierno para blindar el proceso electoral.
El asesinato de la candidata Gisela Gaytán trajo a la mente las imágenes del atentado contra Luis Donaldo Colosio. Asesinos que tienen el tiempo y las condiciones para llegar hasta su víctima, de ultimarla y de darle el tiro de gracia.
¿Acaso nadie se está dando cuenta del mensaje, del riesgo, de la ominosa señal? Si a nadie le importa y nadie hace nada para impedir un segundo magnicidio en el país, significa que alguien busca beneficiarse de la crisis política que provocaría la fuerza de una bala.