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M.F. María del Carmen Salinas Flores

Maternidades.

Escribir sobre la maternidad siempre es un reto, pues implica no sólo hacer un análisis profundo de los estereotipos de género que se han arrastrado a lo largo de la historia, además, es necesario hacer un autoanálisis de nuestro ejercicio de la maternidad, así como el de nuestras madres y abuelas, que nos enseñaron con las herramientas con las que contaban a ser las mejores madres.

La maternidad envuelve un sinfín de mitos, de expectativas, de exigencias que nos hacen a las mujeres, pues si bien ahora usamos el termino “maternidades” para hacer referencia que existen múltiples formas de maternar, este concepto es reciente, pues por décadas hemos usado consuetudinariamente el término “la maternidad”, cerrando a una única forma de ser madre, a un estereotipo inalcanzable de las mujeres por ser “las madres perfectas”.

Es por ello, que hablar sobre la maternidad ha quedado obsoleto, pues en el proceso de lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres nos hemos dado cuenta de que existen maternidades, que cada una materna acorde a las herramientas con las que contamos y el contexto que enfrentamos, pues no es lo mismo una mujer que cuenta con un empleo formal con licencia de maternidad y que le será pagado su sueldo íntegro, a una mujer que tiene un empleo informa, quien no contará con ningún recurso si no trabaja, ¿ustedes la juzgarían por dejar a su hija o hijo desde muy pequeño para ir a trabajar?

Las mujeres en el mundo laboral nos enfrentamos a un gran reto: ¿cómo ser mujeres autónomas económicamente al mismo tiempo que ejercer nuestra maternidad? Desafortunadamente, esta pregunta nos ha atormentado a casi todas las mujeres, pues se nos exige que trabajemos como si no tuviéramos hijas e hijos y que maternemos como si no trabajáramos.

Pareciera que al decidir ser madres tuviéramos que elegir entre nuestra carrera profesional y ser madres, si bien, muchas contamos con la red de apoyo necesaria para continuar con nuestro desarrollo profesional, en donde nuestras madres, hermanas e incluso amigas forman parte de la crianza de nuestros hijos e hijas, para que nosotras podamos cumplir horarios extenuantes de trabajo.

En cambio, aquellas que no lo tienen deben de buscar empleos con mayor flexibilidad que les permita ejercer su maternidad, desafortunadamente, esto implica que estén empleadas en la informalidad (58%), lugares en donde las prestaciones como guarderías y licencias no forman parte del acuerdo laboral, además, esto implica que suelan trabajar menos de 35 horas a la semana (35%) debido a la doble carga de trabajo que enfrentan, y busquen ocuparse por cuenta propia (28%), nuevamente, enfrentándose a la falta de seguridad social.
Sin duda, estos datos nos enfrentan a tomar decisiones sobre nuestra carrera profesional, que si podemos hacer o no, dependiendo la red de apoyo que tengamos, las prestaciones laborales (guarderías, lactarios, etc), ahora, si lo analizamos los hombres no se ven obligados a tomar estas decisiones cuando son padres, pues para los cuidados y crianzas estamos las mujeres.

Las mujeres tenemos derecho a decidir libremente si deseamos ser madres, y el número de hijas o hijos que queremos tener, sin que eso sea un impedimento para desarrollarnos profesionalmente, por ello es indispensable continuar con la construcción de un Sistema Nacional de Cuidados, para que el ejercicio de nuestra maternidad no sea un obstáculo para lograr nuestros objetivos profesionales.

Agradezco a mi madre Lupita Flores, quien ha sido una gran madre, ha estado conmigo en las buenas y en las malas, nunca me ha permitido desistir en mis suelos profesionales, además, es una gran abuela que cuida de mis hijos Mauro y Nicolás, mientras yo continúo desarrollándome profesionalmente. ¡Gracias, madre! ¡Te amo!

Secretaria de Educación del Estado de Zacatecas