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¿Aguantaremos otro ciclo de la misma cantaleta?
Quito del Real

Si aún no nos derrota el escepticismo, podremos descubrir la importancia que tiene el país en las instituciones financieras internacionales y podremos explicar por qué la lucha por el dominio de su territorio adopta tantos matices violentos por el poder y el dinero. Vivimos en una nación incapaz de separarse del estigma que le proporciona su riqueza y no puede poner en claro la criminalidad escondida de los que pretenden apropiarse de él.
¿Cuántos personajes con fama de ladrones han recorrido la pasarela de la historia patria? Son muchos y de estilos muy variados. Algunos caminan con seriedad y flema, mientras afilan las uñas para atacar en el momento oportuno; otros, francamente cínicos, le entran al robo a la luz del día, con el descaro típico de los acostumbrados a no explicar nada a nadie.
En la época de los presidentes Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari a muchos inversionistas se les pasó la mano y metieron sus manos hasta lo más profundo. Las injusticias de ese periodo están documentados en varios libros de análisis económico , no sólo periodísticos, donde la riqueza expropiada no sólo tenía que ver con dinero, sino con bienes de la nación. ¿Cuántos empresarios forjados en las décadas de crecimiento nacional, inauguradas con Lázaro Cárdenas, tuvieron que desalojar sus factorías y ceder sus terrenos para que arribara una nueva generación de patrones neoliberales, capaces de cubrir el robo con un manto de legalidad e hicieron desaparecer el México que apenas se tejía? De ese proyecto nacional ya nadie se acuerda.
Me disculpan. Hoy quiero decir que esa pandilla de grandes cleptómanos, capaces de madrugar a la gente y quitarle su dinero desde las grietas jurídicas, ocultas o desapercibidas, ya se vislumbra nuevamente. Por favor, que no vengan a decirnos que las juntas de AMLO con los capitalistas más notables tienen un sello nacionalista y por ello merecen solidaridad y respeto. ¿Puede ser respetable el señor Carlos Slim, que nos chupa la sangre cada mes con los recibos de Teléfonos de México? ¿O el veterano Germán Larrea, capaz de reprimir obreros para mantener incólume su negocio de extracción de metales y sin pagar impuestos? Y tantos más, usted puede hacer su lista sin problemas. Estos son dos vampiros de armas tomar.
A propósito, juzgo necesario traer a colación algo de la historia personal del señor Alfonso Romo, al menos desde Vicente Fox para acá, para poder entender por qué es imposible que este señor demuestre el giro moral que hoy presume en sus intervenciones públicas.
¿Cómo es posible que él aparezca como uno de los cuadros de “adentro” de Andrés Manuel, si en su pasado aparecen sus relaciones, religiosas y financieras con los Legionarios de Cristo? Hay que recordar que como empresario se rigió por la ideología de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y no nos dijo la verdad acerca de las verdaderas intenciones del Plan Puebla-Panamá, cuya estrategia militar se combinó con el espíritu empresarial y él aprovechó para hacerse de los terrenos idóneos para sus negocios agropecuarios y forestales.
A estas alturas del partido, ya se han adelantado muchas cosas que amenazan con predecir que el voto por AMLO sólo fue un bonito gesto para una digna intención. O sea: vienen meses donde la duda crecerá y los medios de comunicación tendrán una chamba intensa, donde tendrán que inventar nuevos argumentos para nuevas e inútiles explicaciones. Al final, nos despertaremos con la sensación de que alguien nos birló la cartera durante el ascenso a un camión que considerábamos propio. ¿Aguantaremos otro ciclo de la misma cantaleta?
Quito del Real

Si aún no nos derrota el escepticismo, podremos descubrir la importancia que tiene el país en las instituciones financieras internacionales y podremos explicar por qué la lucha por el dominio de su territorio adopta tantos matices violentos por el poder y el dinero. Vivimos en una nación incapaz de separarse del estigma que le proporciona su riqueza y no puede poner en claro la criminalidad escondida de los que pretenden apropiarse de él.
¿Cuántos personajes con fama de ladrones han recorrido la pasarela de la historia patria? Son muchos y de estilos muy variados. Algunos caminan con seriedad y flema, mientras afilan las uñas para atacar en el momento oportuno; otros, francamente cínicos, le entran al robo a la luz del día, con el descaro típico de los acostumbrados a no explicar nada a nadie.
En la época de los presidentes Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari a muchos inversionistas se les pasó la mano y metieron sus manos hasta lo más profundo. Las injusticias de ese periodo están documentados en varios libros de análisis económico , no sólo periodísticos, donde la riqueza expropiada no sólo tenía que ver con dinero, sino con bienes de la nación. ¿Cuántos empresarios forjados en las décadas de crecimiento nacional, inauguradas con Lázaro Cárdenas, tuvieron que desalojar sus factorías y ceder sus terrenos para que arribara una nueva generación de patrones neoliberales, capaces de cubrir el robo con un manto de legalidad e hicieron desaparecer el México que apenas se tejía? De ese proyecto nacional ya nadie se acuerda.
Me disculpan. Hoy quiero decir que esa pandilla de grandes cleptómanos, capaces de madrugar a la gente y quitarle su dinero desde las grietas jurídicas, ocultas o desapercibidas, ya se vislumbra nuevamente. Por favor, que no vengan a decirnos que las juntas de AMLO con los capitalistas más notables tienen un sello nacionalista y por ello merecen solidaridad y respeto. ¿Puede ser respetable el señor Carlos Slim, que nos chupa la sangre cada mes con los recibos de Teléfonos de México? ¿O el veterano Germán Larrea, capaz de reprimir obreros para mantener incólume su negocio de extracción de metales y sin pagar impuestos? Y tantos más, usted puede hacer su lista sin problemas. Estos son dos vampiros de armas tomar.
A propósito, juzgo necesario traer a colación algo de la historia personal del señor Alfonso Romo, al menos desde Vicente Fox para acá, para poder entender por qué es imposible que este señor demuestre el giro moral que hoy presume en sus intervenciones públicas.
¿Cómo es posible que él aparezca como uno de los cuadros de “adentro” de Andrés Manuel, si en su pasado aparecen sus relaciones, religiosas y financieras con los Legionarios de Cristo? Hay que recordar que como empresario se rigió por la ideología de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y no nos dijo la verdad acerca de las verdaderas intenciones del Plan Puebla-Panamá, cuya estrategia militar se combinó con el espíritu empresarial y él aprovechó para hacerse de los terrenos idóneos para sus negocios agropecuarios y forestales.
A estas alturas del partido, ya se han adelantado muchas cosas que amenazan con predecir que el voto por AMLO sólo fue un bonito gesto para una digna intención. O sea: vienen meses donde la duda crecerá y los medios de comunicación tendrán una chamba intensa, donde tendrán que inventar nuevos argumentos para nuevas e inútiles explicaciones. Al final, nos despertaremos con la sensación de que alguien nos birló la cartera durante el ascenso a un camión que considerábamos propio.

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