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Ahora: castigo para la ciencia
Martha Chapa

Las críticas al presidente López Obrador, por lo que toca al retiro de apoyos presupuestales hacia ciertas actividades, sectores o programas sociales, se han multiplicado y aún esperan una rectificación.
Ahora me referiré al campo de la ciencia, donde la inconformidad de investigadores y científicos ha llegado incluso a la indignación y a brotes de rebeldía.
Así, se han tenido que suspender una serie de investigaciones y estudios que se venían practicando por años o décadas, lo cual representa una pérdida lamentable tanto por los resultados que se obtenían como por el futuro promisorio que se avizoraba para la ciencia en México.
Los ejemplos sobran: supresión de intercambios académicos, reducción para viajar a congresos internacionales, despidos indiscriminados, cancelación para la adquisición de equipos de estructura, conclusión de proyectos diversos o hasta el ridículo y absurdo anuncio de que tiene que ser el propio Presidente quien autorice cada uno de los viajes al extranjero, el colmo de la burocracia e inverosímil yerro administrativo.
Ya se dice que las medidas adoptadas son propias de un régimen neoliberal e incluso que los anteriores gobiernos con ese sello, no sólo no pusieron tantas trabas y obstáculos, sino que permitieron algunos avances.
El daño que se ha causado es tan grave ya que de seguir con esa directriz se ensombrecería todavía más el panorama y en muchos casos pudiera ser irreversible.
Peor aún, el hecho de que no se justifiquen tales recortes, muestran contradicciones reprobables que atentan contra el propio desarrollo del país, pues se trata de una inversión social que se desvía con un sentido populista y electorero para garantizar votos en el plazo inmediato al gobierno lópezobradorista, donde: ahí si el dinero sobra y puede despilfarrarse a manos llenas, de acuerdo a sus intereses políticos o politiqueros.
Nadie está en contra de la austeridad y más aún cuando el país no dispone de todos los recursos y para todos los rubros, pero en ningún caso puede aceptarse que lo esencial y lo prioritario, no solamente se omita sino que en algunos casos aborte.
Por lo pronto, la comunidad científica de nuestra Nación ha levantado la voz, manifestado su indignación y acusa desde ahora irresponsabilidad, ineficiencia y desgobierno… y nosotros, gran parte de la ciudadanía, también.