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Beatriz Luevano
Buenos o malos, según el momento
Salta a la vista cómo cambia la opinión pública respecto a ciertos personajes dependiendo la circunstancia y el momento político que vivamos. A veces, algunos son tachados de malos o hasta perversos, en tanto estén en la cima del éxito, o bien, súbitamente se convierten en verdaderos caballeros andantes cuando atraviesan una mala racha, siempre y cuando esta sea fruto de la acción de algún acérrimo enemigo en común.
Me refiero al reciente esguince en el partido Morena por el desaseado proceso de ese organismo para elegir al posible candidato a gobernante de la Ciudad de México, en el que para sorpresa de muchos y satisfacción de otros tantos Claudia Sheinbaum aparentemente venció a Ricardo Monreal.
Aunque se veía venir el resultado dadas las preferencias del eterno candidato a presidente y dirigente de Morena, Andrés López Obrador, muchos supusieron que por los méritos de Monreal en el proyecto lopezobradorista, éste podría dejarle la cancha libre.
Al no ser así, la tendencia en la opinión pública se vuelca a compadecer y apoyar a Monreal, sobre quien antaño han llovido montones de acusaciones y sospechas acerca de la rectitud de su proceder como político y gobernante, incluso de muchos de los que hoy le prestan el hombro.
Surge la inquietud entonces sobre si el soporte al ex gobernador zacatecano (de varios de los que hoy se dicen sus amigos) es legítimo; si es realmente una víctima del ingrato de López Obrador o bien, lo que se busca mellar el posible camino al triunfo de este último en la siguiente contienda por la presidencia. Este es uno de esos momentos en que cobra todo sentido el famoso divide y vencerás, y sin duda una posible ruptura entre Monreal y Morena dejaría bastantes dividendos al PRI y sus secuaces.
Sea cual fuere la respuesta, ésta no disminuye el torpe y cuestionable actuar del dirigente nacional de Morena, pues dejar en el aire el aroma a imposición, autoritarismo y corrupción, el mismo que usan el resto de los partidos, también permite que se desdibuje, en quienes la tienen, la idea de que tanto él como su proyecto pudieran ser realmente la esperanza de México.
En fin, otro episodio lopezobradorista sobre cómo se construye el camino a la derrota (una más).

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