¿CLINTON O TRUMP? ¿TORMENTA O TERREMOTO?
Ricardo Monreal Ávila
Muchas mexicanas y mexicanos aún se preguntan cómo nos hubiera ido si Hillary Clinton hubiese ganado la presidencia de los Estados Unidos de América. Creen que nos hubiera ido mejor con ella que con el republicano Trump. La verdad es que tampoco la demócrata era una opción para México. Para nuestro país la elección era entre la tormenta Hillary o el terremoto Donald. Entre la menos mala y el peor. Veamos las razones.
La tormenta Hillary: el peso dejaría de sufrir ciertamente. Incluso, podría revaluarse 5% frente al dólar. Sin embargo, dos banderas de Trump no serían arriadas fácilmente por la demócrata: migración y comercio. Ofertaría una reforma migratoria para los que ya están en suelo norteamericano, pero a cambio de sellar la frontera, endureciendo las medidas migratorias para futuros ingresos. Si bien no habría un muro de concreto, varilla y acero al estilo Trump, sí era previsible una muralla virtual o “inteligente” con cámaras, detectores de calor, drones y vigilancia satelital permanente a lo largo de la frontera.
Clinton no derogaría el TLCAN, pero sí lo revisaría. Atendería los reclamos de su base social sindical (ubicados en el ramo automotriz, acerero y de transporte) y captaría buena parte del interés republicano en el ramo financiero y energético.
La señora Clinton tendría una llave maestra para presionar al gobierno mexicano: la violación a los derechos humanos. Con este tema, la señora pondría el dedo en la llaga, pero también aprovecharía el viaje para obtener concesiones en otros campos… petroleros sobre todo.
Rumbo al 2018, el triunfo de Clinton potenciaría las posibilidades de la señora Margarita Zavala en el PAN (por cuestión de género y la relación personal entre ambas), pero también las de AMLO, por la razón de que su agenda de derechos humanos está mejor garantizada con un gobierno de izquierda, y porque cualquier intento de indebida injerencia estadounidense en la sucesión del 2018 generaría más inestabilidad que estabilidad al sur de la frontera. Después del recibimiento de Trump en Los Pinos, el PRI seguramente dejó de ser confiable para la señora Clinton y los demócratas.
El sismo Trump: El peso se devaluaría de 2 a 4 pesos más en unos días. Las tasas de interés domésticas subirían al menos 100 puntos base y México crecería 1.5% o menos los próximos dos años. Tendremos que prepararnos para recibir a dos millones de indocumentados en 24 meses (expulsaría de prisión a violadores, narcotraficantes y a los pandilleros más peligrosos que no vendrían a México precisamente a rehabilitarse sino a formar nuevos carteles o gangs) y a una estampida de capitales. No sería el holocausto, pero sí el fin del sistema político mexicano tal como lo conocemos, por la grave crisis económica y de seguridad que se generaría, donde todas las empresas mexicanas con inversiones en Estados Unidos verían bajar su valor.
Si Clinton tendría el as de los derechos humanos, Trump posee el de la corrupción. Tiene motivos personales, empresariales e institucionales para sentar en el banquillo a los gobiernos del PAN, que le hicieron perder casi 200 mdd en 2009 en un juicio en Baja California. Con ambas cámaras dominadas por los republicanos, y con la posibilidad de tener la Suprema Corte de Justicia de su lado, la embestida de Trump será de pronóstico reservado.
El triunfo de Trump potenciará a AMLO, no porque sean “lo mismo o muy parecidos” como dicta la paranoia amlofóbica, sino porque el nacionalismo popular mexicano resurgirá con fuerza y la victoria de un candidato “antisistema” en Estados Unidos le hará perder el miedo a la clase media mexicana y a la clase política norteamericana a un opositor sistemático como lo es AMLO para muchos de ellos.
El PRI seguramente le venderá caro a Trump la ayuda que le brindó al traerlo furtivamente a Los Pinos, lo que implicaría el regreso y relanzamiento de Luis Videgaray en la vida pública.
Así de importante fue lo que pasó antier martes aquí junto a nosotros, en el vecindario del norte.
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