La Manzana Flechada
¿Cuál Día de la Mujer?
Martha Chapa
No suelo ser tan escéptica por más que la realidad nos invite y provoque a serlo.
Pero hoy, hablar de las mujeres, implica no sólo reconocer avances y logros, sino también retrocesos y sufrimientos, que es justo a lo que me referiré.
Vivimos en nuestros días, por lo que toca a México, una carga abrumadora de riesgos, peligros y víctimas que se han multiplicado escandalosamente en los años recientes.
Cada semana, cada mes, constatamos la muerte violenta de mujeres, es decir, feminicidios que en suma representan un delito que crece elevada y vergonzosamente.
Ya en el norte, el centro o el sur del país, se registra esta importante criminalidad, acompañada además de una impunidad insultante.
Si a ello incluimos la hostilidad hacia las mujeres en el hogar, la vía pública o centros laborales, que lo mismo va de actos discriminatorios, inequidad, o agresiones y tocamientos, la situación se torna más insostenible e insoportable.
Fíjense, mencionaremos unos cuantos datos, de este mapa de infamia social, para dimensionarlo:
En la última década fueron asesinadas 22 mil mujeres en las 32 entidades del país, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Por día, 7 mujeres son asesinadas en México, es decir, que en promedio, cada cuatro horas ocurrió la muerte violenta de una niña, joven o mujer adulta.
Así también el INEGI precisa la investigación por homicidios violentos iniciados por los Ministerios Públicos de las Fiscalías y Procuradurías estatales pasaron de mil 83 en 2007 a dos mil 735 en 2016, lo que presenta un incremento de 152%.
En los últimos 25 años 35 mil mujeres que murieron fue por presunción de homicidio
Y por regiones la fatídica estadística se registra así:
Región noroeste 4,644
Región noreste 3,210
Occidente 3,490
Región centro 8,065
Región sureste 3,073
Según la ONU, en México 2 de cada 3 mujeres han vivido algún tipo de violencia, el 41% de la población femenida ha sido víctima de violencia sexual en alguna etapa de su vida.
Por eso, me pregunto cómo podría celebrarse ahora el consabido Día de la Mujer, si no es devolviéndonos respeto, tranquilidad, seguridad, tolerancia, condiciones iguales a los hombres, y justicia.
Una realidad que sólo podremos construir, si se tratará por ejemplo del ámbito de la seguridad, con unidad y exigencia ante los protocolos de los cuerpos de seguridad, la aclaración de los crímenes o soluciones expeditas en los circuitos judiciales, entre otras medidas ya urgentes.
Y por igual, en cada tema o rubro de los que nos preocupan, bien se trate de un mejor marco jurídico que defienda nuestros derechos o bien campañas de concientización en los medios de comunicación o la insoslayable reeducación en hogares y escuelas contra machismo y misoginia.
Dejemos entonces esa retórica barata y omisa que simula homenajes a la mujer, a cambio de hechos que comprueben que contamos y somos indispensables en la vida social, política, económica y cultural de una sociedad, la nuestra, que sigue en deuda con todas nosotras. Y este 8 de marzo tengamos más hechos positivos y menos evasivas y falsas promesas.
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