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Divagaciones de la Manzana
Cultura a la baja
Martha Chapa

Hablar de los múltiples beneficios que arroja la cultura a una sociedad es casi un pleonasmo o algo así como jurar en vano.
La cultura es en si la sociedad misma, esa espina dorsal de nuestra manera de ser, pensar y expresar. Por eso, cuando nos referimos a la política, debiera ser una de las expresiones más elevadas de la misma.
La cultura, es entonces, identidad, cohesión y sentido del presente y futuro de nosotros mismos.
Por ello, tanto nos preocupa y cuestionamos cuando no existe un proyecto claro e integral y que propiamente incorpore los ejes de la creación, la promoción y la difusión cultural.
En ese sentido, nos han alarmado enormemente informes recientes del INEGI, una de las instituciones más creíbles y necesarias que defienden su autonomía contra viento y marea frente a un autoritarismo gubernamental que asoma día a día. Así, las estadísticas y datos en materia de cultura son tristes y desoladores.
En efecto, prácticamente del año anterior al actual, sólo poco más de la mitad de la población mexicana asistió a un evento cultural, cifra que desciende notoriamente al menos desde hace tres años, es decir que fue del orden del 58.1 %, en el 2018, antecedidos por el 59% en el 2017 y finalmente 64% en 2016. Una escalera a la baja.
Y si escarbamos aún más en esos datos, son mayormente desalentadores, pues nos toparemos en especial con el hecho de que el teatro y la danza descienden en mayor grado sobretodo frente a la opción del público que va al cine, Por lo que toca el último año es del 88.3%, mostrándose aquí si un ascenso año con año.
Otras expresiones artísticas demeritan por igual en este conteo y así mientras el 47% acudió a un concierto, apenas un 26.2% lo hizo en el caso de las exposiciones de arte y más abajo, con un 22.5%, por lo que toca a la danza y hasta el fondo con sólo un 21.4% al teatro.
Cifras que nos confrontan y debieran hacernos reflexionar para buscar se incrementen en cada caso, además de que guarden una proporción respecto a la asistencia, con menor disparidad entre una y otra.
Sin duda, este debiera ser uno de los ejes de las políticas públicas en materia de cultura, junto con una serie de acciones que corrijan y mejoren, pues más que probado está ya que a menor cultura menor desarrollo humano, económico, social y político.
El Estado Mexicano, tiene una infraestructura que puede potenciar más y con recursos que si no sobrados deben aprovecharse mejor, siempre que medie un compromiso institucional, eficacia y apertura, desterrando vicios añejos que se recargan en amiguismo, discrecionalidad, corrupción y parcialidad a la hora de canalizar los recursos que en todo caso son nuestros impuestos, dinero nuestro y excedente del trabajo de cada uno de nosotros.
Y queda claro que no sólo corresponde a los creadores, promotores, organismos de la sociedad civil y medios de comunicación que tan loablemente apoyan el quehacer cultural, sino a todos, a la ciudadanía en su conjunto, la exigencia común e indispensable para un desarrollo pleno, equitativo y que de cabida a la cultura como una de sus prioridades más relevantes, en pensamiento y acción