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Cultura para inconformes…
David Eduardo Rivera Salinas

El derecho a la ciudad…

La ciudad es el lugar de la memoria colectiva
(Aldo Rossi, Arquitecto italiano, 1966)

Por primera vez en la historia, la humanidad es predominantemente una especie urbana.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce el papel fundamental que desempeña la cultura en muchos de los Objetivos del Mileno. El hecho de que el Objetivo 11, que consiste en “lograr que las ciudades y los asentamientos urbanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles” esté expresamente dedicado a la cultura, supone un logro importante.

Entre estos desafíos, en una situación mundial caracterizada por la existencia de un gran número de zonas metropolitanas, se encuentran la preservación de la calidad de la vida urbana, la protección de las identidades urbanas, la valoración de las culturas locales -antiguas y nuevas- y la promoción de las expresiones culturales, así como las artes y el patrimonio, como pilares del desarrollo social y económico sostenible.

La cultura hace que las ciudades sean atractivas, creativas y sostenibles.

La historia nos muestra que la cultura es clave para el desarrollo urbano, como ponen de manifiesto los monumentos, el patrimonio y las tradiciones. Sin la cultura, no existirían las ciudades como espacios de vida dinámicos; serían tan solo construcciones de cantera y acero, proclives a la fractura y la degradación social.

Es la cultura la que marca la diferencia. Es la cultura la que define la ciudad como lo que los antiguos romanos llamaban civitas, un complejo social coherente, el cuerpo colectivo de todos los ciudadanos. Lo que llamamos “patrimonio” se encuentra en los espacios públicos de calidad o en zonas marcadas por las capas del tiempo.

Las expresiones culturales ofrecen a las personas la oportunidad de identificarse de modo colectivo, leer las trazas de la historia, comprender la importancia de las tradiciones en su vida diaria o disfrutar de un entorno hermoso, armónico y artístico. Son necesidades sociales y humanas fundamentales que deben abordarse en el contexto de los procesos del desarrollo urbano, no como extras opcionales. ¿Cómo traducimos estas realidades en políticas efectivas en la planificación urbana sostenible?

Las sociedades están cambiando y muchas nuevas dimensiones culturales están cobrando forma, al hacerse el planeta cada vez más urbano. Esto determinará el futuro de las ciudades y su calidad de vida, la posibilidad de enfocar las necesidades humanas, la capacidad de innovar y de responder a los retos económicos del futuro.

Las ciudades poseen el testamento de una rica panoplia de estos fenómenos y la interconexión de la ingenuidad cultural de sus habitantes.

La ciudad, tal y como la denomina el arquitecto italiano Aldo Rossi, es “el lugar de la memoria colectiva” (Rossi, 1966), la acumulación histórica de la acción humana y un entorno dinámico y vivo cuyo pasado influye no solo en el presente sino también en el futuro. La cultura ha proporcionado a las ciudades una fuente dinámica a través de la cual intercambiar, afrontar, innovar y evolucionar.

Para el caso particular de Zacatecas, el papel de las actividades culturales ha sido clave para potenciar el valor y la imagen de nuestra ciudad. En el pasado, el centro histórico estaba ocupado fundamentalmente por los símbolos del poder y la fe. Hoy en día, el centro histórico de Zacatecas también se define por sus instituciones culturales, como los museos, las galerías, los teatros, las librerías, los cafés y las instituciones educativas.

Esta transformación ilustra la importancia de la cultura en el desarrollo urbano a todos los niveles, desde la definición de la identidad principal de la ciudad hasta proporcionar un recurso económico clave. Es la forma de socializar los valores artísticos encarnados en las tradiciones de la ciudad, así como de atraer la inversión de instituciones públicas y privadas.

Por encima de todo, es la forma de atraer a los ciudadanos y visitantes para que disfruten de la riqueza cultural de nuestra ciudad y su capacidad para ser un imán para la creatividad artística.

Ninguna ciudad actual puede prescindir de su dimensión cultural y esto se hará más evidente en el futuro, a medida que la demanda de servicios y productos culturales se amplíe.

Claramente, nuestra ciudad es cada vez más diversa y heterogénea, lo que contribuye a enriquecer su identidad cultural. La ciudad puede por ello ser un espacio que sea testigo de un incremento en la fragmentación, la polarización social y las desigualdades, sobre todo para las poblaciones vulnerables y para aquellos que ya están en los márgenes de la sociedad.

La ciudad debe rediseñarse para la interacción y cohesión sociales, lo que va en contra de la segregación espacial. Esto también debe apoyarse en promover una comprensión de la diversidad en la sociedad de estar al servicio de la ciudades y no ser una amenaza. La salvaguardia de la diversidad cultural posee un impacto directo en lograr la cohesión social, el bienestar y la seguridad.

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