Divagaciones de la Manzana
Destrucción de la fauna
Martha Chapa
No, no me refiero en esta ocasión a ejemplares de la funesta fauna política que nos abruma, perjudica y debiéramos anular. Aludo al ya de por sí deterioro del medio ambiente, sin que nada ni nadie detenga el ecocidio generalizado de nuestros días.
Si tan sólo nos refiriéramos a la fauna del planeta, el panorama es devastador y peor aún amenazante en su hasta ahora marcha fatal.
Así, hace poco nos enteramos por los medios de comunicación de un dato estremecedor y paralizante, que viene a confirmar la creciente destrucción de la vida natural.
Me refiero a que una tercera parte de las especies animales ha desaparecido en las últimas décadas y una decena más esté en vías de extinción, lo mismo por lo que se refiere a la perteneciente al mar que a la terrestre, como, ciertas especies de gorilas, de leopardos o el mismísimo tiburón blanco. Peligran y pueden llegar a desaparecer.
Las causas fundamentales son: la destrucción progresiva del habitat natural de los animales por el avance de la mancha urbana de una supuesta o llamada modernidad, que invade bosques y selvas amparada en ambiciones inconfesables de corte inmobiliario; y por la cacería indiscriminada; a consecuencia de los cambios climatológicos, pero cuyo punto de partida es el hombre mismo y sus omisas o criminales acciones.
Más allá de la tristeza profunda que siento, me indigna tal devastación, a la vez que me envuelve un sentimiento de impotencia y de rabia porque los gobiernos e instituciones no han sido capaces de detener este modelo tan propio de un apocalipsis funcional y progresivo.
Tenemos que actuar mucho más cada uno de nosotros y frenar esta destrucción. De lo contrario el problema se seguirá agravando y llegaría a la propia especie humana.
Por igual, ocurre en el ámbito doméstico con las mascotas, ya que abunda el maltrato y una evidente irresponsabilidad, año con año, porque sabemos de muchos casos que están a la vista de perros abandonados en las calles o en condiciones degradantes dentro de algunos hogares.
Y qué decir de la disminución de los pesticidas, por la invasión de sus colmenas o a pesar de que son vitales.
Hay que intensificar entonces las campañas de concientización social orientadas al cuidado del medio ambiente, incluida la fauna y flora, así como una legislación más severa para quien atente contra las especies animales, además de fortalecer y enriquecer los acuerdos entre organismos internacionales para que los países se comprometan a un cambio frente a la vida y se preserve al menos lo que aún queda en nuestro planeta.
¡Exijamos, protestemos, participemos al máximo en contra de estos que son unos verdaderos atentados para la sobrevivencia de nuestro mundo, de nosotros y de nuestra maravillosa e indispensable fauna y flora!
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